México. El
escenario de enfrentamientos entre autodefensas, miembros de los
Caballeros Templarios y el ejército en Michoacán es un terreno
resbaloso, advierte el analista Carlos Fazio, quien lo ubica como una
situación deliberada y provocada por el Estado para desestabilizar la
zona y generar terror con miras a una refuncionalización no sólo del
territorio, sino de sus habitantes. Daniel Negrete, un veterano
activista social de la zona de Tierra Caliente, advierte que no hay ue
confiarse, pues las autodefensas reciben apoyo del ejército y,
presumiblemente, de un cártel rival de los Caballeros Templarios.
Ninguno de los dos entrevistados por Desinformémonos
niega el terror que vive la población bajo los cárteles, ni que dentro
de las autodefensas hay civiles que legítimamente toman las armas para
defenderse o se “van con la finta”, como expresa el activista, pero
ambos señalan que el proceso apunta hacia una planeada
paramilitarización de la zona que sea funcional al gobierno federal.
“Vemos lo que está pasando con las
autodefensas como un proceso de paramilitarización, con el apoyo de la
federación y al parecer de uno de los cárteles. Están pertrechados por
parte de militares que están supuestamente de civiles, y les mandan
recursos de Jalisco”, alerta Negrete. Fazio resalta el hecho de que los
líderes de las autodefensas han dicho que desde el comienzo de su
organización tuvieron apoyo del ejército y de la Policía Federal y que
desde el inicio salieron a patrullar juntos.
La explosión de violencia en el estado
inició con la declaración de “guerra al narcotráfico” del entonces
presidente Felipe Calderón (oriundo de la entidad) en 2006. En ese
momento, recordó Fazio en entrevista anterior con esta revista, surgió
el grupo conocido como La Familia Michoacana (hoy Los Caballeros
Templarios), “que en su primera aparición pública dijo que no estaba
contra el gobierno federal ni contra las instituciones armadas, como el
ejército, que simplemente querían practicar la ley y la seguridad donde
el Estado no alcanzaba a resguardar la seguridad de los ciudadanos, y
que enfrentaría a expresiones foráneas –como los Zetas o el cartel de
Sinaloa”.
Los enfrentamientos repuntaron en
octubre de 2013, con la salida a la luz pública de diversos grupos de
autodefensa, y tomaron una nueva fase en enero de 2014, con la toma de
municipios bastión de Los Templarios por parte de estos mismos grupos,
que anunciaron su intención de acabar con el cartel.
El líder más visible de las
autodefensas, José Manuel Mireles, sufrió un accidente en una avioneta
sin que hasta el momento haya sido aclarado lo que sucedió, y desde
entonces permanece bajo resguardo del gobierno federal. El ejército y
la policía federal iniciaron un proceso de desarme de civiles y de
algunas policías municipales, y de toma de control de pueblos. Este
proceso está en fase de negociación con los grupos de autodefensa pero
ya causó tres muertos. El gobierno anunció que la Policía Federal ya
controla 20 ayuntamientos de la zona y detuvo a cerca de 40 personas.
El clima en esta zona, conocida como
Tierra Caliente, es de miedo, informa Negrete: “La gente está asustada
sobre todo por la presencia militar. Desde el 14 de enero hay un toque
de queda no oficial. Desaparecieron las policías municipales de
Apatzingán, Nueva Italia y Uruapan, entre otros municipios, y la Policía
Federal asumió sus funciones”. El activista señala que llegaron a la
zona cerca de 20 mil efectivos gubernamentales, entre policías
federales, ejército y marinos. “Los soldados están cuidando las tiendas
–Oxxos, Walmart, los bancos- y los rondines se los dejaron a la
federal”.
Negrete señala que a pesar del anuncio
del gobierno federal de que desarmará a los grupos de autodefensas, su
información es que donde son oriundos no entregarán las armas. Además,
señala, analizan la propuesta de convertirse en policías rurales al
estilo porfirista –como auxiliares de la federación.
El colectivo Ángela Esperanza, que
estudia temas como la violencia y la resistencia civil, define que la
acción de “militarización de la seguridad pública”, implica la aparición
no sólo de fuerzas combinadas (Fuerzas Armadas militares regulares y
cuerpos policíacos) y de fuerzas armadas del delito organizado, sino
también la de grupos armados irregulares (paramilitares y
parapoliciales) y grupos de civiles armados para la autodefensa. “Este
proceso de extensión cualitativa de la guerra es inocultable: a la fecha
ya ha causado más de 150 mil muertos, 27 mil desaparecidos y decenas de
miles de desplazados, en donde todas las clases sociales están
involucradas”, escribió en 2013.
La (para)militarización y los distintos grupos
El analista Carlos Fazio anunció en 2013, en entrevista con Desinformémonos,
un periodo de descomposición y reacomodo de los grupos armados en
función de una estrategia del gobierno peñista: reconcentrar el negocio
criminal y tomar posesión de territorios.
Dentro de este “laboratorio” del nuevo
proyecto de seguridad peñista en que se convirtió Michoacán, enumera
Fazio, se pueden distinguir a cuatro categorías de actores civiles
armados: las policías comunitarias que se rigen por usos y costumbres
indígenas, como Cherán –amparadas por la Constitución “y que son justo
las regiones donde ahora no hay conflicto”. En segundo lugar, las
autodefensas, que surgen en el momento en que entra a gobernar Peña
Nieto, “y que se pueden singularizar en estos grupos que el doctor
Mireles parece encabezar. Esos han tenido muy buen aprensa en el sentido
de que son grupos civiles que están resistiendo a los Caballeros
Templarios”.
