Chile. Había una vez una carpa de
circo que ya existía mucho antes de ser realidad. Era una carpa que por
fuera se parecía mucho a todas las demás, pero que por dentro era algo
diferente. Esta carpa, que nació de un sueño, no vendía entradas ni
prometía increíbles hombres-bala. Aunque lo más especial de todo era el
lugar que ocupaba. Lejos de la ciudad, en un terreno pelado que muy
pocas personas conocían, se asomaba esta gran carpa roja y amarilla. Y
junto a ella, una comunidad del pueblo mapuche que, como tantas otras en
Chile y Argentina, lleva años luchando para mantener sus tierras.
“Siempre soñé con tener una carpa de
circo, por eso se llama La Carpa de los Sueños. Porque ya existía mucho
antes de tenerla: en mis sueños”. Ése es el comienzo de esta historia:
el día en que Diego soñó que tenía una carpa de circo. O no. En realidad
no. En realidad esta historia comienza mucho antes. Esta historia
empezó hace más de 20.000 años: desde que el pueblo mapuche es pueblo.
Con abuelos circenses, Diego Cabrera
decidió continuar con la tradición familiar del espectáculo y estudió
teatro. Poco después, vio la oportunidad de hacer realidad su gran sueño
y consiguió una carpa de circo que, desde hace siete meses, convive en
Viña del Mar (ciudad en la región de Valparaíso, Chile) junto a una
comunidad mapuche que está siendo hostigada por el Gobierno para
abandonar el lugar. Desde entonces, la carpa de Diego se ha sumado a la
lucha mapuche utilizando la cultura como arma. Festivales de música,
teatro, circo, talleres y charlas han conseguido atraer a gente de la
ciudad, que han podido así conocer el lugar, la comunidad, la cultura de
este pueblo originario y, por encima de todo, su lucha.
“La autonomía, la autodeterminación y el
respeto: eso es por lo que estamos luchando todos los pueblos
originarios”, explica Marisa Nilian, mapuche militante del Partido
Continental (comunista). “Y eso significa defender la tierra y la
cultura; y junto con la cultura, defender el idioma, la filosofía, la
religión y la forma de autogobierno que tiene el pueblo mapuche. No
podemos seguir siendo avasallados ni caratulados de terroristas por
defender la tierra”.
Siempre que pueden y el buen tiempo lo
permite, la comunidad organiza ferias costumbristas, jornadas de
reflexión y celebraciones propias de la cultura de su pueblo. Y desde el
mes de septiembre del año pasado, la Carpa de los Sueños de Diego les
acompaña con actividades culturales y de entretenimiento. Así, sumando
sus fuerzas, logran mantener vivo el lugar y comparten con todas las
personas que llegan hasta allí la cultura y la lucha de un pueblo
silenciado.
“El Estado de Chile ha sido el más
sanguinario en esta lucha. Ni siquiera los españoles”, asegura Marisa
Nilian. “En realidad, los mapuches no podemos hablar mal del español.
Aquella fue una lucha cuerpo a cuerpo. Y aunque es cierto que perdimos
territorio, se llegaron a acuerdos y se firmaron unos tratados que los
españoles siempre respetaron”, explica. “¿Pero cuándo viene la época
sangrienta de nuestro pueblo? Con la creación de los Estados-nación
chileno y argentino, que se pusieron de acuerdo para masacrar al pueblo
mapuche a ambos lados de la cordillera; en el lado de allá con la
campaña del desierto, y en el de acá con la pacificación de la
Araucanía. Pasaron por encima de todos los tratados y de toda la
sangre que corrió durante nuestra lucha por la autonomía y la
autodeterminación”.
puestos donde ofrecen tortillas de
rescoldo, sopaipillas y artesanías. Cuelgan algunos carteles
informativos y otros que piden la liberación de presos mapuches y, con
disposición, varias personas atienden a quienes desean conocer más sobre
la causa de un pueblo que convive con los chilenos pero del que poco se
conoce. El lugar se va llenando de gente. Todas las personas que llegan
traen botellas de agua que van dejando junto a la entrada de la carpa.
