2. Comunicación no planificada, sin un trabajo previo donde se hayan definido los pasos a seguir necesarios y sus plazos. Cuando no se planifican con suficiente antelación las distintas acciones comunicativas, es difícil que funcionen bien y que tengamos margen para reaccionar ante los imprevistos. Además, planificar correctamente supone prever los distintas fases del proceso comunicativo, adelantándonos a los recursos humanos y materiales que cada una de esas fases supone. Sin planificación tampoco se pueden evaluar correctamente los resultados. En muchos casos, los movimientos sociales no planifican la comunicación por suponer otro esfuerzo añadido, pero ¿hubiera valido la pena?.
3. Comunicación descoordinada, desaprovechando las posibilidades de aunar esfuerzos, por ejemplo, compartiendo recursos humanos y materiales. Además, sin la adecuada coordinación, hay posibilidades de que nuestra actuación comunicativa se solape con otras, debilitándolas. Coordinarse también supone un esfuerzo añadido, pero en muchas ocasiones vale la pena: el proceso de trabajo coordinado aumenta las posibilidades comunicativas, pero además, el diálogo con otros grupos también aporta otros beneficios.
4. Comunicación difusa, sin mensajes claros. Cuando detrás de una actuación comunicativa no hay una estrategia que define unas pocas ideas fuerza, comprensibles para el público, sino que se acumulan un montón de mensajes sin aparente lógica interna. Esto es frecuente en los movimientos sociales porque suelen tener mucho que decir y quieren aprovechar cada aportunidad para decirlo todo.
5. Comunicación desenfocada, orientada a distintos públicos sin adaptación a cada uno. Conocer los públicos a los que podemos llegar es esencial para toda actuación comunicativa. Sin este paso, seremos incapaces de valorar el papel que desempeña la comunicación que realizamos. Por norma general, los movimientos sociales no analizan regularmente el tipo de público al que llegan, ni siquiera el efecto que en él producen, a pesar de que esto es imprescindible para conocerse.
6. Comunicación endogámica, orientada a personas muy cercanas a la asociación, con sensibles a los temas que se trabajan. A pesar de que en muchas ocasiones el objetivo es llegar a un público no sensibilizado, el tipo de material, el canal utilizado o el lenguaje elegido hacen inviable salir de los círculos más próximos. El desconocimiento de los distintos públicos y la forma de acercarse a cada uno de ellos hace que muchos movimientos sociales generen materiales supuestamente orientados a la difusión externa que, sin embargo, terminan siendo de uso interno.
7. Comunicación no integrada, externa al propio trabajo de la asociación o colectivo. Los anteriores osbtáculos terminan llevando a un modelo de comunicación no integrada, donde la comunicación es únicamente el último paso de un proceso y no parte orgánica de ese proceso. En muchas ocasiones, los movimientos sociales dejan el trabajo de comunicación para la última fase, la de difusión de lo que previamente se ha realizado, sin tener en cuenta que reduce mucho las posibilidades comunicativas del propio trabajo realizado.
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