Algunos observadores
interesados han denunciado la falta de transparencia con que se realiza
la 17 ronda de negociaciones de la Asociación Transpacífica en la
capital de Perú, que culmina hoy. Uno de ellos es la ONG estadunidense
Electronic Frontier Foundation, que se define en su página web (eef.org)
como entidad no lucrativa, defensora del intercambio libre e
irrestricto en Internet. En un blog fechado el 20 de mayo en Lima,
La opacidad alcanza a participantes directos. La Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos,
que solía ser prolija en sus referencias a la TPP, no ha divulgado
información sustantiva alguna sobre la ronda de Lima. Los materiales más
recientes que la Secretaría de Economía, a la que corresponde en México
la negociación del TPP, sigue alojando en su portal (economia.gob.mx)
como últimas informaciones sobre el TPP, son lo relativo al ingreso
formal del gobierno de México, que data de octubre de 2012, y un
memorándum sobre el TPP elaborado por la administración Calderón.en las afuerasdel hotel elegido como sede de la reunión, se queja de la falta de información sobre el contenido de los diversos asuntos que se negocian, en especial el relativo a criterios y reglas de copyright: derechos de autor y cuestiones relacionadas que limitarían la difusión de contenidos en la red. Otro es el presidente de Adifan (Asociación de Industrias Farmacéuticas Nacionales de Perú), quien declaró al diario peruano El Comercio que
el problema es la metodología con la que están trabajando: poca transparencia y nada de información. Teme la asociación que se pretenda
ampliar por más de 20 años el alcance de las patentes a las medicinas para tener monopolios comerciales.
Se esperaba que la ronda de Lima, la 17, fuera definitoria para cumplir el objetivo proclamado por Obama con especial entusiasmo, de concluir en el presente año el proceso de negociación. Hasta ahora y a pesar de las insuficiencias de información ya señaladas, puede presumirse que algo salió mal.
Quizá la verdadera noticia de la TPP en Lima sea la ausencia de Japón. Están reunidas las otras 11 delegaciones, incluidas las de Canadá y México, que, junto con Japón, fueron las últimas en sumarse al proceso. Como se sabe, el procedimiento de acceso a la TPP es, por lo menos, laberíntico y complicado. Exige a cada uno de los nuevos aspirantes –como los tres que acaban de mencionarse– negociar en lo bilateral con cada uno de los nueve socios anteriores a 2010 (Australia, Brunei, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) concesiones que les parezcan satisfactorias. Se trata, en otras palabras, de que compren su billete de acceso al club y puedan participar en las verdaderas negociaciones. Para los tres que anunciaron su intención en 2011 se diseñó un procedimiento acelerado para desahogar tan engorroso y, casi siempre, costoso trámite. Canadá y México lo desahogaron al parecer sin dificultades y con celeridad: un año después de proclamar su intención, participaron formalmente en la 15 ronda de negociaciones en Auckland. No se ha divulgado, al menos en el caso de México, qué concesiones se aceptaron para despachar nueve negociaciones en menos de un año.
Sin embargo, parece que el verdadero problema para culminar el acuerdo de la TPP resida en otra parte: el Congreso de Estados Unidos y el enfrentamiento sistemático entre demócratas y republicanos. A principios de abril, en un acto de promoción comercial de Nueva Zelanda en Washington, seis antiguos representantes comerciales estadunidenses –la mayor parte de ellos de gobiernos republicanos–, encabezados por la inolvidable Carla Hills, afirmaron que resultaba poco probable que las negociaciones concluyeran en 2013 ya que, como señaló el redactor de una nota aparecida en un boletín electrónico neozelandés,
en diversos países participantes hay creciente oposición debido a posibles afectaciones severas en sectores sensibles: protección de la propiedad intelectual, subsidios a las industrias farmacéuticas locales [productoras de genéricos, que ganan terreno en la oferta disponible de fármacos], desregulación de las inversiones extranjeras directas, entre otros.
En el Congreso estadunidense parece existir poca disposición a otorgar a Obama las facultades especiales de negociación comercial, conocidas como fast-track, sin las cuales sería imposible obtener la aprobación legislativa de un acuerdo tan complejo, sobre todo a raíz de la posible participación de Japón, sin la cual la TPP carecería aún más de sentido.
No he mencionado el aspecto más controvertido y polémico de la TPP: la intención, implícita pero evidente, de excluir a la potencia en ascenso del área, China, y de tenderle un cerco comercial, económico y financiero. Por ello se enfatizan elementos como la libre convertibilidad monetaria, la ausencia total de restricciones o requisitos a las inversiones extranjeras directas, la defensa abusiva y a ultranza de la propiedad intelectual, entre otras. Se sabe que China no aceptaría ahora, quizá nunca, estas condiciones. Por ello, naciones como Corea –que hace un año firmó un acuerdo bilateral con Estados Unidos–, Filipinas, Indonesia y Tailandia, que parecen preferir no sumarse al cerco a China, han decidido mantenerse alejadas de ejercicio tan poco transparente y cristalino como la TPP. México se sumó por reflejo pavloviano.
Vía:
http://www.jornada.unam.mx/2013/05/23/opinion/021a2pol
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