Después se encuentran quienes participan
en grupos criminales: en tercer lugar está el cártel de Los Caballeros
Templarios, y en cuarto el de Jalisco Nueva Generación. Lo que es más
difuso, puntualiza el experto en geopolítica, es “si a la vez están
actuando grupos paramilitares que responden al ejército y a la policía, y
que pueden aparecer como parte de alguna de estas autodefensas. También
podrían estar actuando mercenarios, incluyendo extranjeros”.
Negrete afirma que sobre todo en los
lugares de mayor presencia de Los Templarios, las autodefensas hacen una
asamblea –“no llegan todos los del pueblo, pero la asumen como tal”- y
es entonces cuando toman el pueblo. En el caso de Nueva Italia y
Parácuaro, por ejemplo, los integrantes del grupo de autodefensa no son
habitantes de esos lugares. Negrete reconoce también que el común de la
gente ve a Mireles como un héroe que los está liberando. Las últimas
noticias dan cuenta de una devolución de las tierras robadas por los
Templarios a sus legítimos propietarios.
La hipótesis: los reacomodos y el negocio criminal
Carlos Fazio considera que el gobierno
quiere descabezar a los Caballeros Templarios, “y puede ser que esté en
alianza con el grupo Jalisco Nueva Generación. El ejército pudiera estar
armando a civiles para combatir a alguno de los grupos de la economía
criminal”.
La hipótesis principal del analista es
todavía una incógnita sin despejar: si el gobierno en realidad lo que
quiere es monopolizar en un solo grupo de la economía criminal todos los
negocios que están tipificados en la ley como crimen organizado, y que
lo que quiere es volver a los viejos tiempo del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), donde desde la Secretaría de Gobernación y los
cuarteles militares llegaban a acuerdos con los cárteles –en ese
entonces, el de Guadalajara- e ir hacia una monopolización de estos
negocios bajo un pacto con el gobierno.
El también profesor de la Universidad
Nacional Autónoma de México no descarta que en algunas zonas haya
grupos legítimos de gente que está harta y se arma –pone como ejemplo a
la zona purhépecha- no sólo contra los Templarios sino contra otros
grupos criminales y contra las propias autoridades, “que en vez de
garantizar el orden se dedican a extorsionar y a hostigar a la
población. Es posible, sí, que haya un fenómeno de que parte de la
población se arme y tenga un fin de defensa legítimo, como puede ser en
algunas partes de Guerrero y Oaxaca, pero estamos en una pendiente
resbalosa y hay que tener mucho cuidado”.
El colectivo Ángela Esperanza advierte:
“Pareciera ser, pues, que la interpenetración del ‘orden legal’ con el
‘orden delictual’ es la forma en que se garantizaría la construcción de
un monopolio del crimen organizado en tanto mercancía en proceso de
construcción. Esto podría explicar que para ello, el aparato del poder
del Estado se caracterice por la protección que una parte del ‘dominio
del orden legal estatal’ brinda a una parte del ‘dominio del orden
delictual territorial’”.
Fazio admite que hay muchas dudas por
resolver acerca de las autodefensas, pero lo que ve como definitivo es
que “en México se está dando una guerra civil molecular, donde hay
grupos armados que son llevados a enfrentarse unos contra otros pero
como parte de una política de Estado. En el fondo, todo tiene que ver
por una guerra por el territorio y los recursos estratégicos”.
El periodista y académico resalta que el
gobierno “filtró” a varios medios que los Caballeros Templarios dominan
varias partes de la economía del Estado, incluida la exportación de
limón, aguacate y de hierro a China. “Lo que hablamos es que la economía
criminal está entrelazada con los negocios, y me temo que haya grupos
empresariales que tienen grupos armados y están coludidos con
funcionarios del Estado. En el discurso oficial todo se centra en
Caballeros Templarios, Jalisco Nueva Generación y autodefensas, pero
nunca nos hablan de los políticos, empresarios, banqueros y aduanales;
es decir, toda la estructura económica y gubernamental que tiene que ver
con la importación-exportación de distintos productos de la economía
nacional por el puerto de Lázaro Cárdenas”.
Al igual que en Ciudad Juárez
(2008-2009) y en Tamaulipas (2020-2012), “se puede estar generando una
confrontación violenta entre civiles, coordinada por militares y
policía, para desestabilizar, generar terror y llevar a una
refuncionalización de los territorios, pero también de los habitantes
que están ahí”.
En su análisis de 2013, el colectivo
Ángela Esperanza advirtió que diversos sectores del régimen han ido
transfiriendo tareas policíacas y militares a grupos de civiles,
organizados con técnicas militares, quienes al estar armados, y
construir intencionalmente elementos de fractura dentro de las
comunidades, comienzan a instalar potenciales condiciones de otra forma
más en que se expresa la guerra civil que, a su vez, hace
“indispensable” la presencia de Fuerzas Armadas en el lugar, con el fin
de evitar la confrontación construida desde el aparato de poder.
El cambio no solamente estará en quienes
controlarán la economía criminal, sino también en quiénes van a
controlar la tierra, la minería, la agroindustria, la exportación de
limones y aguacates, y otros insumos que se generan en ese estado,
finaliza el analista.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2014/01/michoacan-entre-la-manipulacion-del-estado-y-el-crimen-organizado/
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