Tras el rotundo desprecio de la ciudadanía a la clase política en
las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, con más del 55% de
abstención electoral, las alarmas de la clase política para mantenerse
en el poder se han manifestado en España, en particular, en una supuesta
reforma fiscal del 20 de junio de 2014.
De forma cínica e hipócrita es definida por el gobierno del PP «para
impulsar la creación de empleo, la reducción de la fiscalidad para las
rentas del trabajo, refuerzo de la competitividad, dinamizar el
crecimiento, favorecer el ahorro y la inversión, un sistema tributario
más equitativo y nuevas medidas contra el fraude fiscal».
Mentiras e injusticia de un discurso gubernamental que esconde
directrices políticas ante las elecciones municipales y autonómicas del
2015, para intentar mantenerse en el poder, aparentar que se cambia algo
para que todo siga igual o peor para los trabajadores. La realidad
económica y social manifiesta que toda la literatura gubernamental se
convierte en demagogia de un discurso vacío, lleno de mentiras y
estupideces. Las cifras del paro forzoso de más de 6 millones de
desempleados y la equidad del sistema tributario hablan por sí solas, el
sistema tributario es cada vez más injusto y regresivo, pagan más los
que menos tienen. Sobre todo la gran injusticia de los millones de
trabajadores que no perciben rentas de ningún tipo.
Con esta reforma fiscal los grandes beneficiarios son los mismos que
gobiernan: se reducen los tipos impositivos de las empresas del 30 al
25%, disminuye en 7 puntos el tipo impositivo para los ricos pasa del 52
al 45%, baja la tributación del capital del 27 al 21%.
Las medidas contra el fraude fiscal no se dirigen a las grandes
empresas que concentran el 75% del fraude, ni a las tributaciones
especiales de los grandes patrimonios de las Sicav al tipo impositivo
del 1%, ni contra las deducciones de las empresas y bancos, sobre todo
con la compensación de pérdidas por más de 100.000 mil millones de
euros, en letra cien mil millones de euros, sino contra los trabajadores
autónomos y las pensiones de jubilaciones obtenidas por los
trabajadores emigrantes en el extranjero.
Para el resto de los ciudadanos las medidas fiscales adoptadas son
insignificantes sin modificaciones reales: mentiras electorales para un
discurso político de aferrarse al poder.
El debate es otro, es la discusión sobre el papel del estado como
organización política, es la inutilidad, injusticias y mentiras
mantenidas históricamente desde el poder para justificar el
enriquecimiento de una clase política, empresarial y burocrática,
corrupta y despiadada con la sociedad, que no duda en asfixiar con todo
tipo de impuestos a una clase trabajadora, que sufre todos los desmanes
de unas políticas irracionales de unos gobernantes con el solo objetivo
de mantenerse en el poder y enriquecerse.
La discusión impositiva tiene que abarcar, aquí y ahora, sobre todo, a
los gastos de mantenimiento de unas clases parasitarias políticas,
sindicales, burocráticas, religiosas, militares y deportivas, que
consumen ingentes cantidades de recursos económicos y sociales; tiene
que comprender a todas las subvenciones, ayudas y políticas
gubernamentales puestas al servicio de la banca y de las empresas.
Mención especial de la persecución de la corrupción que inunda todas las
esferas del poder.
La otra parte de la discusión impositiva es la que corresponde a los
ingresos de un sistema fiscal progresivo, donde paguen más los que más
ingresen. Sin embargo, esta es otra realidad que forma parte de las
mentiras e injusticias de los sistemas tributarios, donde los que más
tienen son los que menos pagan, el ejemplo más sangrante es la
tributación de las grandes multinacionales con tipos impositivos de
cero. Las democracias capitalistas de la Europa avanzada se han
convertido en el gran paraíso fiscal del capitalismo internacional.
El papel del estado que por medio de los impuestos distribuye la
riqueza de forma justa, forma parte de la gran mentira que la realidad
evidencia día a día, sobre todo con los grandes recortes en gastos
sociales en sanidad, educación y prestaciones sociales. La regresividad
impositiva constituye el pilar fundamental del sistema impositivo del
capitalismo y del estado.
A partir de aquí la discusión es la acertada: el papel del estado
solo sirve a los intereses de la elite dominante y rica, y su destino
histórico es la desaparición. Nuestro objetivo: la organización
política, económica y social la tenemos que construir desde la
autogestión generalizada de la vida, desde la igualdad y la libertad
real en todas sus vertientes, primordialmente la económica.
Periódico CNT nº 413 - Julio 2014
vía:
http://www.lahaine.org/index.php?p=79169
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