Gog es un tipo con tanto dinero que aburrido de la vida le da por comprarse un país que cada tiempo visita
y cuyos habitantes no tienen idea. Si quiere levanta coaliciones
políticas o caudillos. Si se le da la gana los baja, si hay muchos
problemas paga a algún oficial del Ejército y se hace un golpe de
Estado. Gog es el protagonista del libro homónimo del escritor italiano Giovanni Papini,
publicado en las primeras décadas del siglo XX y genera conexiones
inmediatas con Agustín Edwards Eastman, dueño de El Mercurio y apodado Doonie por la familia.
El periodista Víctor Herrero viene a llenar un vacío en la historia de la prensa en Chile con una biografía de Doonie,
quien sexto de su generación en Chile, nació en un frío día de otoño en
París. La investigación se suma a las pocas publicaciones sobre la
prensa en el país, de las que se rescata el trabajo del periodista
norteamericano Ken Dermota, publicando hace ya casi una década: Chile inédito.
Herrero parte su investigación revisando el origen de los Edwards en Chile, genealogía que parte con el barbero inglés George Edwards,
quien llegó en 1804 las costas de Coquimbo a bordo del Blackhouse, un
navío pirata y aprovechó la fiebre de los minerales en la región de
mediados del siglo XIX para crear su fortuna. Uno de sus descendientes,
Agustín Edwards Ross, bisabuelo del actual dueño del Mercurio, fue el
principal financista y uno de los grandes líderes de la Guerra Civil de
1891, contribuyendo activamente a la caída de Balmaceda. Siguiendo la
tradición de poder, la abuela de Doonie lo aconsejaba: “tú eres un Edwards, la gente se acerca a ti por interés”.
Entrevistamos a Víctor Herrero, quien
nos contó que “los casi tres años y medio de investigación fueron
completamente autofinanciados. Es decir, yo pagué por viajes, fotocopias
y, durante dos años, un ayudante de investigación. Fue un esfuerzo muy
grande que, en verdad, me ha dejado bastante estresado financieramente.
Por suerte, pude contar con el apoyo de mi esposa, que es enfermera, y
que muchas veces hizo turnos adicionales para financiar el hecho que yo a
veces no podía aportar mucho al hogar.
¿Es muy difícil hacer periodismo de investigación en Chile?
- Financiar investigaciones de este tipo
es delicado. Por un lado, muchos de los pocos fondos que existen en
Chile no tienen ninguna lógica. Hay que presentar un 30, 40 o 50% del
trabajo escrito, cuando escribir es lo último. Lo que se necesita es
dinero para la investigación. Como se trataba de un tema delicado, no
busqué financiamiento externo, ni en Chile ni fuera del país.
Al principio del libro comentas
que en Chile el mundo del periodismo y el de la historiografía apenas se
topan ¿a qué atribuyes dicha despreocupación pon un cruce de saberes
tan fructífero?
- Creo, sinceramente, que es parte del
trauma de los casi 17 años de dictadura. Me acuerdo cuando entré a
estudiar periodismo a la Universidad Católica en 1991, teníamos un curso
que se llamaba Chile en el Siglo XX. Era un muy buen curso, pero
terminaba en 1970. El profesor decía que los hechos a partir eran
demasiado recientes. Pero, por otro lado, la prensa de la época, me
refiero a comienzos de la década de los 90, le prestaba poco o ninguna
atención a los años 70. Hubo excepciones, claro. Además, en Chile existe
poca cultura de periodismo histórico contemporáneo. Si uno compara con
Alemania o Estados Unidos, por ejemplo, acá es un ámbito que simplemente
apenas existe. Recién con el 40 aniversario del golpe de Estado hubo
más cosas en el periodismo mainstream.
¿Eres partidario de que existan
fondos públicos efectivos (no los formales que existen hoy a través del
fondo del libro) para producir investigación periodística independiente y
de calidad?
- Desde luego que sí, pero como te
mencionaba, tiene que ser sobre todo para la fase de investigación, que
es la más difícil y costosa, y no como ahora para la escritura. Es más,
creo que el Estado tiene una cierta obligación en este sentido. Aquí no
se trata de política, por lo tanto es independiente del color político
del inquilino de La Moneda. Se trata de contribuir a que existan
trabajos, desde todos los ángulos, que puedan fomentar un debate y un
intercambio de ideas serio.
