Sin enemigo
estratégico, el sistema capitalista agoniza en sus contradicciones y divisiones
en medio de una decadencia inevitable. El capitalismo, que mató o destruyó casi
todo lo que vivía en el planeta, puede morir de cualquier cosa. Pero
fundamentalmente puede morir por las divisiones y las guerras intercapitalistas
por los recursos estratégicos y los mercados que generan zonas de conflicto
militar con peligros de estallidos encadenados, cuyo epicentro se encuentra en
Medio Oriente.
Por
Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
manuelfreytas@iarnoticias.com
El
sistema capitalista, que mató casi todo lo que vivía en el planeta, puede morir
de cualquier cosa. Por ahora, hay amenaza de un nuevo huracán global. EEUU está
en crisis, Europa está en crisis, África está en crisis, Asia está en principio
de crisis, América Latina está en principio de crisis, no hay ningún número
macroeconómico que no esté en rojo. Las primeras diez economías del mundo (un
85% del PBI mundial) están en crisis, y hay deflación mundial y caída de ventas
en el comercio exportador e importador.
El sistema capitalista camina como
un zombie: Está muerto, pero sigue funcionado (por inercia) y nadie lo
termina de matar porque ya no le quedan enemigos estratégicos.
EEUU está en crisis, Europa
está en crisis, Asia está en principio crisis, América Latina está
en principio decrisis, no hay ningún número macroeconómico que no esté en rojo.
Las primeras diez economías del mundo (un 85% del PBI mundial) están en crisis,
y hay deflación mundial y caída de ventas en el comercio exportador e
importador.
La crisis financiera ya devino
en crisis social y estructural: Desaparece el crédito, se extingue el
consumo, y en un conjunto de países ya hay estanflación (suba de precios con
baja de producción y ventas). Tanto en los países centrales como en los
periféricos y emergentes hay una oleada generalizada y latente (todavía
contenida) de despidos masivos que cuando explote va a paralizar los países con
huelgas y estallidos sociales.
Las bolsas (catedrales del
capitalismo parásito y especulador) se derrumban y al otro día se levantan en
una compulsión repetitiva esquizofrénica marcada por la "compra" y la "venta"
desenfrenadas. No hay lógica, no hay planificación, la economía mundial
capitalista es un conjunto inasible de "variables desbocadas" y nadie sabe
exactamente que va pasar dentro de un segundo.
Hay una decadencia acentuada por
la confusión, la falta de información lógica y la parálisis general, y los
propios especuladores internacionales se preguntan a viva voz ¿Dónde está el
piloto? Se perdieron las certezas, se perdió la concepción estratégica del
poder, no hay gobernabilidad del sistema, se perdió el control de la
totalidad, y solo hay (empezando por los gobiernos centrales y sus bancos)
jugadas individualistas del "sálvese" quien pueda.
El no desenlace -por ahora- de la
crisis social- lleva a que el proceso de descomposición se distienda en la
superestructura del sistema (los gobiernos y los bancos centrales imperiales).
Pero hay una amenaza latente que avanza por el lado de la desocupación masiva
y la suba de los alimentos para compensar la falta de ventas. Los expertos
esperan que se desate un huracán con "pronóstico reservado".
Los grupos de poder que controlan
el "negocio financiero" aconsejan a sus clientes que compren dólares. En estos
"tiempos de crisis", el efectivo contante y sonante es Dios, afirman. En las
calles, las mayorías (que aún conservan su empleo), ignorantes del poder que
controla el mundo, también caminan como zombies.
A las "masas", programadas y
niveladas planetariamente por la ideología del consumo, y metódicamente
preparadas para votar presidentes y consumir cualquier cosa (menos inteligencia
reflexiva), se les está por caer la ideología, o sea el consumo. Y el huracán
puede traer un tsunami aún más impredecible: El estallido social de los
hambrientos en las áreas periféricas más empobrecidas del planeta
capitalista.
Y la desocupación, amenaza
con romper la cadena de contención de sindicalistas y políticos "funcionales al
sistema" y convertirse en una marea de huelgas y de bloqueos de rutas que
terminen por paralizar lo único que mantiene en pie al sistema: Los negocios
capitalistas. Y si se acaban los negocios, llegará, indefectiblemente la
represión militar y policial para restaurarlos.
El sistema sí o sí deberá retomar
el control y recobrar la gobernabilidad perdida, al menos que pensemos que esto
es el Apocalipsis. Pero no lo es, el sistema capitalista está moribundo, pero
aún tiene paño para sobrevivir. Y enfrente no tiene enemigos estratégicos, sino
histeria colectiva y caos en crecimiento. Se vienen nuevos "rescates",
más de lo mismo, más negocios financieros disfrazados con lenguaje de
"crisis".
Se vienen nuevas escaladas
militares, se vienen nuevos conflictos coyunturales, "peligros terroristas"
que nacen y mueren como las mariposas. El sistema capitalista, zombie y
decadente sigue andando por falta de enemigos estratégicos. Lo único que lo
puede matar es el Apocalipsis: Un estallido nuclear, un tsunami planetario, o
los hambrientos saqueando la Reserva Federal y los bancos centrales saturados de
plusvalía capitalista
El sistema capitalista, que mató
casi todo lo que vivía en el planeta, puede morir de cualquier cosa. Por ahora,
hay amenaza de un nuevo huracán global. ¿Dónde está el piloto?.
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder,
especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores
más difundidos y referenciados en la Web.
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