La simple lectura del fallo contra el sacerdote John Joseph O´Reilly
no puede sino estremecer a cualquier persona bien nacida: la pederastia,
además de ser un delito repugnante, es un monstruoso abuso de poder de
un adulto hacia una niña de seis años – edad que tenía cuando el cura
abusó sexualmente de esta niña indefensa -. La condenación ha sido
posible gracias al valor de la niña agredida y de su familia, que no
cejaron en mantener la querella y de defender los derechos que les
asistían, a pesar de una campaña mediática sin precedentes, por parte de
los “millonarios de Cristo”, para salvar a su líder “espiritual” – en
la época de Ricardo Claro, cuando era dueño de Mega, celebraba misa
todos los domingos en ese Canal -.
El fallo del tribunal relata, con lujo de detalles, cómo O´Reilly
invitaba a la niña a su oficina, le colocaba dulces en las partes
pudendas y él mismo repetía este acto con su sexo de adulto. Este cura
irlandés, tan estimado por los momios, especialmente por los apoderados
del Colegio Cumbres, demuestra un bajo nivel moral, emocional e
intelectual, que se vio reflejado durante el juicio – prueba de ello fue
la negativa a declarar durante el proceso -.
Curas capellanes de los ricos han existido siempre en la historia de
Chile: baste recordar el retrato del padre Correa, que describe el
escritor Luis Orrego Luco, en la novela La casa grande,
publicada en 1908, en la cual el curita se solazaba metiéndose en los
intersticios de las conciencias, que el autor, con propiedad, denomina
las “vacas gordas” – señoras millonarias y ociosas -.
El cura O´Reilly, jefe de los Millonarios – perdón-, de los
Legionarios de Cristo en Chile, sigue siendo un líder espiritual de la
élite conservadora, que son los dueños de este país; si nos detenemos a
hojear la lista de padres y apoderados de los alumnos y alumnas del
Colegio Cumbres, sus fortunas pueden sumar, perfectamente, varios puntos
en el PIB chileno. En este sentido, el caso de este sacerdote está
sacando a luz el derrumbe moral, espiritual y ético de la oligarquía
dominante. En poco tiempo hemos asistido a escándalos económicos y
fraude y al fisco, llevado a cabo por personajes que antes gozaban de la
admiración de estos idólatras del dinero, por ejemplo, el caso Penta ha
develado la incestuosa relación entre el dinero y la política, sólo
faltaba el derrumbe de los curas, sirvientes de la iglesia de “mamón” –
los herederos de Constantino y no de Jesús de Nazaret -.
A la inquisitorial acusación contra los tres sacerdotes más queridos y
reconocidos por el pueblo de Chile, (Berríos, Puga y Aldunate), unos
egregios seguidores y profetas del evangelio de Cristo, la jerarquía de
“Puta de Babilonia”, como la llamaban los cátaros – los puros de
Aquitania – y que tan bien describe el escritor colombiano Fernando
Vallejo en su ensayo del mismo nombre, se agrega ahora el fallo de
pederastia contra John O´Reilly.
Los casos pederastia en Chile no son nuevos en la iglesia católica:
ya a comienzos de siglo, la escritora libertaria, Belén de Sárraga nos
relataba el caso del colegio de los Jacintos – muy similar al Cumbres -,
a comienzos del siglo pasado. En el siglo XXI, gracias a una mayor
conciencia moral de la gente, además de la investigación y denuncia por
parte de los medios de comunicación, han sacado a la luz la crisis moral
de la jerarquía católica que, durante el funesto papado de Juan Pablo
II y de algunos de los Papas anteriores, se encubría a estos
delincuentes pederastas.
El padre O´Reilly era uno de los que servía el café al provincial de
los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. un depravado de doble vida,
que se hacía pasar por santo, cuando violaba a sus propios hijos
carnales. Durante mucho tiempo, esta congregación se negó a aceptar la
condenación por parte del Vaticano, y continuaba manteniendo en las
salas de clase de sus colegios el retrato de este “santito”.
Como ocurrió con Karadima, las vacas gordas se niegan a aceptar que
sus ídolos son de barro y que a muchos de ellos se les ha probado sus
inclinaciones sexuales depravadas y, sobre todo, los abusos de poder.
Pienso que estamos asistiendo al hundimiento moral de los dueños de
Chile y sus pastores.
vía:
http://piensachile.com/2014/10/los-pederastas-de-cristo/
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