Álvaro Obregón, Oaxaca. La
resistencia a las empresas eólicas de la comunidad zapoteca de Álvaro
Obregón, enfrenta los ataques físicos y amenazas de órdenes de
aprehensión por parte de las organizaciones políticas que controlan
clientelarmente Juchitán: La Coordinación Obrero Campesina Estudiantil
del Istmo (COCEI) y el Partido de la Revolución Democrática. Desde la
sociedad civil, se organizó ya una caravana de apoyo a la ejemplar
asamblea comunitaria.
En el Istmo de Tehuantepec, la comunidad
zapoteca de Álvaro Obregón (Gui Xhi Ro, en su lengua) logró una hazaña:
unos cientos de pescadores y campesinos, armados con machetes y
piedras, enfrentaron con éxito a una trasnacional con capitales
holandeses, australianos y japoneses, apoyada por el Banco
Interamericano de Desarrollo y la Unión Europea y promovida por los tres
niveles de gobierno mexicanos (federal, estatal y municipal).
Con el bloqueo de la única vía de acceso
a la barra Santa Teresa, iniciado el 2 de noviembre de 2012, Álvaro
Obregón hizo fracasar un proyecto monstruoso, que planeaba llenar de
hormigón y cemento a un sitio frágil y único, ubicado entre las dos
grandes lagunas del Istmo, para instalar 132 aerogeneradores. Esto
hubiera privado a cientos de familias istmeñas, acostumbradas a pescar
en estas aguas, de un recurso fundamental.
Álvaro Obregón fue, hasta ahora, una
simple agencia municipal de Juchitán. Desde hace más de 30 años, Álvaro
Obregón fue también la reserva electoral de la COCEI. A este lugar vino
la organización a pedir ayuda siempre que la competencia con el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) se volvía cerrada. Ese peonaje
electoral se acabó el 2 de noviembre de 2012, cuando los habitantes se
dieron cuenta de que los líderes de la COCEI malvendieron su territorio
de pesca y que les mintieron –como lo hizo Héctor Sánchez en una junta
pública- al decir que está garantizada la continuidad de la pesca.
La COCEI, movimiento que nació con los
años setentas como de extrema izquierda, llegó a la presidencia
municipal de Juchitán por primera vez en 1981, y renunció desde hace
mucho a las luchas por la restitución de las tierras comunales. Con su
institucionalización, se convirtió en una mafia política de
clientelismo, que gobierna Juchitán comprando la fidelidad electoral de
los pobres y reprimiendo brutalmente a los disidentes. Sus dirigentes,
que usaron la presidencia municipal como pasarela para llegar a ser
diputados o senadores, se volvieron un ejemplo escandaloso de corrupción
y de malversación de fondos. Poseen ahora inmensas haciendas, manejan
coches de lujo y circulan rodeados de pistoleros, además de rivalizar
con el PRI en la venta del territorio istmeño a las trasnacionales
eólicas.
Álvaro Obregón pagó el precio de la
corrupción institucional: la mayor parte del presupuesto que debe
recibir, el cuatro por ciento del de Juchitán, se pierde en camino. No
dispone de un sistema de drenaje, ni tampoco de una red de agua potable o
de recolección de basura; sus calles, en general sin pavimentar, se
transforman en lodo durante la temporada de lluvias. La única inversión
fue en el edificio de la agencia municipal. Ser agente municipal en
Álvaro Obregón es disfrutar de una renta en una situación cómoda. Sólo
que ahora la renta se agotó.
En esta agencia municipal, la COCEI dejó
de ilusionar y los partidos políticos están prohibidos en la comunidad.
Las elecciones municipales de julio de 2013 no ocurrieron porque los
habitantes decidieron arreglar ellos mismos sus asuntos. Después de
constituir su policía comunitaria, revitalizaron el Consejo de Ancianos y
crearon una asamblea comunitaria que designó a un cabildo. Unos días
después, la asamblea ocupó el edificio abandonado de la agencia
municipal. El corazón de la resistencia se desplazó de la Casa Charis,
en la ruta de la barra Santa Teresa, a la agencia, en el zócalo del
pueblo.
