José Ángel Leyva
De Violín y otras cuestiones hasta El emperrado corazón amora puede uno, como lector, visualizar un camino sinuoso, complejo en el discurso gelmánico que, como el Río Guadiana, se pierde para emerger más adelante con sus novedades anunciadas o no, renovado, dispuesto a ser el mismo y otro. Ese rasgo tan distintivo de Gelman que le habla a Juan de sus otros Juanes, que los impulsa a ser distintos y autónomos, niños de sí mismos, niños en un juego maduro donde se aprende a cantar como pájaros o, desde, y en el balbuceo, de la garganta que no se traiciona a la hora de nombrar de corazón lo que se quiere o no. La poesía reunida de Juan nos ofrece la oportunidad de asomarnos a su horizonte vital, a dejarnos perder en el entramado de una búsqueda que no termina porque está forjada con insatisfacción e inconformidad de los grandes poetas, de los autores que no escriben con estilo sino con lenguaje. Una escritura hecha con base en interrogantes, de desgarrones y de éxtasis dialogales, de relatos fundacionales. Los otros de Juan se gelmanizan, pero cada cual por su camino, con respiración propia, con dudas y circunstancias auténticas, en una historia donde me parece encontrar a un hombre, un mismo hombre que refiere el poeta:
Cómo decir un hombre claramente,Gelman no acepta el término heterónimo, a mí no me satisface llamar seudónimo a Sidney West, prefiero buscarle un término que me aproxime más a mi sentir, al personaje que funde a Whitman con el Borges de “El Sur”; prefiero pues llamarlos alterónimos, y suponer que en cualquier momento puede hacer su aparición ese gringo y sus lamentos, en verdad notables por su enjundia y su visibilidad.
barajarle los lunes, las canciones,
y es algo más que una corbata, un miedo,
una pared donde el amor estalla.
De pronto un hombre es tierra conmovida.
Es la esperanza andando en pantalones.
Son las manos peleando contra el tiempo.
Así eras Juan. Por eso te llamabas
Juan, como todo lo que sufre y crea.
En Gelman Con mover está cercano a Com poner, por ello sus Com posiciones son parte del mismo o semejante Sentir con, y de Poner con, de componer con. Esa especie de complicidad y de fusión en el sentimiento con el otro o con los otros. Sus Com Posiciones pueden ser diálogos imaginativos con grandes poetas antiguos que se actualizan a través de la gelmanización. Llegan al lector como voces creativas que se desmarcan de sus orígenes, pero que no pierden sus referentes genealógicos en el ejercicio de ser no siendo, o del no saber sabiendo de San Juan de la Cruz. Cada libro que compone esta Poesía reunida es una marca diferente de un canto de múltiples registros, de voces ensambladas a pájaros de diversos plumajes, de distintos humores. Aves que salen o se posan en ese mismo árbol sin hojas que da sombra, es decir, que conmueve, nos consuela, nos pregunta.
Gelman disloca los acontecimientos para crear espacios abiertos a cualquier posibilidad: “Así vendrán tristumbres, la madre general, las deudas del olvido” (“La sed”) , o “Allí pasó mañana. Tiembla de siempre en nunca más.” (“Vínculos.”) La invocación del futuro en un ayer que no debió ocurrir de la manera como se vivió, sino en la forma como se escribe en el presente. “La lengua del dolido jadea de amores indecibles, apenas entrevistos, como fuegos que le acechan la boca y ningún daño apaga y arden en lo que no será.” (“Interrupciones.”) Pero lo más trascendente de esta posición indeclinable del poeta y del hombre de principios, del individuo ético que asume su responsabilidad ante la palabra hasta las últimas consecuencias, es no contagiar el hecho poético con la ideología, no sujetar las búsquedas estéticas a la moral que rige su posición política-ideológica, su insistente y denodado esfuerzo por extraer la verdad del pasado, por su reclamo de justicia. No obstante, dicha actitud ética se refleja en los contenidos de su poesía, habla a través de sus versos y de su respiración, de sus tonos. Mas no la conforma como una poesía política, pedagógica o moralista; por el contrario, la conciencia de los motivos que avivan la pena por los ausentes y por los débiles, por lo que debía y no fue, empuja hacia la liberación de lo poético atendiendo únicamente a la responsabilidad de sus propios impulsos, de la revelación de sus enigmas, de la aparición del conjuro en la forma y el momento en que la propia sed de decir lo exige, la poesía responde a sí misma:
La emoción entre mi vida yInsuficiencia del existir y precariedad en el decir, mueca de ironía y de burlón silencio en la negación oximorónica de todo lo que no nos pertenece, y por lo mismo nuestro. Negar afirmando, afirmar negando, a la manera como lo hicieron los místicos y barrocos. Gelman ya lo apuntaba en sus poemas de 1961, en su “Arte poética”: “Entre tantos oficios ejerzo este que no es mío [...] A este oficio me obligan los dolores ajenos [...] todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.” Nada es tan lógico como el hablar de los niños, nada tan sincero como su forma de nombrar la realidad, de concebir la función de la lengua, tan cercano al sentir y al imaginar, a la noción del tiempo y de la vida, en donde la muerte no tiene ni tendrá lugar, como lo sugería Dylan Thomas, y el amor es simplemente energía para el juego o para la vida que es juego. La ternura de Gelman parece provenir de un diálogo con sus hijos y sus nietos, con el Juan que goza descubriendo las suertes que se pueden realizar con las palabras por sus contigüidades y sus continuidades, por sus contextos y sus pretextos, por sus trastocamientos y errancias.
la conciencia de mi vida
es una continuidad que no me pertenece.
“Torcazas”
Juan Gelman en Casa América Catalunya Foto: revistacatalina.com |
Cómo sabe Andrea que la poesía no tieneSe agradece una edición así, sencilla, ligera aunque de grandes dimensiones, sobria, elegante, sin anuncios ni presentaciones, estudios previos, prefacios o prólogos; así, con una poesía que se presenta de primera intención a sí misma, dispuesta a ser leída y vivida, apropiada, amorada.
cuerpo, no tiene corazón y
en su hálito de niña pasa o puede pasar
y habla de lo que siempre no habla
[…]
Un día sabrá que existieron como ella misma,
entre lo imaginario y lo real.
¡Ah, vida, qué mañana/cuando termines de escribir!
“¿Cómo?”
Gracias, Juan, por enseñarnos esta lengua gelmánica, hecha para no claudicar ni dar reposo a la memoria, tampoco a la alteronimia, a esa marcha que nombras “Atrasalante en su porfía” con todos tus otros que también son un nosotros.
Vía:
http://www.jornada.unam.mx/2011/12/18/sem-jose.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario