Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)
Los políticos de los dos partidos principales que viven de la política y
los periodistas de los medios oficialistas que viven de apoyarles o
criticarles, hablan y escriben como si fuera de ambas facciones no
hubiera salvación y no hubiera otra solución distinta al pago estricto
de la Deuda...
En todo caso la política es una profesión. Sobre todo para muchos que, a
juzgar por los acontecimientos a lo largo de estos 36 años, han ido a
ella "para forrarse", como dijo en una conversación grabada otro ilustre
rufián del partido conservador. Una profesión, sí, pero como tal, sin
control académico, sin escuela o universidad que certifiquen la
idoneidad suficiente para ser ejercida con decoro en bien del pueblo,
que es su única finalidad; como a los mandos del ejército, para servir a
la patria, o al común de los profesionales de otras profesiones, para
garantizar sus aptitudes a quienes requieren sus servicios, estas
sociedades les exigen...
Y puesto que no es necesario ninguna destreza específica para gobernar
porque bastan el sentido común, la honradez y la prudencia, y la
elocuencia está definitivamente postergada al haber quedado reducida a
labia y palabrería (la mayoría de las veces los políticos se limitan a
leer en los parlamentos textos escritos por otros, lo que a su vez
explica que no haya correspondencia ni congruencia entre las
iniciativas, propuestas e interpelaciones de uno y las respuestas del
otro), ¿qué autoriza a los que están en el poder a acusar de
incompetentes a quienes, a través de movimientos ciudadanos irrumpen en
la palestra de la Política? Precisamente, lo que esos movimientos se
proponen es lo que urge: romper tanto la alternancia como la ortopedia
de los dos partidos principales que han arruinado a este país; mejor
dicho, que han arruinado progresivamente a grandes mayorías para
enriquecer a minorías, mientras los que no hemos tenido responsabilidad
ni culpa nos hacemos cargo de la Deuda soberana...
Así es que no se puede dar más crédito a ninguno de los dos partidos que
lo han agotado a lo largo de casi cuatro décadas. La caída del
bipartidismo (la caída al menos moral pues si volviesen a ganar será con
argucias y con una ley electoral que les favorece) es fácilmente
pronosticable, pues hay mucha más ciudadanía damnificada y desolada que
favorecida y acomodada. Razón por la cual el número de quienes van a ir
depositando su esperanza en los movimientos ciudadanos coaligados, sin
duda va a ir en progresión. Ellos tomarán el relevo y forzarán la quita
de la Deuda. Otros países también la han negociado. Hay causa
suficiente.
Alexander Sack, un jurista especializado en derecho financiero
internacional y profesor de Derecho en París, propuso en 1927 el
concepto de "deuda ilegítima u odiosa" para definir a aquella deuda que
un Estado había contraído cuando su población se oponía a ello, que no
había repercutido positivamente en la ciudadanía y en la que los
prestamistas sabían con certeza que dicha deuda era contraria a los
intereses del país, y por tanto, en caso de que la población consiguiese
librarse del gobernante que había endeudado al país bajo esas premisas,
ni el gobierno sucesor ni las arcas públicas deberían hacerse cargo de
dichas deudas. Precisamente las condiciones que se dan en España.
España, los nuevos gobernantes convencerán a sus acreedores de que la
nuestra es una deuda odiosa e ilegítima y en consecuencia, tras la
consiguiente auditoría, negociarán la correspondiente quita. Sólo así
podrán resolverse los gravísimos problemas sociales que soporta por la
incompetencia, por la incuria, por el despilfarro y por el saqueo
metódico de las arcas públicas de numerosos políticos y gobernantes
territoriales y centrales. Sólo por ahí podremos encontrar la luz en
este presente tenebroso y en el futuro que, de otra manera y hoy por
hoy, no tiene cabida en la esperanza.
Jaime Richart es antropólogo y jurista.
vía, fuente:
http://www.argenpress.info/2014/08/espana-politicos-profesionales-y-deuda.html
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