José Steinsleger
Algo es algo: la asunción del argentino Jorge Taiana como presidente temporal del Parlamento del Mercado Común del Sur (Mercosur) fue la única buena noticia de un año que empezó con los estragos de la “corriente del Niño”, junto con densos nubarrones que anuncian fuertes tormentas sociales en los países de la cuenca del Plata.
Militante político de cuna (su padre fue ministro y médico privado de Perón), y ubicado en las antípodas éticas y morales del presidente Mauricio Macri (enemigo confeso del Mercosur y de la integración latinoamericana), Taiana purgó siete años de prisión durante la dictadura cívico-militar de Jorge Rafael Videla (1976-83), y de 2005 a 2010 condujo la cancillería de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner.
La gestión de Taiana y el Mercosur pinta harto difícil: salvaguardar la paz frente a Washington y Tel Aviv, que redoblaron sus advertencias sobre eventuales acciones del terrorismo islámico en la subregión. Hipótesis pueril, pero que vuelve a cobrar empuje tras las derrotas electorales del kirchnerismo en Argentina y el chavismo en Venezuela, la difícil situación de Dilma Rousseff en Brasil y el referendo para la relección de Evo Morales en Bolivia.
Con excepción de los macroatentados de 1992 y 1994 contra la embajada de Israel y la cooperativa Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), respectivamente, en Buenos Aires (hechos jamás esclarecidos), el llamado terrorismo islámico ha estado ausente en América Latina. Sin embargo, tras la caída de las torres gemelas en 2001 (tampoco esclarecida), dicho flagelo fue convertido en pretexto para atizar un nuevo tipo de guerra… ¿preventiva?
Guerra donde lo espectacular y verosímil doblega lo verídico y verdadero. Y para crear el clima, los medios hegemónicos concentrados, o la anarquía mediática en la web, se retroalimentan como anillo al dedo. En México, por ejemplo, el bulo del extremismo islámico en la frontera norte fue ventilado en agosto de 2014 por Judicial Watch, grupo sionista vinculado al Partido Republicano. Pero ya en 2001, el ex embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow, alertó sobre la posibilidad de que terroristas islámicos pudieran usar nuestro país como punto de acceso a territorio estadunidense ( La Jornada, 21/4/15).
Asimismo, en mayo pasado, la CNN contribuyó al clima referido entrevistando a un supuesto experto militar de Colombia, quien insinuó la presencia de 500 militantes del Isis en América Latina (programa Café, 6/5/15). Pocos días después, el diario Clarín de Buenos Aires se refirió a correos electrónicos intimidatorios del llamado Estado Islámico (Isis o Daesh) contra las presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández.
En septiembre, durante su visita al Vaticano, Cristina Fernández denunció las amenazas del Isis contra su vida, ligándolas a maniobras originadas en su temeraria decisión de disolver la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side), entidad que durante 20 años estuvo dirigida en las sombras por el todopoderoso agente Horacio Jaime Stiuso.
Probado confidente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y el Mossad, Stiuso tiene mucho que aclarar en el suicidio o asesinato del ex fiscal Alberto Nissman (enero de 2015). Siempre y cuando Estados Unidos (donde se halla refugiado) consienta en acatar la orden de captura solicitada por la justicia argentina a Interpol.
Desafortunadamente, el triunfo de Macri acabó con cualquier posibilidad de soberanía del Estado sobre sus servicios de inteligencia. Así, el partido judicial del presidente ya interpuso una demanda penal de traición a la patria contra el ex canciller Héctor Timerman, por el famoso memorando de entendimiento con Irán. Mientras, de su lado, el Centro Simón Wiesenthal (CSW, asociación sionista con sede en Buenos Aires) pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) que convoque a una reunión extraordinaria para tratar “la amenaza del terrorismo de Oriente Medio en América Latina, a la luz de la ‘oleada’ de ciudadanos sirios que llegan a la región con ‘pasaportes robados’” (agencia Efe, 9/12/15).
Ariel Gelblung y Shimon Samuels, altos directivos del CSW, señalaron que las fronteras del Mercosur serían un colador fáciles de franquear. Término (colador) que Macri usó durante su campaña, aunque para referirse a los bolivianos y paraguayos que quitan trabajo a los argentinos y que en adelante serán sirios o… iraníes vengativos.
En suma, y gracias a Macri, quedará probado (de antemano, y en exclusiva) que el Mercosur alberga células durmientes del terrorismo islámico. Por lo que, de producirse un atentado, uno a 10 que en las inmediaciones se encontrará un libro del Corán, o un calzoncillo de innegable origen musulmán. Y más, luego que Rousseff se negó a reconocer como embajador de Tel Aviv a Dani Dayan, empresario argentino que reside en territorios invadidos de Palestina.
¿Aguas van? No os preocupéis, que Hollywood ha tomado cartas en el asunto. La guapa sesentona Kathryn Bigelow, primera mujer en ganar un Óscar a la mejor dirección ( The hurt locker o En tierra hostil, 2010) y propagandista de la tortura contra el terror, ya visitó varias veces Ciudad del Este o triple frontera (Argentina, Paraguay, Brasil). Sin duda, inmejorable lugar para filmar otra gran película.
vìa:
http://www.jornada.unam.mx/2016/01/06/opinion/018a1pol
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