Hace
varias semanas, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, inauguró la
primera farmacia popular de Chile, la medida fue apoyada
mayoritariamente y fuertemente aplaudida, tanto así que en días
posteriores, más de 100 alcaldes -incluso de derecha- quisieron
replicarla. La farmacia no solo es buena por sus efectos inmediatos, y
cómo puede ayudar a la comunidad, sino que genera consecuencias políticas importantes, y es sobre ellas que quiero escribir hoy.
Una tercera consecuencia, es que la farmacia popular, apoyada mayoritariamente por la ciudadanía, es en sí misma una dura crítica a la constitución de Pinochet, ya que atenta contra el principio de subsidiariedad, que plantea que el estado solo debe intervenir donde los privados no pueden, o no quieren, pero en este caso, ya tenemos a privados interviniendo, pero aun así, cientos de municipios se suman a la idea de que la propiedad colectiva de una farmacia es algo positivo, independientemente de si ya hay privados que desarrollan esa labor, ya que esto también ayuda a romper el mito de que el estado en economía es siempre fuente de abuso.
Se rompe un mito de la utopía liberal, e incluso la Farmacia popular puede abrir camino a un estado empresario. En la teoría neo-liberal, que el estado pueda participar abiertamente en la economía, es desigual para privados, debido a que estos últimos nunca serán tan grandes y se verán siempre perjudicados, y siendo así, los neo-liberales, ven al estado como algo que debe estar fuera de la economía, por el bien de los pequeños. Pero en la práctica, vemos que la cosa es bastante distinta, acá lo que tenemos es a un Estado democrático que se enfrenta a los abusos de grandes empresas, muchas veces extranjeras, que pueden tener más poder que decenas de estados nacionales, vemos que se coluden, que venden a precios exagerados, y las mayorías deben resignarse ante esos abusos. Es en esta situación donde el estado puede aparecer en economía, para poder enfrentar los abusos de esa minoría que pareciera tener un poder sin límites. Se cae la teoría de que el estado, al ser empresario, siempre ahogará a los más pequeños, y vemos que en este siglo, el estado, al contrario de la teoría, puede ser la herramienta de las mayorías para resistir a los abusos.
Al terminar de escribir esto veo en la portada de El Siglo que se empieza a pensar en supermercados populares. Esto no para, una política de una municipalidad que quiere que Chile cambie, nos demuestra que se puede, que la política es capaz de transformar la realidad, que se puede hacer desde adentro, y que el estado empresario puede ser positivo y beneficioso para las grandes mayorías.
vìa:
http://www.elquintopoder.cl/politica/consecuencias-politicas-de-la-farmacia-popular-de-recoleta/
La política puede ser transformadora; el alcalde Jadue da una lección política en tiempos neoliberales, en que se entiende que la política se trata de administrar, idealmente bien, lo que existe, sin cuestionar mucho cómo son las cosas, ni tratar de transformar instituciones, la idea en estos tiempos es mantenerse en el poder, y no pelear mucho con empresarios, ni con el gobierno, esa es la política que genera desafección en la ciudadanía, cuando en los años 60, o a fines de los 80, la ciudadanía se activó políticamente, fue debido a que vieron en ella una forma de cambiar su realidad. Hoy la idea dominante es que la política no logra cambiar las cosas, que sirve a unos pocos y que son corruptos; esas ideas, si bien pueden dar cuenta de casos particulares, no pueden en ningún caso describir lo que es la política, en tiempos de populismo y un discurso anti-política (porque no cambia nada), vemos que una decisión política puede cuestionar y golpear un modelo injusto, por eso creo que la primera y gran consecuencia de esto, es volver a mostrar a la política como lo que es: una herramienta de transformación de la realidad.Se pueden hacer cambios desde adentro, o desde la institucionalidad. En estos últimos años han proliferado muchos movimientos o colectivos políticos, muchas veces ligados al mundo estudiantil, que descartan a priori la idea de disputar el poder estatal, que creen que es imposible cambiar las cosas desde adentro, ya sea porque en su ideología el estado siempre es perverso, o porque creen que estratégicamente no es muy útil, pero la decisión del municipio de Recoleta invierte la cosa. Si bien creo que no votar es una decisión política legítima, creo que no tiene ninguna utilidad política (sino más bien puede responder a una necesidad individual vinculada a la rabia). Me pregunto: ¿de qué sirvió la campaña #YoNoPrestoElVoto, liderada por la ACES y otros grupos de estudiantes?, ¿tuvo alguna consecuencia política? Bueno, la opción de votar y de elegir a alcaldes como Daniel Jadue tuvo repercusiones políticas y ahora una decisión que puede parecer pequeña, casi administrativa, le está provocando complicaciones a quienes buscan frenar los cambios . No me cabe duda alguna de que esta forma de luchar contra el sistema es muchísimo más eficaz que no votar. Y vemos que con voluntad e inteligencia política, se puede fisurar el modelo, también gradualmente, se puede avanzar en una dirección contraria el neo-liberalismo.
Es en esta situación donde el estado puede aparecer en economía, para poder enfrentar los abusos de esa minoría que pareciera tener un poder sin límites.
Una tercera consecuencia, es que la farmacia popular, apoyada mayoritariamente por la ciudadanía, es en sí misma una dura crítica a la constitución de Pinochet, ya que atenta contra el principio de subsidiariedad, que plantea que el estado solo debe intervenir donde los privados no pueden, o no quieren, pero en este caso, ya tenemos a privados interviniendo, pero aun así, cientos de municipios se suman a la idea de que la propiedad colectiva de una farmacia es algo positivo, independientemente de si ya hay privados que desarrollan esa labor, ya que esto también ayuda a romper el mito de que el estado en economía es siempre fuente de abuso.
Se rompe un mito de la utopía liberal, e incluso la Farmacia popular puede abrir camino a un estado empresario. En la teoría neo-liberal, que el estado pueda participar abiertamente en la economía, es desigual para privados, debido a que estos últimos nunca serán tan grandes y se verán siempre perjudicados, y siendo así, los neo-liberales, ven al estado como algo que debe estar fuera de la economía, por el bien de los pequeños. Pero en la práctica, vemos que la cosa es bastante distinta, acá lo que tenemos es a un Estado democrático que se enfrenta a los abusos de grandes empresas, muchas veces extranjeras, que pueden tener más poder que decenas de estados nacionales, vemos que se coluden, que venden a precios exagerados, y las mayorías deben resignarse ante esos abusos. Es en esta situación donde el estado puede aparecer en economía, para poder enfrentar los abusos de esa minoría que pareciera tener un poder sin límites. Se cae la teoría de que el estado, al ser empresario, siempre ahogará a los más pequeños, y vemos que en este siglo, el estado, al contrario de la teoría, puede ser la herramienta de las mayorías para resistir a los abusos.
Al terminar de escribir esto veo en la portada de El Siglo que se empieza a pensar en supermercados populares. Esto no para, una política de una municipalidad que quiere que Chile cambie, nos demuestra que se puede, que la política es capaz de transformar la realidad, que se puede hacer desde adentro, y que el estado empresario puede ser positivo y beneficioso para las grandes mayorías.
vìa:
http://www.elquintopoder.cl/politica/consecuencias-politicas-de-la-farmacia-popular-de-recoleta/
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