Rodolfo Canicoba Corral, el juez que lleva la causa AMIA,
se pregunta por qué el fiscal de la causa, Alberto Nisman, dedicó tanto
esfuerzo para investigar una supuesta red diplomática paralela, en vez
de abocarse a la tarea que tiene encomendada: profundizar las tres
pistas que, a dos décadas del atentado en la mutual judía, dejan sin
aliento a los familiares de las 85 víctimas fatales y mantienen a la
sociedad argentina en un alto nivel de incertidumbre acerca de cómo la
trama de espías, fiscales y jueces es eficaz para evitar que se sepa la
verdad respecto de lo ocurrido en Pasteur 633 el 18 de julio de 1994.
Hay, con los pocos datos a disposición,
dos hipótesis a seguir. La primera, sostenida por la oposición y por
allegados a Nisman que afirman haber visto las 300 páginas de su
investigación. Esos sostienen que las grabaciones son múltiples y
contundentes y que incluyen diálogos de alguno de los imputados con
cuadros de la inteligencia iraní. En todo caso, una vez que tome estado
judicial, deberán realizarse las pericias que permitan conjurar una
cuidadosa edición de fragmentos de conversaciones y que permitan
confirmar que las contrapartes son los supuestos espías iraníes.
Una segunda hipótesis es que Nisman
disparó fuegos artificiales que tienen como propósito demostrar dos
cosas: que el Gobierno, a través del memorándum de entendimiento entre
Argentina e Irán de enero de 2013, intentó cambiar granos por petróleo y
terminar con el pedido de captura internacional dictada por Interpol
sobre cinco funcionarios iraníes. A juzgar por sus profusas
declaraciones en el programa A dos voces que se emite por TN, Nisman
llevó a cabo una supuesta investigación que le permitiría probar que
hasta la propia Presidenta estaría involucrada en esa maniobra. El gran
problema parece ser que nunca entró petróleo iraní y que nunca se
levantó el llamado “alerta roja internacional” sobre esos cinco
ciudadanos iraníes.
Aquel entendimiento con Irán no sirvió
para nada, el Congreso iraní no lo ratificó y la Corte Suprema de
Justicia de la Argentina lo declaró inconstitucional en mayo de 2014.
Pese a no tener ninguna vigencia, ese acercamiento del gobierno
argentino con las autoridades iraníes, iniciado a principios de 2011,
fue motivo de un gran debate, básicamente porque representaba una manera
de tomar distancia del alineamiento automático con la política del
Departamento de Estado de Estados Unidos.
Es difícil afirmar si hubo o no aspectos secretos que llevaron a Cristina Fernández de Kirchner
a ponerse al frente de ese entendimiento con Irán, pero si existieran
sin duda no son los motivos por los cuales el fiscal Nisman cargó contra
la Presidenta con tanta determinación y tan poca consistencia. Quien
había escrito la teoría del petróleo por granos fue el fallecido
periodista José Ricardo Eliaschev en marzo de 2011 a través de un
artículo en Perfil. El propio Nisman reconoció en TN que él no abonó esa teoría en aquel momento.
¿Qué cambió para que ahora sí lo crea? Lo que esgrimió fueron frases aisladas atribuidas a Luis D’Elía y el líder de Quebracho Fernando Esteche,
entre otros, en supuestas conversaciones telefónicas con personas de
origen iraní en las que ellos allanarían las cosas para mejorar la
sintonía con Irán. Humo, pero además un humo surgido de las chimeneas de
las pinchaduras telefónicas de los servicios de inteligencia.
