sábado, 6 de abril de 2013

Chile: ¿Qué será de los estudiantes? ...puntofinal.cl

Hace poco, anunciaron nuevas movilizaciones para influir en la agenda del sistema político que este año renueva sus alicaídas fuerzas. Tal ejercicio de inocencia resultaría hasta tierno, si no fuera tan dramático. Los únicos que han demostrado tener la fuerza necesaria para impulsar cambios de verdad, intentan torcer la voluntad de quienes han dicho hasta el cansancio que cambiar las cosas les interesa un huevo. A menos que sea para fortalecer sus principios y príncipes.
Da la impresión que los dirigentes estudiantiles se olvidaron que lidian con personas que no trepidan en ofrecer quimeras, encantar serpientes, domar caballos y comprometerse con lo que sea necesario para mantener a salvo el sistema. Con las movilizaciones estudiantiles, ese contagioso estado de ánimo que logró hacer trastabillar al régimen, proponen la misma receta que no fue suficiente, aunque siempre resulte necesaria. Ha quedado demostrado que la única solución es desplazar a los políticos, a los responsables de todos los males que aquejan a la mayoría y avales de todos los bienes de que goza una minoría.
Los anuncios de gentes desfilando con banderas y pancartas en este año electoral debieron ser recibidos con inmensa alegría por los sostenedores del sistema, superado el susto que sintieron ante la posibilidad que los estudiantes decidieran tomar el toro por las astas.
Es extraño que los únicos con la legitimidad, masividad y extensión necesaria para cruzarse de verdad frente al sistema opten por retroceder un par de años y actualizar sus ingeniosas consignas. Hasta ahora, resulta notoria la ausencia de una conducción y proyecto estratégicos. Con certeza, los dirigentes estudiantiles no han leído bien lo ocurrido desde 2011 hasta la fecha. La crisis detonada en el sistema educacional ha demostrado que el sistema se basa en una lógica amparada por una muy poderosa legislación, producto del consenso de todos los actores, que no tiene respuesta para sus exigencias. La abolición del lucro es simplemente imposible, bajo las actuales condiciones.
Y ante la amenaza sufrida, la posibilidad que los estudiantes decidieran niveles superiores de enfrentamiento contra el modelo ha hecho que sus sostenedores hayan tomado medidas para no permitir que el exceso de codicia finalmente rompa el saco. A lo sumo, aplicarán correcciones para evitar la existencia de malos ejemplo que arriesguen el negocio, pero que no van a terminar con el sistema. Sólo lo inmunizarán contra la torpeza de algunos de sus colegas. El régimen tiene muy desarrollada su capacidad para autogenerar sus medicinas.
Es penoso que los estudiantes insistan en repetir lo que ya ha quedado demostrado que tiene un alcance acotado, si se piensa en soluciones de verdad. Las marchas jubilosas de los años precedentes jugaron su rol. No se les puede pedir más de lo que ya dieron. Por muy ingeniosas que sean las frases pintadas en los lienzos, por muy llamativas que sean las formas que adquieran, y por muy masivas que sean, si no pasan a otros niveles, estas formas de agitación se institucionalizan y dejan de ser un seductor instrumento de movilización.
Se está perdiendo una buena oportunidad para subir de niveles la lucha del pueblo en contra de un sistema que no se suicidará. No haber tenido la decisión suficiente para disputar espacios de poder donde sí les duele es un error, que se pagará caro y pronto. Dejar que las elecciones sigan su curso tal y como han venido siendo durante más de veinte años, justo cuando se podía haber levantado candidaturas nacidas de los estudiantes y sus aliados, es un retroceso que hará que de aquí a poco, este tiempo se recuerde con la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue.
En un momento muy preciso, los estudiantes dejaron sin habla al régimen. Desnudaron sus mayores debilidades, lograron que una increíble mayoría de habitantes simpatizara con sus causas, enrostraron el descrédito de los partidos políticos y la inutilidad de las instituciones del Estado para responder a las necesidades de la mayoría. Pero de poco sirvió.
La movilización de la gente debe entenderse como un proceso político capaz de enamorar a millones y de dotarlos de decisión de lucha contra el sistema para cambiarlo por otro, usando las herramientas precisas. No puede sólo reducirse a marchas, por multitudinarias que sean, como cumpliendo un rito inofensivo. El movimiento estudiantil, las expresiones ciudadanas locales y algunas organizaciones de trabajadores, debieron tomar decisiones de mayor envergadura y haberse lanzado a la aventura de disputar el poder donde éste se constituye.
Candidaturas de dirigentes sociales y estudiantiles aisladas, sin un proyecto común, no sirven de nada si no son expresión, parte y continuación de la movilización. Distinto habría sido un movimiento político con una consigna que ordenara a la gente, con la clara determinación de hacer de las elecciones la continuación necesaria de todo aquello que aterra al sistema.
Ricardo Candia Cares

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 777, 22 de marzo, 2013)

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