miércoles, 4 de mayo de 2016

Chile: ¿el inicio de la administración política de la xenofobia?....Leonardo Polloni Agar



Leonardo Polloni Agar



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Europa vive una crisis de acogida humanitaria a propósito de los conflictos en Siria y otros países vecinos. Ante este hecho las respuestas han sido disimiles, por un lado desde la perspectiva de los Derechos Humanos. La apertura de fronteras a miles de personas que junto a sus familias han cruzado la frontera con el motivo de preservar sus vidasy ya son miles los reasentados en los países de Europa que claman por protección y solidaridad. Por otra parte esta situación ha abierto una oportunidad única para sectores conservadores de los países de acogida, los cuales han visto una ocasión política única para posicionarse en la opinión pública reflotando viejas banderas de nacionalismos e intolerancia hacia ciertas nacionalidades, credos o etnias. El multiculturalismo europeo a propósito de aquello, imaginariamente pareciera ponerse en cuestión, debido a que, las coyunturas geopolíticas de movilidad humana actuales, cosechan el momento ideal para validar la contraposición entre multiculturalismo versus nacionalismo.



El desafío será para quienes pretendan o aspiren obtener una posición de representación pública local, buscar fórmulas de inclusión efectiva y convivencia intercultural para todos aquellos que sin distinción han querido hacer de Chile su tierra.



Como es de conocimiento público hemos evidenciado las exaltaciones patrio centristas en los países de destino de la migración, a consecuencia del prejuicio y la xenofobia. Dichas actitudes buscan a ese “otro” en tanto que es diferente, aquel que no ha sido capaz de asimilarse al grupo nación de acogida. Principalmente para los sectores conservadores el objeto de xenofobia suele ser móvil y no estático. Desde este punto de vista, para Donald Trump, su objeto no son los afroamericanos, ni menos la comunidad latina largamente radicada en Norteamérica, sino más bien la migración emergente o los “ilegales”, y además entre ellos los musulmanes y árabes.

Para el conservadurismo europeo no lo son los africanos, ciudadanos de tercera generación, sino que las corrientes de refugiados, provenientes de la crisis bélica y alzadas de terrorismo a las cuales están sometidos. En el caso local chileno, no es la migración peruana la depositaria de actitudes prejuiciosas hoy debido a sus pautas, usos o costumbres como sucedía en la década anterior; se les ha aprendido a querer entre otras cualidades por su gastronomía. Hoy más bien este rechazo se desplaza hacia una incipiente comunidad colombiana en donde hoy transita el objeto de la xenofobia.

Pues bien, lo anterior es una ecuación que teniendo tres elementos; nacionalismo, concepciones conservadoras y políticas, se traduce en una potencial fórmula, “la administración política electoral de la xenofobia”. La cual es actualmente utilizada en países de Europa y Norteamérica.

La fórmula no es nueva, una vez identificada para los sectores conservadores, la población objeto del prejuicio social, el siguiente paso es orientar la articulación discursiva de la amenaza, la inseguridad y el temor. Se trata de un discurso que interpreta a ciertos grupos ciudadanos con un alto nivel de prejuicio e intolerancia, cumpliendo una doble función, por una parte reafirmar la xenofobia de sectores de la población y por otra afianzarlos como potenciales electores. Esta relación circular fomenta y reproduce, los imaginarios sociales, los estereotipos, basados en los prejuicios traducidos en expresiones de xenofobia que se pueden manifestar de manera implícita o explícita y resultante de aquello es inclusive la exclusión institucionalizada.

Muchas veces los conflictos se basan en subjetividades e imaginarios muy distantes de la realidad y de los datos objetivos. Así y todo la ecuación más burda de la administración política de la xenofobia, tiene que ver con la generalización amplia y genérica que supera a las comunidades particulares objeto del prejuicio, más bien abarca la totalidad de las comunidades nacionales, se trata de las personas migrantes, en una facilista simplificación entre un “nosotros” o “ellos”.

Es aquí donde podemos encontrar aseveraciones de corte clásico como por ejemplo: la migración es sinónimo de delincuencia, trae consigo la droga, la prostitución, hábitos disimiles a los nuestros o que atenta al empleo local. Los casos internacionales que hemos sido testigos- de sectores conservadores- como de Le Pen en Francia y Trump en Estados Unidos u otros movimientos ultranacionalistas son ejemplos de la administración política electoral de la xenofobia.

Teniendo presente que nuestro país ha suscrito y ratificado diversos tratados internacionales en esta materia. Resulta llamativo que esta incipiente estrategia discursiva pareciera estar arribando a Chile, seduciendo a sectores diversos de la clase política, que en vista del relativo incremento de la población migrante y/o residente en Chile, han querido reproducir estas generalizaciones. Un laboratorio de aquello es la Región de Antofagasta, quienes de distinta manera, se han expresado respecto a la migración, más bien administrando políticamente la xenofobia, permitiendo de esta manera el fácil rédito político esperado.

Aunque en la región de Antofagasta sólo reside un 4,6% de la población extranjera, existiendo un alto índice de migración interna laboral chilena en esta zona. Solo el 3% de los delitos han sido cometidos por colectivos extranjeros de una total de 26.000 para la zona durante el año 2015. Más que situaciones objetivas, la ausencia de información certera y eficaz hacia la población pareciera ser escenario fecundo e ideal para la administración política de la xenofobia.

Cercano es el caso de la actual alcaldesa de Antofagasta, quien sin desparpajo ha señalado que la migración es sinónimo de delincuencia y, siendo más sofisticada en su particularización, ella se refiere a la comunidad colombiana. Recordado es el anterior intendente también por su autorización de una marcha contra migrantes colombianos. Asimismo senadores y diputados de la región se esmeran por proponer leyes restrictivas o muros simbólicos al fenómeno migratorio. O bien las explícitas aseveraciones como por ejemplo que 6 de cada 10 niños nacidos en Antofagasta son hijos de extranjeros, olvidando que todo niño o niña nacida en Chile por derechos es chileno. Tal vez la reproducción política de la xenofobia es el camino rápido ante la imposibilidad de la generación de estrategias institucionales de inclusión efectiva de las diversas comunidades residentes en Chile.

Mientras se está a la espera de una nueva Ley de migraciones, se avecinan las próximas elecciones municipales, los candidatos y candidatas, tanto para la alcaldía como a las concejalías, preparan su abordaje en los territorios, en el desafío permanente de conectarse con las necesidades de los ciudadanos en los territorios. El panorama es más alentador para quienes sufren de la administración política electoral de la xenofobia, población migrante residente, pues la buena noticia es que una proporción no menor de ellos actualmente poseen derecho a sufragar en estas elecciones municipales.

El desafío será entonces para quienes pretendan o aspiren obtener una posición de representación pública local, buscar fórmulas de inclusión efectiva y convivencia intercultural para todos aquellos que sin distinción han querido hacer de Chile su tierra. El otro camino será inevitablemente y de manera simple transformarse en un Trump local.



vìa:http://www.elquintopoder.cl/sociedad/chile-el-inicio-de-la-administracion-de-la-xenofobia/

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