Colusión
de la élite política, así sin más, es la frase que describe y devela
las últimas decisiones y acuerdos que se han llevado en el Congreso
respecto a la Nueva Ley de Partidos Políticos y que están dejando mucho
por desear.
Recordemos que el “Consejo Asesor Presidencial Contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencias y la Corrupción”, más conocida como Comisión Engel, fue presentada en marzo del año 2015 como instancia que apuntaba a realizar diagnóstico y establecer medidas recogidas de la experiencia mundial sobre buenas prácticas y probidad en la política, haciendo frente a los casos SQM y Penta, entre otros acontecimientos que estallaron y que terminaron de sepultar cualquier rastro de credibilidad al ejercicio de la política y sus instituciones.
Parte del problema por el cual se convocó a la Comisión Engel en aras de una nueva ley era porque se hacía evidente que esta casta política sólo se representaba a sí misma a costa del poder obtenido por el voto entregado por los ciudadanos
En
abril del mismo año la Presidenta Bachelet da a conocer públicamente
parte de las medidas del informe que se materializarían en proyectos de
ley: “son medidas severas, y algunos querrán resistirlas para que las
cosas queden igual. Pero mi principio es claro: la democracia y
la política son de todos y no podemos tolerar que sean capturadas por el
poder del dinero.” señalaba nuestra mandataria.
Lamentablemente
con el paso del tiempo y con la responsabilidad de llevar a buen puerto
la ley, fuimos testigos de cómo la propuesta de la comisión fue
distanciándose cada vez más del original. Dentro de los puntos
reprochables fue la insistencia en reducir el plazo (de 2 a 1 año) para
perseguir delitos e infracciones electorales, situación que ameritó una
indicación acogida por la Comisión de Hacienda del Senado y negociada
con la Comisión de Probidad para que se respetara el tiempo original
propuesto; la inversión y administración de patrimonio; el re-fichaje de
militantes; la constitución y disolución de partidos; la modalidad de
elecciones internas de los partidos quedó reducido al arbitrio de cada
conglomerado rechazando el principio “un militante un voto” como vía
única y estandarizada que permitiría tener verdadera representatividad
al interior de ellos y la gota que rebalsó el vaso: la eliminación del
requisito de paridad de género en la composición de los órganos
colegiados de los partidos políticos anulando en un dos por tres el
camino ganado para ampliar y potenciar la participación de mujeres en
política.
Es claro que parte del
problema por el cual se convocó a esta comisión en aras de una nueva ley
era porque hacía evidente que esta casta política solo se representaba a
sí misma a costa del poder obtenido por el voto entregado por los
ciudadanos. Gabriel Salazar en su texto La Enervante Levedad de la Clase Política Chilena
(2015) lo explica muy bien: “una máquina dedicada a perpetuarse a sí
misma en el poder y en enervante goce de los privilegios asociados a
éste”. Así sea ha dicho y se ha manifestado con sus actos, faltaría
enfatizar que esta clase política ha perdido los cabales y juicio de
realidad, el poder se les fue a la cabeza y se sienten intocables, se
han creído intocables, armando familias y lazos que aseguren esa
perpetuación en el poder, creyendo que el pueblo no entiende o no
alcanza a darse cuenta de su accionar y lo que es peor, un pueblo sin
herramientas de control ¿No se suponía que ellos debían
representar el sentir de sus electores? y, más aún, ¿en plena crisis de
la democracia representativa?
Esta
colusión política no es exclusiva a un bando, es incluyente a todos los
sectores y se manifiesta así de descaradamente en esta Ley que
siendo respetada en su origen y esencia haría trastabillar los altares
en que se encuentran y posibilitaría que, de una vez por todas, la
política y sus representantes se pudiesen sacudir el polvo y comenzar
una nueva era con la casa limpia y en orden.
La
colusión de la élite política no se diferencia de la colusión del papel
higiénico, supermercado, ni pollos. La RAE define Colusión como “pacto
ilícito en daño de tercero” ¿Alguna duda? ¿Con la nueva Constitución
pasará igual? Si hay alguna colusión que debiera darse y con fuerza
debiera ser la colusión ciudadana en post de devolver la cordura y la
decencia sin castas.
vìa:
http://www.elquintopoder.cl/politica/la-colusion-de-las-castas/
http://www.elquintopoder.cl/politica/la-colusion-de-las-castas/
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