La
obstinada insistencia del senador Escalona para postularse, una vez
más, al parlamento, prescindiendo de elecciones primarias, ha generado
una crisis en su partido que amenaza con extenderse a toda la Concertación. Si en términos generales la Concertación lo ha hecho más, el Partido Socialista, Camilo Escalona, el primero, lo ha hecho pésimo. La disputa por los cupos para el Senado al interior del partido ha puesto a los socialistas en una difícil situación más que difícil.
Las actuaciones del senador Escalona
desde hace algunos meses le ha mostrado más como un estorbo que como un
apoyo a la candidatura de Michelle Bachelet. Sus
dichos, en efecto, solo han merecido elogios y aplausos en el bando
oficialista. Para un reconocido “animal político” que presume de “homme d`état”,
la sabiduría, en estas circunstancias, es reconocer el momento en que
debe dar un paso al costado y esperar el tiempo propicio para regresar a
la contingencia.
El lamentable espectáculo que ofrece por
estos días el Partido Socialista hace evidente que muchas de las “malas
prácticas” que tanto aborrece la ciudadanía no han sido superadas. Los
partidos siguen repartiendo cupos parlamentarios a lo largo del país con
total prescindencia de la voluntad ciudadana. Salvo excepciones, la
palabra “primarias” no ha sido incorporada al diccionario político
nacional. Se tiene la incómoda sensación de que los partidos políticos
se han convertido en verdaderas “mafias” de un sistema binominal que
resuelven las candidaturas entre cuatro paredes.
Todo lo acontecido daña, en primer
lugar, la candidatura de Michelle Bachelet, poniendo en duda la
gobernabilidad en un eventual gobierno concertacionista. La imagen del
Partido Socialista también sale damnificada, pues aparece como un
partido carente de unidad interna y carente de una dirigencia fuerte
capaz de frenar los apetitos de las tendencias o, peor aún, de
personalismos enquistados en la organización. La Concertación, en su
conjunto, también debe pagar un precio, pues los socialistas constituyen
uno de sus pilares.
Resulta inexplicable la ceguera de la
clase política frente a las próximas elecciones presidenciales y
parlamentarias. Estamos ante una ciudadanía extremadamente sensible,
acaso en el límite de la indignación. Más de la mitad de los votantes
desprecia a los candidatos y prefiere abstenerse. Miles en las calles
les recuerdan cada día la estatura de sus demandas. Todo esto mientras
los partidos de todos los signos políticos siguen mirándose el ombligo,
con una falta de conciencia y seriedad, concibiendo la política como un
frívolo casino en que se reparten cuotas de poder. Lo menos que se puede
decir es que la clase política, sus partidos y sus rostros emblemáticos
no han estado a la altura.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Elap. Universidad Arcis
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2013/05/17/68572/ceguera-politica/
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