"Una
década ganada, ¿Para quién?". Así se llama el Informe que da cuenta
sobre la represión durante la década “K”, elaborado por Correpi y la
Agencia Walsh. La investigación fue presentada el pasado lunes 15 en un
auditorio de ATE lleno de militantes. El trabajo se estructura con una
introducción que aborda los grandes temas represivos: Gatillo fácil,
tortura, desapariciones, muertes bajo custodia, procesados por luchar,
presos políticos, trabajadores perseguidos, patotas, cooperación
represiva con el imperialismo, trabajos de inteligencia sobre los
sectores organizados, infiltración de organizaciones populares,
asesinados en movilizaciones y otras protestas, represión en conflictos
de tierra y vivienda, militarización del territorio, todo ello
contrapuesto al discurso de defensa de los Derechos Humanos del gobierno
nacional y los provinciales. Luego, en distintos capítulos, se enumeran
los casos más significativos que alcanzamos a conocer de cada
modalidad, para terminar con un lapidario informe sobre la situación
carcelaria.” (Agencia Rodolfo Walsh)
(APe).- En la corriente teórica y política
del análisis institucional, se describe el “efecto Mühlman”. Consiste en
el derrumbe de la profecía fundacional y su recuperación por lo
instituído. En otras palabras: lo nuevo, luego de un despliegue más o
menos contundente, queda atrapado en la tela araña de lo viejo.
Capturado. Aprisionado. Una forma de ilustrar es pensar el pasaje del
cristianismo del amor, con su ícono el pez, a la cristiandad del terror,
con su ícono la cruz.
No puedo asegurar que el efecto mencionado
sea inevitable, porque podemos imaginar, y desear, que siempre haya
líneas de fuga. El análisis institucional, junto al psicoanálisis
freudiano, la psicología social y la teología de la liberación han
nutrido mi desarrollo teórico y político que es el psicoanálisis
implicado(1). Lo defino como un analizador del fundante represor de la
cultura. Y de eso estamos hablando. La cultura represora tiene como
dogma primero mostrarse como no represora. La víbora con carita de
lombriz, no necesariamente solitaria.
La cultura represora construye lo que
denomino “alucinatorio social”, sumatoria de delirios varios y
alucinaciones masivas. El delirio reemplaza, restituye al pensamiento y
la alucinación, reemplaza, restituye a la percepción. Para conseguir ese
efecto y no terminar internado en un servicio psiquiátrico (monovalente
o polivalente, no importa) hay que tener Poder. No digo la suma de
todos los Poderes. Francisco, que es Bergoglio, hay uno solo. Pero desde
ya, la suma de varios Poderes. Mediático (por ejemplo cadena nacional),
democrático (sacramento del voto), económico (subsidios al por mayor y
algunos al por menor), afectivo (referenciar con ídolos políticos
populares, hasta 3 es suficiente), histórico (empoderarse de ideas
ajenas) y otros poderes que a veces degradan a picardías criollas y
otras se agrandan en epopeyas nacionales y populares.
El contenido explícito de la Profecía, que
algunos llaman relato, es: “capitalismo serio + derechos humanos”. Hemos
dichos, en realidad, he escrito, que esa profecía es paradojal. Los dos
términos no pueden ser integrados. La existencia de uno anula la del
otro. O sea: si hay capitalismo, no pueden haber derechos humanos. Y
para que haya vigencia de los derechos humanos (civiles, políticos,
económicos, sociales) el capitalismo debe ser arrasado. Pero el Poder
tiene razones que el no poder no entiende. Una Razón de Estado que
habitualmente es un Estado sin Razón, determina, establece, impone,
ordena, exige que la Profecía es la única posible. Y necesaria. También
inevitable. Por siempre mayoritaria. No deberá ser cuestionada, ni
criticada, mucho menos combatida, porque el anatema de traidor, cipayo,
gorila, caerá con prisa y sin pausa. Incluso la Profecía puede albergar
en su propio devenir otras paradojas, que tampoco podrán ser
cuestionadas.
Por ejemplo: capitalismo serio= Chevron;
derechos humanos = ley anterrorista. No sé si alguien recuerda a Dromi,
en todo caso no es alguien para recordar, pero al menos reconoció con el
cinismo impune de los Poderosos, que la Argentina estaba de rodillas.
Creo que ahora es asesor, o lo fue, del Ministro de Planificación. La
tragedia no es el fracaso de la profecía. Muchas han fracasado en la
historia de la humanidad y gracias a eso, otras profecías tuvieron su
lugar en el mundo. La tragedia es que no hay en la actualidad de esta
cultura represora otras profecías con la potencia y contundencia
necesaria para intentar un cambio en el nivel fundante. O sea: anti
capitalismo + derechos humanos. Alguna vez tuve un sueño, incluso
escribí sobre él.
La unión de la izquierda clasista y no
clasista, sin buscar la unidad que divide, sino intentando potenciar las
diversidades. La unión de las izquierdas alejadas del maldito lugar del
centro izquierda, que en algún trabajo bauticé como
“retroprogresismo”(2). La lucha contra todos los mono y oligopolios, con
refranes del tipo: Clarin Miente, Monsanto Mata, Chevron Arrasa, Karft
Estafa, etc, hubiera reflejado algo más que tips nac y pop de nulo
efecto en la vida cotidiana.