Hace tres meses que el municipio cortó el agua a la comunidad como
medida de hostigamiento, y ése es el gesto de solidaridad de quienes
vienen a disfrutar del espectáculo.
Hace diez años que la comunidad, formada
por 20 personas, vive en este terreno. Pero cada cinco, tienen que
renovar un comodato (permiso) con el ayuntamiento de Viña del Mar para
poder seguir ocupando el lugar. Todos los documentos están en regla, sin
embargo hace dos años que reciben hostigamientos por parte del
Gobierno, “que quiere sacarle crédito al terreno”, según explica Marisa
Nilian. “Hace rato que quieren terminar con esto”, comenta. “Por eso les
cortaron el agua, para ver si se cansan y se van; una táctica
siniestra: ¡te están negando el agua, que es un derecho humano! Así
claro que te pueden reventar un día”.
Pero no les reventaron. Porque, después
de tres meses de silencio a causa de las amenazas recibidas por parte
del Gobierno, que les pedía “no armar escándalos”, la comunidad entera y
otras personas solidarizadas con la causa, unas 50 en total, redactaron
una carta dirigida a la alcaldesa de Viña del Mar y se acercaron al
municipio para entregarla. “Al principio no nos atendieron”, cuenta
Marisa. “Nos dejaron en la planta de abajo, donde había un montón de
gente haciendo trámites. Entonces, un compañero empezó a hablar en voz
alta para que todos supieran que llevábamos tres meses sin agua. La
gente respondió con aplausos y palabras de apoyo. En ese momento, nos
recibió el abogado de la alcaldesa”.
“Primero nos dijo que aquello no era de
su competencia y nos mandó a otro lugar, pero nos mantuvimos firmes y le
mostramos todos los documentos firmados. Después mencionó no sé qué
problemas con el presupuesto. Uno de los compañeros le contestó que allá
arriba había 20 personas, entre ellas niños, que llevaban tres meses
sin agua. Que si se gastaban millones en las elecciones, no le viniera
ahora con presupuestos. El abogado, sin más argumentos, nos
preguntó: ‘Bueno, a ver, pero ustedes ¿qué es lo que quieren?’.
‘¡Agua!’, le respondimos. ‘¿Y qué más?’. ‘Nada más. ¡Sólo agua!’”. Al
día siguiente, el municipio envió un camión con agua a la comunidad.
Marisa Nilien, que creció en la ciudad
sin saber que era mapuche, cree que la independencia de su pueblo es la
única vía para evitar que les arrasen una montaña porque quieren extraer
el oro o les roben el agua porque quieren construir una represa. “Que
consulten a los pueblos originarios si se puede hacer la represa y por
cuánto tiempo, que les consulten por cuánto tiempo se puede exprimir a
la tierra para no matarla… Porque ésa es la filosofía de los pueblos
originarios: la tierra. Pero como al capitalismo no le conviene respetar
esa parte de la cultura de las naciones originarias, tienen que
reducirlas o hacerlas desaparecer”, denuncia.
Pero el pueblo mapuche no desaparece. A
pesar llevar años resistiendo la opresión de gobiernos que aplican leyes
antiterroristas para matarlos y encarcelarlos y que después de miles
años les hacen pasar por extranjeros en sus propias tierras, el pueblo
mapuche no desaparece. Porque continúa luchando, aunque se desconozca. Y
porque hay carpas de circo que levantan el arma de la cultura, aunque
no duela. Así es como continúa esta historia: con un pueblo que
reescribe su propia historia y unos sueños que se van haciendo realidad
dentro de una carpa de circo.
16 de marzo 2014
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2014/03/la-carpa-de-los-suenos-mapuches/
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