1.
Ayer la conductora Carmen Aristegui logró que el valeroso luchador
social Sandino Bucio “aceptara” que sí es él el que aparece en el vídeo
policiaco; hoy La Jornada publica en primera plana la fotografía
policiaca (encerrada en un círculo) como prueba ¿para que las fuerzas
represivas vuelvan a detenerlo? Hay que decirles –si de verdad son
órganos progresistas- que no jodan; que le dejen esa tarea al 99 por
ciento de los medios de información basura que están al servicio del
poder y la represión. Aristegui, La Jornada y Proceso hasta hoy han
realizado una labor –en general- progresista que mucho ayudan a orientar
la política de izquierda; pero jodiendo a la gente que arriesga vida y
libertad en las calles luchando contra el sistema y ayudando al gobierno
a apuntalar el ideal porfirista de “paz, orden y progreso”, no sirven.
2.
Denunciar a los luchadores sociales de verdad ante un gobierno y
órganos policiacos asesinos, es gravísimo. Esa actitud es la de
Televisa, TV Azteca, Milenio y mil medios de información más cuyo
trabajo es ese precisamente. Si La Jornada y Aristegui no son órganos al
servicio del Estado y –por el contrario son analíticos y críticos-
deben apoyar a los luchadores sociales que son los que están desnudando
los fraudes, desfalcos, robos, asesinatos, del Estado capitalista. ¿O
debemos gritar que no contamos ya con esos medios porque todos son
iguales de corruptos y están al servicio del poder? Por lo menos había
que exigirles que esos medios paguen su error autocriticándose y
ofreciendo a Sandino Bucio los mejores espacios para publicar y
declarar. No sé si me ha faltado comprender, pero esa ha sido mi opinión
desde ayer por la mañana.
3.
La defensa del luchador social libertario, Sandino Bucio contra sus
enemigos y detractores, debe ser fundamental. No es el estudiante Bucio
–a quien personalmente no conozco- es su lucha y sus estrategias de dar
la batalla en las calles con el rostro tapado o no, la que tenemos los
libertarios y todos los luchadores sociales la obligación de defender.
Los aparatos de poder: desde el gobierno, los empresarios, los militares
y los señoritos “intelectuales”, han puesto el grito al cielo contra
los anarquistas que no respetan ningún poder. Se preguntan los poderosos
alarmados: ¿cómo unos jóvenes –que deberían respetar todo lo que hemos
construido con sacrificios- van a cuestionar el poder de la familia, los
padres, gobiernos, partidos, curas, empresarios, profesores, medios de
información y todo?
4.
Gracias a los profesores y estudiantes de Guerrero, Oaxaca, Michoacán,
DF -que con sus batallas contra el poder solidarizándose con los 43
normalistas desaparecidos- están enseñando en la República cómo se lucha
en las calles, la gente está despertando. Los guerrerenses les han
prendido fuego a todas las instituciones que han participado
directamente o han colaborado para que muchos profesores, estudiantes,
campesinos, mucha gente, sea asesinada y desaparecida en ese estado y el
país. Oaxaca, Michoacán, DF, han quedado cortos. Que los “señoritos” o
“señoritingos” ingresen a los partidos o al gobierno y ocupen los cargos
que ambicionan, pero que no estén jodiendo –junto a la clase represora,
con propaganda e ideología reaccionaria- a los luchadores sociales por
cubrirse el rostro y encabezar las manifestaciones.
5.
La revolución anticapitalista –tan necesaria y urgente en el mundo-
está todavía muy lejos, pero estos ensayos de cientos de miles de
manifestantes en las calles, nos están gritando que se acerca. Importa
poco si Peña Nieto renuncia o no junto a su corrupto gabinete; lo
importante es que lo que aprendamos de lucha en las calles no se olvide.
Después de una renuncia del presidente lo primero que veremos en las
calles es al ejército yanqui con sus tanques para garantizar otro
gobierno incondicional. Si no aprendimos a luchar nos aplastarían sin
oposición; pero, si al contrario, hemos aprendido, pelearemos por
nuestro país para expulsar al invasor. Por ello lo más importante no es
lo que haga la clase dominante, sino que el pueblo siempre esté a la
altura de las circunstancias; y estar en esa altura es saber pelear para
defenderse.
6.
Así como en los sesenta y setenta del pasado siglo la clase dominante
tenía miedo al comunismo porque luchaba y prometía expropiar las enormes
riquezas acumuladas en una cuantas familias y repartirlas entre la
población trabajadora; hoy una vez acomodados en el poder capitalista de
la burguesía, muchos llamados socialistas y comunistas se sienten
cómodos. Pero hoy los jóvenes, sintiéndose “hasta la madre” con la
explotación, la miseria y el engaño de políticos y empresarios, han
gritado ¡Basta! Se busca desprestigiar a los luchadores sociales más
destacados; acusarlos de que están contra el poder y quieren destruir el
capitalismo, por ello se construyen leyes para legalizar la represión
contra ellos. Espero que mi visión acerca de Aristegui y La Jornada esté
equivocada; pero eso es lo que veo. (2/XII/14)
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