El gobierno prohíbe el Zócalo con pretexto, pero somos pacíficos y obedientes; ¿Será mejor inmolarnos?
Pedro Echeverría V.
1.
Los campesinos “independientes” de diferentes estados del país, así
como otras organizaciones avisaron hace tres meses al gobierno de la
ciudad de México que iban a marchar desde “el Ángel” –por las avenidas
Reforma y Juárez- hasta el Zócalo hoy sábado seis de noviembre. Sin
embargo, no los dejaron dirigirse al Zócalo porque el gobierno les dijo
que “están armando en él una pista de hielo”. Dado que esos campesinos y
sus dirigentes tienen miedo a ser acusados de “provocadores” aceptaron
humildemente concentrarse en la explanada del Monumento a la Revolución.
Obvio, no serían los primeros en aceptar la orden: ya lo han hecho los
lopezobradoristas, los del PRD y mil más porque en México el gobierno
manda y el pueblo obedece. Sólo habría que preguntarles: ¿Para conservar
su “pacifismo” aceptarían ser cerrados en un estadio?
2.
Así prueba y comprueba en la práctica el gobierno lo fácil que es
imponer una ley para prohibir las marchas, concentraciones o bloqueos;
que en adelante para hacer cualquier protesta masiva haya que pedir
permiso aunque desde siempre la llamada Constitución no hable de
permisos sino de simple avisos, si es necesario, para asegurar la
protección. Ante tanta cobardía, pusilanimidad, que se expresa
respondiendo: ¿Para qué pelear, chocar, insultar, si no se gana nada
porque hay que respetar a la autoridad y la ley?, parece que la ley
antimarchas, despótica y autoritaria del gobierno, no tendrá ninguna
dificultad para instalarse. Quizá en adelante habría que inmolarse
quemándose vivo (como los bonzos budista), para pedir justicia. ¿Acaso
el ejemplo de joven chiapaneco no es una muestra de desesperación ante
una justicia ciega y sorda?
3.
Con la terrible miseria, el enorme desempleo y el incremento de la
corrupción funcionaril que sufren los mexicanos; ante el cierre de las
únicas vías legales para manifestar nuestras protestas y descontento,
con la aprobación de la ley fascista de antimarchas en las calles y
plazas, parecen estar empujando al pueblo hacia el fortalecimiento de
las cinco o seis guerrillas rurales que existen, a la fundación de
guerrillas urbanas como las de los setenta, a que se incrementen los
secuestros de millonarios y los asaltos de bancos. ¿Cómo soportar sin
chistar, sin protestar que la economía de México siga avanzando hacia el
derrumbe, al precipicio, sin hacer nada para frenarla? Ante esa
pusilamidad que no es menos que cobardía, yo estoy y estaré con los
jóvenes apoyando todas las acciones que realicen en defensa del pueblo
trabajador. (6/XII/14)
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