LOS EDWARDS Y LA GUERRA DEL PACÌFICO
¿Cuál fue el rol de Agustín Edwards Ross en la Guerra del Pacífico?
- Quienes conocen algo de la saga
familiar de los Edwards afirman que el más importante fue Agustín
Edwards Mac Clure, el abuelo del actual Agustín. Lo dice incluso el
propio Gabriel Salazar. Yo creo que el alma edwardiana está en Edwards
Ross, su bisabuelo. Edwards Ross fue el primer oligarca chileno en
comprender nítidamente la importancia que jugaban los medios de
comunicación a la hora de conectar el poder político y el poder
económico. Y se dio cuenta de ello precisamente para la Guerra del
Pacífico. En mi libro se describe con cierto detalle cómo este Edwards,
junto a otros grandes capitalistas chilenos e ingleses, trataron
arduamente de calentar los ánimos a favor de una guerra en el norte. La
razón era simple. Tras una asamblea constituyente, Bolivia decidió
elevar levemente los royalties a las empresas mineras que operaban en la
región de Tarapacá. Y la más importante y más grande, pertenecía a
Edwards Ross. En una reunión de directorio estos señores deciden
realizar una campaña pública a favor de su causa, ya que el gobierno en
Santiago no les estaba dando al principio mucha importancia al tema, ya
que estaba lidiando con problemas fronterizos con Argentina en el sur.
En fin, decidieron comprar, literalmente, artículos favorables a su
postura. Hay que recordar, eso sí, que el cohecho era algo generalizado.
Comprar periodistas no era necesariamente peor que comprar votos. En
fin, la campaña medial fue un éxito y ayudó a caldear los ánimos
belicistas. Sería exagerado decir que Edwards Ross y su compañía fueron
los únicos responsables de la guerra, pero lo cierto es que desempeñaron
un papel clave. Todo este episodio convenció a Edwards Ross de la
necesidad de contar con medios de prensa fuertes e influyentes. Y,
bueno, la guerra fue un excelente negocio para el bisabuelo del actual
Agustín.
¿Qué consiguen los Edwards tras
su vinculación en la guerra que los tiene en un rol preponderante en las
relaciones de la Inglaterra de fines del siglo XIX y principios del XX
con Chile?
- Las relaciones de los Edwards con
Inglaterra anteceden a la Guerra del Pacífico. No hay que olvidar que el
primer Edwards, George, era británico, de origen galés. En las primeras
dos a tres generaciones, los Edwards, mujeres y hombres, se casaron con
descendientes británicos, algunos de los cuales eran representantes de
las grandes firmas comerciales inglesas en Chile. En la familia
extendida, que incluye además de los Edwards a los Ross, por ejemplo,
muchos fueron cónsules de Su Majestad. En muchos libros de historia que
se enseñan en los colegios, se suele dar mucha importancia al rol
británico en la minería del norte chileno. Pero se olvida que los
capitalistas chilenos, algunos descendientes ingleses, jugaron un papel
igual o mayor. Las estrechas relaciones de los Edwards con Gran Bretaña
se prolongaron durante décadas, hasta que hacia los años 30 los Edwards
se dan cuenta que tienen que girar hacia Estados Unidos, a la par del
giro global de las potencias occidentales.
AGUSTÍN EDWARDS, PEPSI COLA Y LA CIA
¿Los contactos de Agustín
Edwards con la financiamiento del gobierno de EE.UU. y la CIA son
anteriores a la campaña de Eduardo Frei de 1964?
- Eso no me consta. Lo único que puedo
afirmar con certeza es que en 1964 Agustín Edwards se reunió con varios
altos personeros del gobierno y del mundo empresarial de Estados Unidos,
para ver maneras de evitar un triunfo de Allende. Entre ellos con John
McCone, entonces el director de la CIA, quien después fue miembro del
directorio de la Anaconda Copper Company, dueña en Chile de varias de
las minas de cobre más grandes, que a inicios de los setenta presionó a
la Casa Blanca por evitar la ascensión de Allende.
¿Podrías darnos más luces sobre la participación de Edwards en el Business Group, hoy llamado Council of the Americas?
