Pinches güevones, pinches indios! –gritó a los maestros democráticos
un grupo de tepiteños, mientras les lanzaban piedras, tubos y palos. Los
docentes marchaban por el Eje 1 Norte rumbo a la Cámara de Diputados,
el pasado 17 de octubre, exigiendo la abrogación de la reforma
educativa.
Esa misma tarde, los comerciantes del barrio bravo de Tepito negaron
su participación en la agresión. Más aún, acusaron a personas ajenas a
su colonia de ser las responsables de esos actos.
¡Pinches indios! es un epíteto racista y clasista que con frecuencia
se lanza contra los maestros que protestan en el valle de México. No es
el único. Cada día, en las redes sociales, programas de radio y
televisión y columnas de diversos diarios, se les insulta diciéndoles
burros, nacos, prietos, borregos, acarreados, halcones, fascistas,
apestosos, costeños, secuestradores, delincuentes, ladinos, gatos,
terroristas, ladinos y lindezas por el estilo.
Las agresiones en su contra vienen de todos lados. Haciéndose la
graciosa, la actriz y cantante Mariana Seoane advirtió en el programa Sabadazo:
“Es una ofensa decirle maestro a alguien en este país”. Y Sofía López,
hija de Isidro López, alcalde panista electo de Saltillo, escribió en su
Facebook: “Una hora y 10 minutos de tráfico
#GraciasMaestrosBuenosParaNADA”. Desde entonces es conocida como
#LadySaltillo.
En algunos sectores de la población existe un malestar genuino hacia
los trabajadores de la educación, porque sus protestas afectan su vida
cotidiana. Sin embargo, ese descontento ha sido amplificado y
manipulado, difundiendo información falsa sobre su lucha y sus
propósitos.
Es así como muchos de estos improperios no son hechos aislados, sino
episodios de una deliberada campaña de injurias contra los trabajadores
de la educación, que recuerda los peores momentos de la guerra fría.
Por ejemplo, el 3 de octubre, un periódico de circulación nacional
informó a ocho columnas que un informe de la PGR asociaba a la CNTE con
la guerrilla del EPR. No le importó que desde mayo de este año otro
diario hubiera publicado sin pruebas lo mismo, ni que desde esa fecha la
coordinadora negara las imputaciones, al igual que lo hizo el EPR. El 4
de octubre, la PGR descartó que existan vínculos entre el movimiento
magisterial y la guerrilla. “No se está investigando a la CNTE”, afirmó
el procurador Jesús Murillo Karam. Pese a ello, día tras día, la
calumnia se difunde una y otra vez.
La cruzada moral contra el magisterio no tiene límite. Apenas el
pasado 30 de octubre otro diario nacional presentó al maestro Germán
Mendoza Nube como líder del magisterio altamente radical, “con formación
militar subversiva” y beneficiario del gobierno de Oaxaca.
Curiosamente, Germán, egresado de la generación 1985 de la normal rural
Luis Villarreal, de El Mexe, Hidalgo, fue salvajemente golpeado por
elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones de Oaxaca el pasado 3
de mayo.
El “peligroso subversivo” debe utilizar una silla de ruedas. Quedó
parapléjico en 1987, cuando fue brutalmente agredido por la policía por
su trabajo de organización en comunidades chatinas. Estuvo 45 días
incomunicado, bajo tortura y sin atención médica. Pasó dos años en la
cárcel. En 2006, en plena lucha de la APPO, el gobernador Ulises Ruiz lo
volvió a detener y lo envió al penal de Miahuatlán, sin los cuidados
necesarios para que se atendiera de una severa diabetes.
El profesor Germán no oculta sus convicciones políticas. Las ventila
públicamente. No se esconde. Él se asume como comunista y eso no es un
delito. Pero ni él ni su fuerza política conducen a los docentes
oaxaqueños o a la CNTE, por más que sean parte de su lucha. La
coordinadora no está controlada por organización alguna; acuerda sus
acciones consultándolas con sus bases. Nadie, en lo personal o como
corriente, marca la línea del movimiento magisterial; el movimiento se
dirige a sí mismo.
Estas calumnias no son acciones fortuitas. Son parte del clima de
crispación mediática fabricado contra el magisterio disidente para crear
entre la opinión pública una idea desfavorable hacia quienes se han
opuesto a una reforma educativa mal hecha y peor ejecutada, y propiciar
un ambiente favorable a una posible “solución” represiva del conflicto.
Son uno de los últimos eslabones de una cadena que Mexicanos Primero y
el duopolio televisivo comenzaron a forjar mucho antes de la aprobación
de la reforma educativa. Con la pretensión de asaltar la educación
pública del país, los organismos empresariales han inventado, durante
los últimos años, una caricatura de los maestros mexicanos sin relación
alguna con la realidad.
Molesto porque los docentes democráticos no permiten que la reforma
educativa aterrice, el gobierno federal ha hecho suya esta imagen
deformada del magisterio. Convencido de que las protestas de los
profesores provienen de una deficiente estrategia de comunicación, ha
saturado televisión, radio y prensa escrita con mensajes publicitarios
en favor de la reforma, que generan más animadversión que
convencimiento.
El asunto es mucho más sencillo: antes de la reforma, la inmensa
mayoría de los docentes aseguraba tener una gran estabilidad laboral y
no le interesaba buscar empleo en otro lado. Pero la reforma educativa
modificó drásticamente esa percepción. Hoy, su permanencia en el empleo y
su inamovilidad se encuentran en entredicho y ellos están en las calles
para conservarlos.
La nueva legislación educativa tiene como telón de fondo una
caricatura de los docentes. Y cientos de miles de docentes, que la
juzgan inadmisible, han reaccionado contra ella con energía y dignidad.
Lejos de doblegarlos, la cruzada moral en su contra, la falsificación de
las raíces y razones de su lucha y los agravios racistas y clasistas de
los que son víctimas los convencen de la necesidad de seguir adelante
en defensa de su profesión y de la educación pública.
Vía:
http://www.jornada.unam.mx/2013/12/03/opinion/027a1pol
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