1.
Si las movilizaciones encabezadas por la CNTE desde hace 33 años
hubiesen echado de la dirección sindical a Esther Gordillo y a sus
seguidores, en este momento estaría aplaudiendo de alegría y luchando
porque se cambien los estatutos del Sindicato (SNTE) para que se
aprueben dirigencias horizontales y rotativas que sean totalmente
democráticas e independientes. Pero sucedió lo repudiable: que el
gobierno y su Estado intervengan en la vida de los sindicatos y
determine sobre la vida de los trabajadores demostrando una vez más que
los considera manipulables, tontos y cobardes. Pero no me extraña porque
así ha sucedido siempre: la clase dominante puede robar, saquear,
hacerse millonaria sin que la toquen “ni con el pétalo de una rosa”; por
el contrario los trabajadores, dado que “son menores de edad”, hay que
tratarlos como imbéciles.
2.
A pesar de toda su protección, la clase gobernante muere de miedo sólo
en pensar que un día surja eso que llaman “el México bronco” que barra o
acabe para siempre con quienes los han saqueado en su trabajo y en sus
derechos como seres humanos. Veo en la ciudad de México y en algunos
otros estados como andan los lujosos automóviles blindados de
empresarios y altos gobernantes rodeados de protección policiaca o
militar; observo en sectores residenciales la enorme vigilancia
policiaca que cierran las manzanas de casas para evitar que alguien se
cuele en ellas; lo mismo sucede en playas y casas campo. ¿A quien le
tienen miedo si gastan miles de millones de pesos en su seguridad y la
de su familia? ¿Para qué seguir acumulando gigantescas riquezas si ellas
descansan en la miseria y el hambre de la mayoría de la población?
3.
Pareciera que la Gordillo, contra quien he combatido desde que en 1989
se hizo cacique del SNTE, se ha convertido en la víctima (o la heroína)
del cuento. Todo el gobierno, legisladores, partidos, empresarios,
medios de información –que antes eran sus aliados y amigos- están
haciendo leña de ella. Y, el colmo, el enorme Sindicato de un millón 700
afiliados que dirigió durante 23 años y cuyos delegados en Congreso
hasta hace unos días le juraban fidelidad, hoy ninguno se atreve a
protestar, a salir a la calle en su defensa o a programar una semana de
paros. Han escuchado el llamado de Peña Nieto, las amenazas de Chuayffet
de la SEP y los consejos de sus asesores de “olvidar lo sucedido y
aprobar la reforma educativa tal como se les presenta. Así que la
Gordillo, aunque vieja y enferma, puede morir en prisión si el mismo
gobierno no la libera.
4.
Como miembro de la Coordinadora en vez de alegrarme me indigna que el
gobierno haya hecho lo que los maestros debimos hacer. Pero mucho más
por que es una demostración del poder del Estado que puede intervenir
donde sea, como sea, y el día que quiera para aplastar a cualquier
organismo sindical. Me recuerda cuando Ruiz Cortines movió un dedo en
1956 se clausuró el POLI; cuando López Mateos dio la orden en 1958 y se
encarcelaron a miles de ferrocarrileros; cuando Díaz Ordaz abrió la boca
y se persiguieron a médicos en 1965 y se asesinaron a cientos de
estudiantes en 1968; cuando Echeverría decidió en 1973 perseguir a
guerrilleros y se abrió la Guerra sucia; cuando Fox decidió en 2006
invadir Oaxaca y encarcelar a profesores y cuando Calderón decidió
despedir a 44 mil electricistas en 2010, y las respuestas fueron
débiles.
5.
Esos golpes de Estado a los trabajadores y las luchas sociales son muy
graves porque demuestran que estamos a merced del Estado, sus ejércitos,
policías y medios de información que pueden tergiversar todo en
beneficio del poder. No he sabido si el sistema presidencialista
dominante en México –que le da un gigantesco poder al presidente (porque
no tiene frente a él otro poder equiparable- se repita en otros países.
Pero si es realmente preocupante que cualquier organización social
fuerte –no dispuesta a venderse- que se atreva a ser una oposición
presentando una alternativa seria, sea desbaratada por el Estado. Parece
que en México somos muy libres de pensar en lo que queramos, incluso a
ser una oposición controlable o insignificante; pero cuando se tiene
fuerza –de acuerdo con lo que enseña la historia, te compran o te
destruyen.
6.
Con estos golpes de Estado disfrazados y estas permanentes amenazas del
poder no pueden resolverse los problemas educativos, ni de salud, ni
de nada. No puede haber participación de los trabajadores en los
análisis y las discusiones de los problemas si el autoritarismo y el
despotismo del gobierno están presentes. Puede obligarse a los
profesores, trabajadores, empleados, a dar su opinión, incluso a tomarse
la fotografía en actos masivos, pero lo realidad es que sigue el Estado
determinando todo de acuerdo a su conveniencia. La bronca personal
contra la Gordillo y los miles de millones que dicen que se llevó no es
importante. Lo trascendente es el comportamiento del Estado interventor
en la vida sindical u organizativa de los trabajadores y que éstos
durante muchas décadas no hayan podido liberarse de estos golpes.
(28/II/13)
Pedro Echeverría V
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