- El Business Group fue el epicentro del
apoyo de las grandes empresas de Estados Unidos a las políticas
hemisféricas de la Casa Blanca. En un principio, fue el presidente
Kennedy quien le pidió a David Rockefeller, banquero internacional y uno
de los herederos de la fortuna petrolera de la Standard Oil, organizar
un grupo de altos personeros empresariales para apoyar la Alianza para
el Progreso. En este grupo figuraban empresas como la ITT, Anaconda, la
Pepsi, en fin, todas aquellas con amplios intereses comerciales en
América Latina. Como parte de su estrategia, el Business Group incorporó
a grandes empresarios latinoamericanos, ideológicamente a fines. La
relación con Edwards fue excelente desde el comienzo. Para empezar,
porque al igual que los Rockefeller, los Edwards eran un fortuna
centenaria. Se conocían al menos desde los años 20. Segundo, Agustín
Edwards era un hombre casi anglosajón, educado de niño en Inglaterra y
alumno de Princeton después. Y tercero, Edwards ya tenía excelentes
negocios con empresas estadounidenses, como la Pepsi. Como dueño
mayoritario de la CCU, a fines de los años 50 Edwards firmó un contrato
de 25 años para comercializar las bebidas Pepsi en Chile. Ese acuerdo lo
firmó con el entonces ejecutivo a cargo de las operaciones
internacionales de la Pepsi, Donald Kendall. Kendall después fue el
presidente ejecutivo de la Pepsi y, ciertamente, también miembro del
Business Group.
¿Y con Rockefeller?
- Edwards hizo negocios con Rockefeller
en Chile. Era dueño de un 20% de IBEC chilena, una firma de inversiones
que los hermanos Rockefeller, David y Nelson, tenían en varios países de
América Latina. La amistad de Edwards con Rockefeller y Kendall es
genuina. Se ha mantenido por más de medio siglo. De hecho, ambos han ido
a veranear a Illeifa, la isla que Agustín Edwards tiene en el lago
Ranco. Incluso me comentaron que en Illeifa hay una cabaña con el nombre
de Kendall. Sólo para su uso.
CHICAGO BOYS Y EL MERCURIO
¿Cuál es la relación de Edwards con el sistema económico neoliberal?
- Los Edwards hicieron su inmensa
fortuna a mediados del siglo XIX. Era una época sin regulaciones
laborales no sociales, donde, hay que recordar, a los mineros ni
siquiera se les pagaba un salario sino que se les remuneraba con fichas
que podían canjear en las pulperías que, a su vez, pertenecían a los
dueños de las minas. Fueron las décadas del capitalismo más salvaje y
desenfrenado, conocido también como la época “liberal”. Cuando este
sistema de laissez-fair colapsa en 1929, dando vida a sistemas
económicos con un mayor papel del Estado, más regulaciones y
restricciones al capitalismo desenfrenado, los Edwards lo lamentan
profundamente. Nunca fueron industriales –hay que recordar que la
industrialización fue una de las metas de este nuevo sistema económico- y
les costó adaptarse. Edwards MacClure, el abuelo, hablaba de un
“nacionalismo económico” que le hacía muy mal al país. En verdad les
hacía mal a ellos, pero bueno. Por lo tanto, los Edwards siempre fueron
neoliberales, en el sentido que buscaban volver a un modelo económico
como el que les permitió prosperar tanto a ellos. Así, cuando surgen las
primeras teorías neoclásicas hacia fines de los años 40 y comienzos de
los 50, los Edwards se cuadran rápidamente con ese pensamiento, que es
su pensamiento. Hay que recordar que Agustín Edwards Budge, el padre del
actual Agustín, fue el principal impulsor de la comisión Klein-Saks
en la década del 50. Esta buscó durante el gobierno de Carlos Ibáñez
estabilizar los precios y proponía para ello una serie de recetas que se
podrían denominar pre-neoliberales.
¿Qué podrías comentar de su relación con la Escuela de Chicago?
- Cuando el actual Agustín Edwards asume
el imperio familiar a fines de esa década, inmediatamente se convierte
en uno de los principales impulsores y financistas del convenio entre la
Universidad de Chicago y la Universidad Católica, ámbito del cual
saldrán las cabezas pensantes del neoliberalismo chileno. Y después, les
abre las puertas de El Mercurio. Por lo tanto, no sería exagerado
afirmar que Agustín Edwards es uno de los padres en la sombra en la
gestación, fomento y aplicación de las políticas neoliberales en Chile.
