viernes, 1 de julio de 2016

Argentina: Ni el penal del final te va a salir...Por Alfredo Grande



Por Alfredo Grande






(APe).- Como digo en mi Stand Up psicoanalítico, a mí me parece que la cultura represora prohíbe la alegría pero ordena la manía. O sea: la alegría por mandato. No importa si el mandato es religioso, político, deportivo, artístico, afectivo. El mandato no se discute, entre otras cosas, porque hay un mandato superior que sentencia que discutir un mandato es traición. Y el que avisa, también traiciona cuando decide enfrentar los mandatos que a granel, tipo trabuco naranjero, la cultura represora dispara a troche y moche.

Todos los mandatos están sumados, multiplicados, apelmazados, en lo que llamamos moral. Podríamos agregar moral y buenas costumbres. La más buena de todas las costumbres es sacramentar el mandato de obedecer sin chistar a los mandatos. La más mala de todas las costumbres es subvertir los mandatos. Incluso interpelarlos. Incluso criticarlos. El llamado “pensamiento único” no es pensamiento. Es el mandato de pensar de una sola y única forma. Le pertenezco. Le obedezco. Le pienso. El “le” es la pleitesía al poder. La carta abierta 21 es una muestra de este mandato. Escrita con talento, fluctúa entre una implicación gaseosa y un pragmatismo permisivo.

“El vergonzoso caso de José López podría hacernos vacilar. Era un funcionario de alto nivel, encargado de las obras públicas, conocido por todos, y sobre todo por los que en toda la extensión del país trataron con él por la gran cantidad de construcciones que se realizaron. Capturado por las Huestes de la Verdad, luego condecoradas.

La fuerte evidencia visual obligó al kirchnerismo a escribir cartas de repudio y a preguntarse sobre los alcances de la pegajosa palabra en juego: corrupción. A cuántos involucraba, si afectaba a todo el ciclo transcurrido, si un hecho brutalmente escandaloso relativizaba o anulaba convicciones efectos políticos, genuinas militancias. En suma, si un hecho inmoral, específico o ramificado, invalidaba un compromiso colectivo que protagonizó políticas de significativa ampliación de derechos y distribución de la renta.

El relato es contundente. Podría hacerlos vacilar. Pero no vacilan. El fin justifica los medios. Los medios santifican los fines. Banaliza a la Justicia como las Huestes de la Verdad, siendo ellos, los abiertos que mandan cartas, garantía del pensamiento nacional. Pero como en todo relato encubridor, se asoma un retoño de la verdad reprimida. Fuerte evidencia visual. La imagen, siempre contundente como la foto de Fanchiotti fusilando a Darío y Maxi. La imagen no puede ser bloqueada por mil palabras, por más rebuscadas que sean. El kirchnerismo se obligó, se auto
ordenó, escribir cartas de repudio. ¿Qué repudiaba el kirchnerismo?

El más alto poder fue copartícipe necesario de los arrebatos, robos, estafas, y otros delitos, de los funcionarios denunciados. Pero la ampliación significativa de derechos que los abiertos que mandan cartas enuncian, no incluyó los derechos a realizar una crítica sostenida. Criticar era traicionar. O sea: sometimiento o traición. Lo plantean en un plano moral, cuando en realidad lo que había reverdecido durante el kirchnerismo era la política. La moral es el último recurso de los escribas de los mandatos del Príncipe. No se trata de invalidar compromisos colectivos ni crucificar a la militancia coherente, consistente y creíble. Pero sí se trata de interpelar, de hacer tronar el escarmiento para todas y todos los que usaron al kirchnerismo como un inmenso caballo de Troya del cual salieron Alí Babá y muchos más que 40 ladrones. Pero los abiertos que escriben cartas no pueden hacerlo.

El mandato es que el techo sea lo más bajo posible. Por qué si subimos el techo, a lo mejor nos encontramos con un Néstor Kirchner aceptando 600 millones de dólares del Turco Privatizador por los votos necesarios para que el Congreso legalizara robarnos YPF. Respeto a algunos integrantes de Carta Abierta. Pero repudio que todo ese talento juegue para formas sofisticadas y retorcidas de impunidad. Pero así son los mandatos. Si al decir de Quevedo y Villegas, poderoso caballero es don dinero. Y el mandato es otro poderoso caballero. Cuando los mandatos organizan la subjetividad, es caldo de cultivo de todas formas de oportunismos.


