La caída del Muro de Berlín o el fin del
comunismo, como también le han llamado a los cambios geopolíticos
suscitados en 1989, generó una serie de simbolismos político
ideológicos. Particularmente la derecha conservadora, en alianza con la
iglesia católica hegemónica, se ha ocupado de rescatar al mundo de los
“males” que fomenta el comunismo y cualquier pensamiento de izquierda,
bajo el supuesto de que el comunismo fomenta valores “inmorales”. La
derecha, en sus diferentes expresiones, reaparece defendiendo la
moralidad y los valores “políticamente correctos”.
Esto nos lo confirma Raquel Osborne ["La Construcción Sexual de la Realidad: La Derecha y la Sexualidad"]: “En los años cincuenta el diablo era el comunismo, en los setenta y ochenta, los fantasmas que convocaban todos los anatemas fueron el feminismo y el movimiento homosexual por su rechazo a la familia patriarcal y sus luchas a favor de la liberación sexual... La nueva derecha se autodefine como “pro-vida, pro moralidad y pro América, a la vez que por su anti- homosexualismo, anti – feminismo, anti- aborto y anti - divorcio” En este contexto el aborto se ha convertido en uno de los instrumentos de satanización y de negación de la reivindicaciones históricas de los movimientos laicos y feministas, desde la derecha ultraconservadora que coloca ese y otros temas como la diversidad sexual, el matrimonio entre personas del mismo sexo, como “males inmorales” de izquierda.
También es cierto que “con la caída del comunismo, el Vaticano pierde el eje político alrededor del cual hace girar la unidad del mundo católico y pierde también su alianza con el gobierno de los Estados Unidos fincada en el anticomunismo”. Entonces requieren de crear nuevas agendas que desde los valores morales y religiosos cultiven los sentimientos anti izquierda y coloquen a esta como una ideología demoníaca y perversa.
Desde el período anterior a la Conferencia sobre Población y Desarrollo en el Cairo, (1995) y con más fuerza a mediados de los años noventa, los gobiernos de derecha se articulan con el Opus Dei y el Vaticano para contrarrestar los avances y logros de los movimientos feministas a nivel internacional en la salud reproductiva de las mujeres, concretamente sobre el derecho a decidir sobre sus cuerpos, alianza que representó graves retrocesos para las mujeres en esta área.
En El Salvador, esta agenda aparece y se fortalece posterior a la firma de los Acuerdos de Paz (1992). En 1998 y 1999 fueron reformados el Código Penal y la Constitución, en los cuales el aborto terapéutico se encontraba legalizado, para penalizarlo aún y cuando la vida de la mujer este en riesgo. Esto sucede justo en el proceso de inserción del FMLN como fuerza político partidaria entre su primer y segundo periodo de ejercicio legislativo y municipal y el auge del movimiento feminista en El Salvador. El debate en aquellos años tenía un fin, que era “demostrar” a la sociedad salvadoreña que la izquierda (partido y movimiento feminista) simpatizaba con esos valores “diabólicos” que colocaban en contradicción al movimiento feminista y al FMLN con la población católica (mayoritariamente mujeres) y potencialmente votante.
Con la reforma al Código Penal, así como en las reservas hechas por el Gobierno a los acuerdos de la Conferencia de Población y Desarrollo llevada a cabo en El Cairo (1994), quedan cerradas las alternativas de decisión de las mujeres en cuanto a la salud reproductiva y más explícitamente sobre el aborto. Las reformas jurídico – políticas pasaron por alto los valores promulgados por el Estado Nación Burgués, que son válidas para la libertad empresarial y del mercado, no así para la vida y los derechos de las mujeres, pues prevalecen, en este caso, los valores medievales de los sistemas monárquicos, inquisidores, de cruzadas católicas que como en aquella época, en nombre de Dios asesinaron a miles de hombres y mujeres acusándoles de ser aliados del demonio. Con esta reforma las mujeres están condenadas a la muerte o a la cárcel.
Dieciséis años después la sociedad salvadoreña se enfrenta a un escenario en el que se debate la moral religiosa, la ética médica, los derechos y la jurisprudencia pues ha salido ahora a la opinión pública y como demanda de Beatriz, mujer de 22 años que padece de insuficiencia renal, lupus y tiene un feto anencefálico, y del Ministerio de Salud, la solicitud de un amparo a la Corte Suprema de Justicia para que se le practique un aborto terapéutico. En otras condiciones, más de 100 mujeres, desde 1998, han sido procesadas judicialmente por homicidio agravado, al haber sido denunciadas por Si a la Vida, autoridades policiales y médicos de hospitales públicos, por haber tenido un aborto. Hasta ahora no se sabe qué pasa cuando casos similares llegan a hospitales privados.
Son miles las mujeres que enfrentan embarazos de riesgo o no deseados por diversas causas, entre ellas la violación o como el caso de Beatriz, su propia condición física, la brutalidad que se genera y desborda la legislación vigente al respecto, no es más que una práctica de la santa inquisición, que ahora se ejerce desde la jurisprudencia vigente.
Es tiempo de traer atisbos de avances coherentes con los grandes discursos que a favor de las derechos de las mujeres y el desarrollo se emiten en foros, ante organismos internacionales y etc., es tiempo de caminar en verdaderas condiciones de igualdad, separar al Estado de la Iglesia, de hacerle mérito a Thomas Hobbes, a John Locke, a Galileo Galilei y de tomar conciencia que salvarle la vida a Beatriz representa en este momento, salvar la vida de miles de mujeres.