La tesis hegemónica sobre la
historia de Chile reciente es que Estados Unidos, la derecha y los
militares se complotaron para derrocar a Salvador Allende para sacar al
país del “caos marxista”. Pues bien ¿qué luces para entender
motivaciones del golpe más profundas dan los hechos que cuentas en el
libro sobre el espacio abierto por Agustín Edwards en su diario para los
recién formados Chicago Boys en la década de 1960, su relación con la
Armada a través de Roberto Kelly y que el día 12 de septiembre el
almirante Merino comparte El Ladrillo en el gabinete de la junta?
- La derecha chilena sintió que durante
el período de la Unidad Popular estaba en peligro su subsistencia misma.
Esto no tiene nada que ver con la marcha de la economía, o “el caos”
económico. La derecha venía combatiendo a Allende al menos desde 1958,
cuando estuvo a punto de ganar la presidencia. En este sentido, el mayor
peligro de la UP era que fuese un experimento exitoso y, por lo tanto,
había que hacer todo lo posible por hacerlo naufragar. Ojo, con esto no
quiero decir que la UP no cometiera errores, cometió muchos, tanto en el
plano económico como político, pero cuando en marzo de 1973 los
partidos de la UP sacan casi 50% de los votos, que eran 17% más que en
la elección de septiembre de 1970, creo que en ese momento la suerte
quedó echada. El caos económico, los paros nacionales, las campañas del
terror de la prensa de derecha, todo eso no estaba llegando a puerto
seguro desde la perspectiva de la derecha.
¿Cómo explicar la brutalidad del golpe y de los años de la dictadura?
- Aquí sólo me cabe especular, pero mi
impresión es que la derecha, y los militares que se venían entrenando en
doctrinas anticomunistas hace varias décadas, estaban hasta la
coronilla de los “rotos alzados”. El presidente Balmaceda fue uno de los
primeros en invocar al “pueblo” como un factor de apoyo político, y ya
sabemos cómo terminó. Gran parte de la oligarquía, con el apoyo de la
Armada, se alzó contra él en 1891. Después, la oligarquía sufrió mucho
con Ibáñez en 1927 e incluso tuvo que soportar dos breves semanas de
República Socialista en 1931. Hay que recordar que Ibáñez desterró a
gran parte de la clase alta derechista chilena. La mayoría terminó en
París, que es por cierto donde nació Agustín Edwards: en el exilio.
Después, con Frei Montalva, la derecha
estaba muy incómoda –la reforma agraria era vista como un atentado a las
costumbres y orden social natural, a ojos de la derecha, claro- pero no
les quedaba otra que apoyarlo. La alternativa era Allende. Y con
Allende, este proceso centenario llega a su clímax. Eso explica, al
menos en parte, la brutalidad. Querían asegurarse que el pueblo, o lo
que hoy llamamos, calle, no se volviera alzar nunca más, o al menos no
por mucho tiempo. Y eso, me parece, se ha conseguido.
LA ‘AMPLIACIÒN’ A LA PRENSA REGIONAL
Durante la dictadura y hace poco
con la compra de El Sur de Concepción, Edwards s hizo propietario de la
prensa regional chilena. ¿Cómo crees que él concibe la prensa regional?
- La prensa regional, como tal, ya no
existe. O al menos no como existía antes. Todos los diarios de Edwards
informan lo mismo, piensan lo mismo, callan lo mismo. Es una prensa
ideológicamente uniformada, y los sucesos locales o regionales muchas
veces se limitan al accidente de tránsito en la esquina. Si uno lee los
actuales editoriales de El Sur, son incluso más derechistas que los del
propio El Mercurio. Esta concentración de la propiedad en la prensa
escrita e impresa no puede producir nada bueno.
En el caso de la red de diarios Austral (Temuco, Osorno, Valdivia y Puerto Montt) se hizo dueño en dictadura.
- Básicamente Agustín Edwards aprovechó
cuatro cosas para construir su imperio de tinta y papel: La primera, es
que a diferencia de los dueños de diarios regionales, él tuvo acceso a
grandes créditos nacionales e internacionales para financiar su
expansión que comienza en la segunda mitad de los ‘70. La segunda es que
esas mismas platas le permitieron modernizar todas sus operaciones,
abaratando costos, volviéndose así un rival implacable. La tercera es
que lanzó una campaña comercial de bajos precios publicitarios, con el
fin de forzar a sus competidores regionales a operar de manera
deficitaria. Y cuarto, obviamente una Ley de Prensa que hasta el día de
hoy no pone trabas a la concentración económica de los medios.