La ocasión hace el ladrón. Y si la ocasión es el control absoluto del poder del Estado, los ladrones se multiplican. No voy a decir que la democracia termina siendo el auténtico blanqueo. De capitales y de ladrones. No lo voy a decir pero ya lo dije. ¿Hay corrupción en democracia o la democracia es para legitimar la corrupción? No roban pero hacen. Hacen para poder robar. Y la obra pública se transforma en un formidable negociado privado. Ahora hemos cambiado. Los negocios privados se hacen desde el aparato del Estado. El ministro de Energía es un caso emblemático. Accionista de una petrolera y ministro. De una década no ganada a otra década infame. No tenemos paz. Ni la merecemos. Nos hemos tragado sapos, culebras, y demasiadas víboras. Hemos criado oportunistas y nos sacarán mucho más que los ojos. Pero hemos desperdiciado nuestra oportunidad histórica.

La última: diciembre del 2001. Dejamos de pelear para que se vayan todos y nos olvidamos de profundizar la batalla política y cultural para que los piquetes y la cacerola mantengan que la lucha es una sola. Creímos que la polaridad es: “democracia o dictadura”. Hay formas de dictadura al abrigo de la democracia. Por supuesto: el retroprogresismo la llama “barones del conurbano”. O sea: los títulos de nobleza no han sido arrasados. Fueros para los diputados. Privilegios para los jueces. Jubilaciones de privilegio de 150.000 pesos en adelante para ex presidentes, ex vice presidentes. Para los ex docentes, como yo, jubilaciones precarizadas.

Hemos retrocedido hasta antes de la asamblea del año 1813. Gobernadores Feudalizados. E insistimos en la abstracción reaccionaria de la independencia. Mandato imposible de cumplir. Todos los gobiernos, desde el nacional hasta el de cada municipalidad, harán buches y gárgaras con los 200 años de la declaración de la independencia. Subrayo: la declaración. Podemos declarar nuestro amor, y sin embargo no amar. Podemos declarar nuestra independencia, y sin embargo estar sometidos. La cultura represora logra estos milagros inesperados.

La oportunidad histórica, no de la independencia, que es una ficción, sino de la autonomía, que es un devenir concreto de la lucha de clases, la hemos rifado reiteradamente. La cultura represora condena la dependencia, solamente para encubrir el sometimiento. Por eso la política represora busca enamorar. El enamorado no piensa. Está sometido a una idealización represora y en manos del buen dios, en el peor de los casos. La idealización arrasa con el ideal. Para todas estas aberraciones nunca habrá arrepentimiento. Por eso no hay perdón. Porque la corrupción es el delito con mayor tasa de reincidencia.

Es el delito transgeneracional y transversal a todos los partidos políticos que engalanaron al poder político. Por eso creo que no hemos sido derrotados. Hemos fracasado. Nos hemos derrotado a nosotros mismos. Seguimos copiando la agenda de la derecha, incluso la agenda de los nazis. La represión a los cuerpos sigue vigente, y no solamente en las cárceles. “El pasado 26 de mayo la Secretaría de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud, a cargo del Lic. José Manzur, aprobó la Resolución N° 000001-SSMyA en la que disponen la implementación de la Terapia Electroconvulsiva (TEC) en la Provincia de Jujuy”, según informó el portal Jujuy al Momento.

La Ley de Salud Mental choca ante su propia limitación: nadie tiene derechos. Los derechos humanos se ejercen, y eso es una contingencia política. No es una declaratoria: es un combate. Las oportunidades históricas desperdiciadas son los penales que hemos pateado afuera. Y no son pocos.

En tenis es el error no forzado. O sea: no forzado por el rival. Forzado por el que saca. Forzado por el que patea. Forzado por el que lucha. Damos la vida y los votos a nuestros victimarios. La revolución cultural y política es necesaria, aunque todavía amplios sectores populares no la desean. Mientras la cultura represora en toda su amplitud nos siga modelando la subjetividad, ni el tiro del penal nos va a salir.


vìa:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/ni-el-penal-del-final-te-va-a-salir.html

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