Me preocupa el televisor. Da imagenes distorsionadas últimamente. Las
caras se alargan de manera ridícula, o se acortan, tiemblan
indistintamente,
hasta volverse un juego monstruoso de rostros inventados, rayas, luces y
sombras como en una pesadilla. Se oyen palabras claramente, la música,
los efectos de sonido, pero no corresponden a la realidad, se atrasan,
se anticipan, se montan sobre los gestos que uno adivina.
Me dicen que un técnico lo arreglaría en dos o tres días, pero yo me
resisto. No quiero la violencia: le meterían las manos, le quitarían las
partes, le harían injertos ominosos, transplantes arriesgados y no
siempre efectivos. No volvería a ser el mismo.
Ojalá supere esta crisis. Porque lo que tiene es una fiebre tremenda, un
dolor de cabeza, una náusea horrible, que lo hacen soñar estas cosas
que vemos.
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