Un quinto factor, aunque menos relevante
en este contexto, fue la desaparición masiva y forzada de la antigua
prensa de izquierda. Por cierto, el proceso de consolidación se inició
en dictadura pero siguió en democracia, cuando a mediados de la década
de 2000 compró el diario El Sur de Concepción.
Y LA FAMILIA
¿Podrías contarnos algo sobre la relación con su hermana Sonia?
- Entre sus múltiples funciones, todos
los Agustines Edwards tenían que cumplir con un papel: ser los jefes de
familia. Eso significaba hacerse cargo de las finanzas de los hermanos
menores, pero también de aspectos sociales, como la política
matrimonial, por ejemplo. De las mujeres Edwards se esperaban muchas
cosas, pero entre ellas no figuraba tener una carrera universitaria o
desafiar el alma familiar. Y Sonia hizo justamente eso. Incluso estuvo
dispuesta a vender su participación en El Mercurio al gobierno de la UP,
porque ella era Allendista. Por lo tanto, los choques entre el hermano
mayor y la hermana fueron frecuentes y, a ratos, muy duros. Pero al
final, Agustín logró imponerse.
También si nos puedes dar pistas
sobre Roberto Edwards, hermano y por años dueño de la revista Paula. En
una entrevista dices que “ha lavado bastante su currículum”.
- Históricamente, en la familia Edwards
ha predominado el mayorazgo. Por lo tanto, el papel que le toca a los
hermanos menores es algo difuso. Heredan también cuantiosos bienes, pero
se espera de ellos que acepten la tutela del Agustín de turno. Y
Roberto cumplió por muchos años plenamente con ese papel. Agustín lo
usaba como uno de sus representantes en numerosos directorios de
empresas y, cuando en 1970 Sonia y un cuñado demandaron a Agustín por no
haber recibido su justa parte en El Mercurio, Roberto no se hace parte
de ello. Hace algunas décadas que él se viene forjando el rol del
aristócrata buena onda, el artista, admirador de Leni Riefenstahl (de
quien sacó la idea de los cuerpos pintados), del fundador de la revista
Paula. Pero lo cierto es que durante muchísimos años fue parte
importante del engranaje empresarial de su hermano mayor.
EDWARDS Y EX DINE
¿Cómo se desarrolló la estrecha relación que sostuvieron los militares de la DINE con Agustín Edwards a través de Serprotec?
- Lo único que me consta al respecto, y
lo cuento en detalle en el libro, es que después del secuestro de su
hijo Cristián, el entonces director del DINE, Eugenio Covarrubias,
asigna a varios oficiales para ser la guardia personal de Edwards.
Después, alguno de estos uniformados, Edwards y otros, forman esta
empresa de seguridad, pensada inicialmente para la protección personal
de Agustín y para la seguridad en sus empresas, como El Mercurio. De
hecho, Serprotec tenía sus oficinas en el campus empresarial de El
Mercurio en Vitacura.
Ahora bien, Edwards históricamente
cultivó estrechos lazos con el mundo militar, en especial con la Armada,
pero también con el ejército. Cuando en septiembre de 1970 se reúne con
Richard Helms, director de la CIA, y Henry Kissinger, el consejero de
Seguridad Nacional de Richard Nixon, en un hotel de Washington, Edwards
les hace un muy minucioso análisis de todas las fuerzas armadas
chilenas, un análisis que incluye tamaño de las fuerzas, pero también la
disposición ideológica de sus principales comandantes.
Hace un tiempo el historiador
Alfredo Jocelyn-Holt se hacía una pregunta respecto del poder de
Edwards: ¿Qué hubiese sido de la empresa El Mercurio sin las platas de
la CIA en los ’60, la dictadura militar? Sumémosle a la pregunta el
apoyo de la Concertación…
- Es una buena pregunta que, sin
embargo, no tiene respuesta. Prácticamente todos los gobiernos chilenos
en los últimos 100 años necesitaron, de una u otra forma, a El Mercurio.
Y muchos también lo apoyaron económicamente. El Mercurio es un animal
mucho más grande que el propio Edwards. El diario es el partido político
más importante de la derecha ya que defiende, con éxito, los intereses
permanentes de esta.
Mauricio Becerra Rebolledo
Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano
LEA ADEMÁS: Se busca a Agustín Edwards Eastman
http://www.elciudadano.cl/2014/11/16/126566/los-edwards-siempre-fueron-neoliberales/
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