¿Hay algún agente relevante en la
generación de ese humo? Lo dijo el propio Nisman en TN cuando reconoció
tener una relación estrecha con Aldo Stiles (alias Antonio Stiuso, el Ingeniero),
jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia hasta el pasado 20
de diciembre. “¿Y a quien quiere que recurriera para investigar si no a
los servicios de inteligencia?”, le preguntó de modo retórico Nisman al
periodista Edgardo Alfano para dar por sentado algo que se sabe en los
círculos de la Justicia y la información reservada: Nisman llegó
a ser fiscal de la causa AMIA por ser un hombre alineado con ese espía a
quien muchos consideran el John Edgar Hoover del subdesarrollo.
OTRO FALSO INGENIERO
Stiuso fue incorporado al espionaje vernáculo a finales del gobierno de Isabel Perón e hizo su carrera en plena dictadura militar cuando los PCI
(Personal Civil de Inteligencia) se incorporaban a los grupos de tareas
dirigidos por almirantes y generales. Stiles/Stiuso tuvo (tiene) una
red de espías, algunos de los cuales pueden estar en cabarets o casas de
cambio y muchos otros están en estrados judiciales o son fiscales.
Antes de volver a las inconsistencias
del Nismangate, vale la pena recordar que en julio de 2004, al día
siguiente del aniversario del atentado a la AMIA precisamente, Néstor Kirchner
dio una novedad que podía ayudar a la investigación: habían aparecido
45 de los 66 casetes de escuchas telefónicas que misteriosamente se
habían perdido. Pasados diez años y medio, es difícil saber si alguna
vez existieron esos casetes, lo que puede confirmarse es que no
aparecieron nunca.
Presumiblemente, eran conversaciones que permitían profundizar la llamada pista local, que comprometía entre otros a Carlos Telleldín,
el hombre que habría vendido la camioneta Trafic que supuestamente se
usó para el atentado. Los casetes no aparecieron pero Carlos Telleldín
hoy es el titular de un estudio jurídico e inmobiliario al que se puede
llamar las 24 horas (011-154-9988662 o Nextel 584*4987), entre otras
cosas para gestoría de automotores.
Pocos días después de la fallida aparición de las escuchas telefónicas, el entonces ministro del Interior Gustavo Beliz
se inmolaba al mostrar la foto de Stiuso/Stiles en un programa
televisivo. Si Beliz, por su simpatía proverbial o su acercamiento al Opus Dei, se creía capaz de ganarle una pulseada al experimentado espía, la realidad se ocupó de contestarle de inmediato.
Kirchner, furioso, lo dejó fuera del
cargo. Stiuso, el espía formado en los años de crímenes de lesa
humanidad, jamás tuvo que contestar ¿qué hacía usted en esos años señor?
Por motivos que algún día quizá se
sepan, siguió al frente de la Jefatura de Operaciones de la Secretaría
de Inteligencia de Estado. Sí cambió el nombre de la secretaría, que en
febrero de 2011 pasó a llamarse SI a secas: Secretaría de Inteligencia. No cambiaron los encargados de la actividad.
¿PUEDE UN HOMBRE EN LAS SOMBRAS CONCENTRAR TANTO PODER?
Sin dudas, la causa AMIA es una prueba de que el dolor de la sociedad puede seguir conviviendo con la impunidad. El propio juez Canicoba Corral habla de tres pistas: la siria, la local y la iraní. Gabriel Levinas
–otro periodista de origen judío y también opositor al gobierno pero
que sí investigó en serio la causa AMIA– relativiza las versiones de que
todos los caminos llevan a que Hezbollah (una organización asentada en el sur del Líbano) fue el brazo ejecutor de un plan urdido por la República Islámica de Irán–.
De lo que nadie duda es de que la pista iraní es funcional a la Mossad, la CIA y el FBI.
La pista iraní sirvió durante años para que Israel y Estados Unidos
tuvieran un argumento más contra una nación rica en petróleo y
desafiante al poder internacional. Siria, hasta hace
unos años, se parecía más a una nación laica en medio del polvorín
musulmán. Estos años movieron un poco el tablero.
