Carlos Miguélez Monroy
Periodista, coordinador del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
ccs@solidarios.org.es
Twitter: @cmiguelez
A pocos kilómetros de los resorts de lujo, de las arenas
blancas y de las aguas cristalinas de varias islas del Caribe palpita
otra realidad. El estallido social amenaza la tranquilidad de quienes
buscan ahí un paraíso natural para irse de vacaciones o fiscal, para
evadir impuestos. Los miles de millones de dólares evadidos sangran a
países que necesitan fondos para escuelas, para hospitales y para el
resto de servicios públicos que garantizan derechos fundamentales.
El periodista Robbin Wigglesworth, del Pulitzer Center on Crisis Reporting y del Financial Times, denuncia la
creciente pobreza, adicciones a las drogas y violencia en islas como
Trinidad y Tobago, Barbados y Jamaica. Los gobiernos de estas islas
buscan renegociar su deuda externa ante el peligro de impago. Pero el
Fondo Monetario Internacional impone recortes similares a los que ha
impuesto a los gobiernos de países europeos.
Esa “política de austeridad” resaltaría más la brecha social en
paraísos para turistas y para evasores construidos encima de una
población local sin trabajo ante altos niveles de inflación. Miles de
millones de dólares virtuales se manejan desde edificios blindados, a
pocos metros de las calles donde deambulan personas sin hogar, enfermos
mentales, drogodependientes y niños que no asisten al colegio. Algunos
sí lo hacen pero sin poder desayunar antes, lo que perjudica su
aprendizaje.
El crimen organizado se ha instalado en un vacío de poder ante la
degradación de las instituciones públicas. El periodista norteamericano
denuncia que cárteles mexicanos de la droga han recorrido los kilómetros
de distancia que los separaba de estos paraísos y encontrado el caldo
de cultivo que necesitaban para instalarse: la falta de oportunidades y
un creciente vacío de poder. Ni siquiera necesitarían viajar para
guardar las ganancias de su negocio sin necesidad de justificar su
procedencia.
Ese secreto bancario constituye la esencia de los paraísos fiscales.
Pero como denunciaba Javier Ortiz, un conocido periodista español que
murió en 2009, las economías de los países ricos dependen de estos
centrosoffshore: “¿Que por qué no acaban las grandes potencias con los paraísos fiscales? Porque son parte de su modus operandi. Un capitalismo sin paraísos fiscales sería como un jardín sin estiércol”.
En los propios países, los tribunales encuentran todo tipo de
obstáculos para investigar casos de corrupción y de tráfico de
influencias que suelen derivar en desvíos millonarios hacia paraísos
fiscales. Muchos delitos económicos no están tipificados en los códigos
penales, y la existencia de paraísos fiscales dificulta seguir la pista
del dinero.
Jamaica tiene uno de los índices más elevados de crimen y de
homicidios en el mundo. Sus cárceles hacinadas tienen un exceso de
presos condenados por delitos menores relacionados con la marihuana.
Algunas voces exigen una despenalización similar a la de algunos estados
en Estados Unidos, más cuando la marihuana forma parte de la cultura
local. El gobierno enfoca la inseguridad de las calles desde una
perspectiva policial en lugar de invertir en educación, en fortalecer la
economía local y en crear puestos de trabajo. Además, los recortes que
impone el FMI para “renegociar la deuda” ponen en peligro esas
necesarias inversiones sociales que despertarían expectativas de futuro
en las generaciones más jóvenes. La clase media desaparece en Jamaica,
como ha ocurrido en otros países que han seguido las recetas de los
organismos internacionales. En Barbados se ha congelado el sueldo de los
funcionarios. El gobierno ha despedido a 3.000 de ellos, también por
exigencia del FMI.
Las poblaciones de estas islas están aún más expuestas que las
europeas por la dependencia que tienen sus economías del turismo.
También por la falta de infraestructuras, de inversiones para servicios
públicos, por carencias en educación y por un pasado colonial y de
esclavitud que aún arrastran.
China invierte millones en infraestructuras y lanza una ofensiva
diplomática, aprovechando el descrédito del FMI por las consecuencias de
sus políticas y el cada vez menor interés de Estados Unidos en este
“patio trasero”. Le gana terreno geopolítico a Estados Unidos y a
Taiwán, que tenía presencia hasta ahora. Pero el modelo económico del
gigante asiático no plantea una alternativa más humana al capitalismo
de casino donde coexisten una riqueza obscena y una creciente miseria en
islas tan pequeñas con tan grandes contradicciones.
Vía:
http://revista-amauta.org/2014/01/paraisos-en-decadencia/
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