El fracaso de la profecía no es lo mismo
que su derrota. Espartaco fue derrotado y con él, símbolo permanente de
la lucha contra la esclavitud, fue derrotada la profecía libertaria. Y
aunque un mundo sin esclavos no parece ser posible, no deja ser
necesario luchar para derrotar a los esclavistas. Comercio esclavo que
hoy se llama Trata.
El fracaso es derrotarse a uno mismo, es
algo así como sabotearse sin la menor capacidad de crítica y reflexión.
Un Frente para la Derrota está cada vez más consolidado. Y no digo
derrota electoral, que sabemos que como el dinero, los votos van y
vienen. Digo derrota cultural y derrota política. Proponer a un militar
para un ascenso, congelarlo ante la evidencia que surge del mismo palo
(me refiero al CELS) y mantenerlo en la Jefatura del Ejército, tiene
cero afinidad con una política en defensa de los derechos humanos. Que
siempre es la defensa contra los abusos, excesos o atrocidades del
Estado de una ciudadanía indefensa. Y es en el máximo nivel donde esa
Profecía fracasa. La Presidenta puede equivocarse. Pero no puede
equivocarse sobre la equivocación. Es decir: poder puede, pero no debe.
Si el Estado somos todos, pareciera que algunos son de planta permanente
y la inmensa mayoría son tercerizados.
Y algunos pocos, como denuncia el periodista Jorge Daffra, disfrutan del obsceno encanto de los privilegios de pertenecer. “El
caso más polémico es el de César Gerardo del Corazón de Jesús Milani
(28), el hijo homónimo del general. Fue designado en octubre del año
pasado, a través del decreto 1.753, para “cumplir funciones como
analista técnico” en el Ministerio de Defensa. Se inscribió como
monotributista clase B con ingresos de hasta 24.000 pesos, según los
registros de la AFIP. Debió ser designado “con autorización excepcional
por no reunir los requisitos mínimos de acceso al Nivel”. »DEL BOLETÍN
OFICIAL DE LA NACIÓN »
El “affaire” Milani y Jaime quedarán como
los iconos visibles del fracaso de la profecía. Pero insisto, luego
existo. Veamos la paja en el ojo ajeno pero también los troncos en
nuestros propios ojos. La debilidad, la discontinuidad, la retirada sin
aviso, la audacia diluida, han sido las constantes de esta década ganada
para muchos, perdida para otros tantos, y privilegiada para pocos y
pocas. Parece que para tomar la Bastilla, siempre hay un día después. Mi
amiga Matilde Ruderman, militante solidaria de hace varias décadas,
quizá de perfil bajo pero de frente alta, me recuerda: “Formación de
380 pesos para jefes de hogar desocupados, una asignación universal de
60 por hijo y otra de 150 para jubilados sin cobertura. Página/12
discutió el tema con dos integrantes del Frenapo, entre ellos Claudio
Lozano y la socióloga María del Carmen Feijoó”.(Página 12. 1/12/2001)
Si la derecha cultiva la semilla
transgénica del oportunismo político, la izquierda deja de cosechar los
frutos permitidos de la oportunidad histórica. El FrenaPo fue ahogado en
el Tsunami de diciembre del 2001. Sin embargo, es necesario rescatarlo
de su propio efecto Mülhman. O sea: su digestión por la voracidad
electoral y electoralista. Quizá hoy habría que denominarlo FrenaRi: un
frente contra la riqueza. Porque ésa es la causa de la pobreza. La
opción por los pobres que no sea acompañada por una lucha contra toda
forma de riqueza es el absoluto fracaso. Es secar el piso sin tapar el
caño roto. Esa izquierda anti capitalista, más acá de sus definiciones
clasistas, puede sostener una nueva profecía: la constituyente social.
La constitución debe ser arrebatada de los estantes del funcionariato
profesional o amateur, de las dirigencias de planta o transitorias, para
ser construcción colectiva. Un colectivo es un grupo con una estrategia
de poder. En este caso, de poder colectivo que no es lo mismo que poder
popular. Lo popular, aunque con las mejores intenciones, es una línea
que baja. Lo colectivo es una curva que sube. Curva que Enrique Pichon
Riviere denominó espiral dialéctica. De la tierra al cielo, mirando a
los costados y no del cielo a la tierra, mirando para arriba.
La única forma de enfrentar el fracaso de
una profecía es construyendo otra. Lo peor: repetir hasta el hartazgo
final la misma profecía, aunque esté flaca, fané y descangayada.
No es necesario emborracharse esta noche, al menos no por esto. Pero si
es necesario tener presente un aforismo implicado, que, Milani
mediante, me resuena nuevamente en la cabeza: “las
dictaduras toman lo diferente como incompatible y asesinan; las
democracias toman lo incompatible como diferente y se suicidan”.
(1) “Crónicas
de Trapo” y “El Crimen de la Paz” (de reciente aparición) son dos
libros que recopilan mis artículos publicados en APE desde ese enfoque.
(2) “Retroprogresismo: cuando las apariencias no engañar”. En “El Crimen de la Paz” pág. 95.
Vía:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7877:alfredo-grande&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
No hay comentarios:
Publicar un comentario