Hace casi cuatro años que Siria está en una guerra que algunos llaman civil al tiempo que en Irán soplan vientos más moderados desde que asumió la presidencia Hasán Rouhaní en reemplazo de Mahmud Ahmadineyad,
el hombre que había afirmado que el Holocausto era un mito. Aunque el
tablero mundial se mueva, Irán, para la derecha latinoamericana y el
Departamento de Estado seguirá siendo la bestia negra aliada a la
República Bolivariana de Venezuela, a Evo Morales y a cualquier
izquierdista que no se sienta identificado con los tratados de libre
comercio y la hegemonía de Estados Unidos y su historia de crímenes,
golpes de Estado y negocios de las multinacionales.
Stiuso, en estos años
fue uno de los engranajes de la maquinaria de inteligencia aliada a las
agencias de espionaje de los países centrales. Nisman cumplió con todos
los requisitos formales para estar al frente de la fiscalía de la causa
AMIA y lo hizo mientras Stiuso estaba alineado con el Gobierno. Muchos
suponían que este espía se mantendría tranquilo por un tiempo tras su
salida de la estructura, pero desde el miércoles pasado queda claro que
no fue así.
LAS FORMAS JURÍDICAS
El juez Canicoba Corral
afirma que no hay motivos para que Nisman no le haya aportado las
escuchas telefónicas. La única escucha que el magistrado autorizó es la
del dirigente islámico Jorge Khalil. El fiscal Nisman
sostiene que no son pruebas sobre la investigación del atentado y que en
consecuencia no tenía obligación de dárselas a Canicoba Corral.
Entonces, ¿cómo es que Nisman se pasó
dos años armando esta historia que dio a conocer? ¿Quiénes, qué jueces
autorizaron esas escuchas? Lo que dice Nisman es que el material se lo
aportó “la Secretaría” y sería ingenuo pensar que un fiscal formado en
las leyes y el Derecho incurra en hacer públicas pinchaduras no
autorizadas. Será parte de lo que deba responder en su concurrencia al
Congreso.
Lo concreto es que el fiscal decidió llevarle sus carpetas al juez Ariel Lijo, titular del juzgado federal número 4 de la Capital, subrogado por la jueza María Romilda Servini de Cubría,
quien de inmediato decidió no habilitar la feria judicial para tratar
la denuncia. Pero, ¿por qué Nisman no siguió el procedimiento natural
que es presentar la denuncia y que vaya a sorteo?
Es sugestivo que una cautelar presentada por el diputado massista Mauricio D’Alessandro
haya tenido curso en la Justicia para frenar la designación de 16
fiscales subrogantes y que un fiscal haga una denuncia pública temeraria
y que para buena parte de la oposición mediática y política no importen
las formas jurídicas.
ARRANCÓ EL AÑO POLÍTICO
En los últimos meses, el Gobierno había logrado instalar la disputa con los fondos buitre
en todos los foros internacionales. Una diplomacia que para los
sectores opositores era bastarda logró fuertes consensos. Bastó que Héctor Timerman
pisara suelo parisino para que no importaran los 17 muertos en Francia
ni los 20 muertos en Nigeria. Importaba si el canciller llamó o no llamó
por teléfono a la Presidenta. Subidos al dolor y a un complejo
entramado de odios raciales, se dio el clima para que Nisman tirase el
carpetazo
Más allá de los oportunismos, de la
clara maniobra opositora, queda el desafío de saber si hay algo de
verdad entre las 300 páginas de su carpeta. Sobre todo, queda una vez
más y a dos décadas, la incógnita de si algún día los familiares de las
víctimas de la AMIA tendrán Justicia.
Eduardo Anguita
vía:
http://www.elciudadano.cl/2015/01/24/141497/lo-que-no-dicen-los-medios-de-la-muerte-del-fiscal-nisman/
http://www.elciudadano.cl/2015/01/24/141497/lo-que-no-dicen-los-medios-de-la-muerte-del-fiscal-nisman/
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