Tras 12 horas de
secuestro del presidente Evo Morales en Viena, Austria, no hay muchas
explicaciones para justificar lo que podemos considerar, si se me
permite el símil, un golpe de Estado internacional contra la soberanía
de Bolivia. Si el avión presidencial lo consideramos territorio
inviolable, la sola petición de examinarlo, sea cual fuere el motivo,
constituye un despropósito, un acto de piratería aérea, y abre la caja
de pandora. Mañana se podría pedir, cortésmente, que todos los aparatos
que transportan jefes de Estado y de gobierno en misiones oficiales sean
sometidos a revisión
En este plano, la negativa de varios gobiernos de la Unión Europea de
prestar sus aeropuertos al avión presidencial boliviano supone un salto
cualitativo en la escalada contra la soberanía de los Estados y la
dignidad de sus mandatarios, en este caso de Evo Morales. Pero, si
miramos un poco más lejos, también deja al desnudo la pérdida de
soberanía de los gobiernos implicados. No hablamos de países menores, al
menos en el caso de Francia e Italia. Portugal y España es otro cantar.
Aunque no es menos grave. La situación obliga a preguntarnos: ¿Quién
dio la orden? Si la respuesta es de Perogrullo, Estados Unidos y su lobby
internacional: la Casa Blanca, la CIA, el Departamento de Estado y el
Pentágono, debemos considerar el grado de sumisión de gobiernos dizque
democráticos plegados a una petición aberrante. Su acatamiento pone de
relieve, en primer lugar, la dependencia de las voluntaria, por soplos de agencias de información o espionaje. La escusa, desde transportar estupefacientes, oro, dinero negro o personas indocumentadas. Se trata de un acto de impunidad avalado en una argucia técnica, repostar combustible y carecer de autonomía de vuelo. Cerrado el grifo de la gasolina y con opciones de no llegar a destino, la pregunta salta a la vista si se nos pide realizar la inspección. ¿Qué hacer?
democraciaseuropeas en relación con Estados Unidos. En segundo lugar una baja autoestima, al cumplirla sin rechistar ni cuestionar el argumento esgrimido por el solicitante. ¿Viajaba el supuesto espía?, ¿Cuáles eran los datos para aseverarlo?
El fiasco ha sido de hondo calado. Los servicios de inteligencia USA, la CIA, nuevamente han metido las patas, demostrando su inoperancia. Millones de dólares de contribuyentes tirados a la basura. Redes de espionaje caricaturescas, al estilo Súper agente 86. Y no menor la cuota que le corresponde a sus homónimas europeas. Cayeron como pardillos en la trampa. Si esa es la cuestión, habría que pensar en destituciones y dimisiones por torpes, chapuceros e imbéciles.
Pero volviendo al caso que nos ocupa, la actitud de Italia, Francia, Portugal y España, tiene una lectura más que preocupante. El proyecto europeo, construir y consolidar un espacio político y cultural como contrapaso a la estrategia belicista de la potencia hegemónica de Estados Unidos, se diluye como un azucarillo en el agua. Si la OTAN ya era un obstáculo insalvable en una de sus facetas más importantes, la toma de decisiones a escala internacional, aceptar la petición de Estados Unidos, sella la carta de defunción de la Unión Europea como actor independiente que buscaba la paz mundial, el diálogo y la negociación, con voz propia y no como un simple muñeco en manos de un ventrílocuo que lo maneja.
Si durante la guerra de Irak los vuelos clandestinos consentidos para transitar por el espacio aéreo europeo de aviones con detenidos ilegales a la prisión de Guantánamo marcó un punto de inflexión en las relaciones Estados Unidos-Europa, hoy tenemos una vía de no retorno. La sumisión de los gobiernos de Italia, Francia, Portugal y España es la punta del iceberg que muestra cómo en los temas más delicados que conciernen a la seguridad de Estados Unidos, Europa dobla las rodillas y cae postrada ante su amo. La política exterior de Europa es una quimera. La peor noticia posible en momentos en que se requiere construir un mundo en el que se limiten los intereses belicistas de Estados Unidos. Por suerte, América Latina ha levantado su voz para denunciar tal ignominia, mostrando solidaridad con el Estado Plurinacional de Bolivia y su presidente, Evo Morales, quien dejó claro que la soberanía no tiene que ver con ser un país pequeño o grande, sino con convicciones éticas y dignidad, valores que Europa no tiene, si alguna vez los poseyó.
Enlaces:
Los cables sobre México en WikiLeaks
Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks
Vía:
http://www.jornada.unam.mx/2013/07/07/opinion/026a1mun
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