El presidente municipal de Juchitán,
Saúl Vicente -del Partido de la Revolución Democrática (PRD)-, fue
expulsado de Álvaro Obregón por una multitud enojada cuando vino a hacer
su campaña electoral en la primavera de 2013. Decidió realizar una
elección municipal bajo la presión de sus aliados de la COCEI y sin
tomar en cuenta la oposición de la comunidad. Saúl Vicente es encargado
de Asuntos Indígenas en las Naciones Unidas, y paradójicamente le niega a
una comunidad indígena el derecho a la autodeterminación.
En la noche del sábado 1 de marzo de
2014 se realizó una vigilancia tensa y la policía comunitaria multiplicó
sus patrullajes. En la mañana del domingo 2 de marzo, la multitud se
acercó a la agencia municipal. A la entrada del pueblo, los seguidores
de los partidos políticos celebraban un mitin electoral en un salón de
baile, y cada uno de los cuatro candidatos contó con una decena de
afiliados, en su mayoría procedentes de Ejido Zapata.
Agrupados frente a la agencia municipal,
los comuneros se preguntaron qué hacer. Decidieron marchar en protesta,
cuando de repente se oyeron gritos y disparos, junto con el ruido las
piedras lanzadas sobre la única calle pavimentada del pueblo. Los
atacantes eran esbirros de la COCEI y del PRD. Los indígenas comenzaron a
defenderse y las mujeres se apuraron a poner a las niñas a salvo antes
de regresar con las manos llenas de piedras. Durante una hora, las
pedradas volaron de ambos lados, y varios habitantes resultaron heridos
en el rostro. Los atacantes por fin se replegaron: uno de ellos fue
capturado, y liberado una hora después.
Luego llegaron tres camiones de la
Marina. Fue Saúl Vicente quien los llamó, después de provocar los
enfrentamientos con su obstinación de imponer una elección partidista en
una comunidad que claramente manifestó su rechazo. La asamblea fue a su
encuentro y luego de una pequeña explicación, los militares se
regresaron, pero patrullaron en Álvaro Obregón durante toda la noche.
Los capi mafiosi de la COCEI no se quedaron allí, y al día
siguiente juntaron a su clientela política para organizar un mitin
frente al palacio municipal, en el que los habitantes de Álvaro Obregón
fueron insultados y calumniados.
En Juchitán, la COCEI controla a miles
de personas a través de sus compañías de moto-taxis, de invasiones de
tierra y edificación de colonias, así como distribución de empleos
municipales. El que se atreve a desobedecer a las consignas de los
dirigentes puede perder su moto-taxi o su casa. Ponerse en su contra
lleva a un castigo, como le ocurrió el año pasado a Carlos Sánchez “El
Bexhe”, locutor de Radio Totopo, quien fue molido a palos por los
secuaces de Gloria Sánchez por haber defendido a un grupo independiente
de moto-taxis en la Sección 7 de Juchitán. En este mismo barrio, varios
pescadores opuestos a los proyectos eólicos fueron comprados por los
políticos de la COCEI, intermediarios de la Unión Fenosa. En Juchitán
destruyeron todo sentido moral, reduciendo la vida pública a una
sencilla distribución de dinero. Así acostumbraron a gran parte de la
población a la pasividad, a esperar que caigan las migajas del banquete
en el cual hombres de negocios y políticos deciden del futuro de las
poblaciones indígenas del Istmo.
Los habitantes de Álvaro Obregón enseñan
la vía contraria, la de la dignidad y del valor. Su movimiento reúne a
hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, en la misma exigencia de
controlar su destino común, de dejar de ser juguetes entre las manos de
ilusionistas profesionales. Grandes amenazas se anuncian. Saúl Vicente
llama las autoridades judiciales a emitir órdenes de aprehensión contra
la gente de Álvaro Obregón y en contra de quienes les apoyan, en
particular la Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la
Tierra y el Territorio (APPIIDTT). Por su lado, la COCEI prepara una
nueva ofensiva en contra de la comunidad que se atrevió a liberarse de
su control. La Asamblea Comunitaria de Álvaro Obregón, cuya lucha es
ejemplar para todo el Istmo de Tehuantepec y para México entero,
necesita apoyo activo.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2014/03/los-defensores-de-las-tierras-en-el-istmo-amenazados/
No hay comentarios:
Publicar un comentario