CALPU. Extractado por La Haine
Vía:
http://www.lahaine.org/index.php?p=68990
Esto nos lo confirma Raquel Osborne ["La Construcción Sexual de la Realidad: La Derecha y la Sexualidad"]: “En los años cincuenta el diablo era el comunismo, en los setenta y ochenta, los fantasmas que convocaban todos los anatemas fueron el feminismo y el movimiento homosexual por su rechazo a la familia patriarcal y sus luchas a favor de la liberación sexual... La nueva derecha se autodefine como “pro-vida, pro moralidad y pro América, a la vez que por su anti- homosexualismo, anti – feminismo, anti- aborto y anti - divorcio” En este contexto el aborto se ha convertido en uno de los instrumentos de satanización y de negación de la reivindicaciones históricas de los movimientos laicos y feministas, desde la derecha ultraconservadora que coloca ese y otros temas como la diversidad sexual, el matrimonio entre personas del mismo sexo, como “males inmorales” de izquierda.
También es cierto que “con la caída del comunismo, el Vaticano pierde el eje político alrededor del cual hace girar la unidad del mundo católico y pierde también su alianza con el gobierno de los Estados Unidos fincada en el anticomunismo”. Entonces requieren de crear nuevas agendas que desde los valores morales y religiosos cultiven los sentimientos anti izquierda y coloquen a esta como una ideología demoníaca y perversa.
Desde el período anterior a la Conferencia sobre Población y Desarrollo en el Cairo, (1995) y con más fuerza a mediados de los años noventa, los gobiernos de derecha se articulan con el Opus Dei y el Vaticano para contrarrestar los avances y logros de los movimientos feministas a nivel internacional en la salud reproductiva de las mujeres, concretamente sobre el derecho a decidir sobre sus cuerpos, alianza que representó graves retrocesos para las mujeres en esta área.
En El Salvador, esta agenda aparece y se fortalece posterior a la firma de los Acuerdos de Paz (1992). En 1998 y 1999 fueron reformados el Código Penal y la Constitución, en los cuales el aborto terapéutico se encontraba legalizado, para penalizarlo aún y cuando la vida de la mujer este en riesgo. Esto sucede justo en el proceso de inserción del FMLN como fuerza político partidaria entre su primer y segundo periodo de ejercicio legislativo y municipal y el auge del movimiento feminista en El Salvador. El debate en aquellos años tenía un fin, que era “demostrar” a la sociedad salvadoreña que la izquierda (partido y movimiento feminista) simpatizaba con esos valores “diabólicos” que colocaban en contradicción al movimiento feminista y al FMLN con la población católica (mayoritariamente mujeres) y potencialmente votante.
Con la reforma al Código Penal, así como en las reservas hechas por el Gobierno a los acuerdos de la Conferencia de Población y Desarrollo llevada a cabo en El Cairo (1994), quedan cerradas las alternativas de decisión de las mujeres en cuanto a la salud reproductiva y más explícitamente sobre el aborto. Las reformas jurídico – políticas pasaron por alto los valores promulgados por el Estado Nación Burgués, que son válidas para la libertad empresarial y del mercado, no así para la vida y los derechos de las mujeres, pues prevalecen, en este caso, los valores medievales de los sistemas monárquicos, inquisidores, de cruzadas católicas que como en aquella época, en nombre de Dios asesinaron a miles de hombres y mujeres acusándoles de ser aliados del demonio. Con esta reforma las mujeres están condenadas a la muerte o a la cárcel.
Dieciséis años después la sociedad salvadoreña se enfrenta a un escenario en el que se debate la moral religiosa, la ética médica, los derechos y la jurisprudencia pues ha salido ahora a la opinión pública y como demanda de Beatriz, mujer de 22 años que padece de insuficiencia renal, lupus y tiene un feto anencefálico, y del Ministerio de Salud, la solicitud de un amparo a la Corte Suprema de Justicia para que se le practique un aborto terapéutico. En otras condiciones, más de 100 mujeres, desde 1998, han sido procesadas judicialmente por homicidio agravado, al haber sido denunciadas por Si a la Vida, autoridades policiales y médicos de hospitales públicos, por haber tenido un aborto. Hasta ahora no se sabe qué pasa cuando casos similares llegan a hospitales privados.
Son miles las mujeres que enfrentan embarazos de riesgo o no deseados por diversas causas, entre ellas la violación o como el caso de Beatriz, su propia condición física, la brutalidad que se genera y desborda la legislación vigente al respecto, no es más que una práctica de la santa inquisición, que ahora se ejerce desde la jurisprudencia vigente.
Es tiempo de traer atisbos de avances coherentes con los grandes discursos que a favor de las derechos de las mujeres y el desarrollo se emiten en foros, ante organismos internacionales y etc., es tiempo de caminar en verdaderas condiciones de igualdad, separar al Estado de la Iglesia, de hacerle mérito a Thomas Hobbes, a John Locke, a Galileo Galilei y de tomar conciencia que salvarle la vida a Beatriz representa en este momento, salvar la vida de miles de mujeres.
CALPU. Extractado por La Haine
Vía:
http://www.lahaine.org/index.php?p=68990
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