(APe).- Rosario ha vuelto a ser la Chicago Argentina.
Los años treinta del siglo veinte reaparecen en el tercer milenio enancados en la tasa de homicidios.
Durante
2012, la ciudad terminó con 183 asesinatos, cifra que determinó una
tasa de homicidios de 15,2 por cada cien mil habitantes. Dos veces y
media la tasa nacional, según indicó hace pocos meses el juez de la
Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni (6 por cada cien mil habitantes).
Esa
tasa ubica a Rosario por encima de la criminalidad en San Pablo y Miami
y muy cerca de Chicago, de 16 asesinatos cada cien mil habitantes.
De allí el regreso del mote de la Chicago Argentina.
Los
diarios de las últimas horas informan, por ejemplo, que “se triplicó el
consumo de cocaína entre los alumnos secundarios” en la provincia de
Santa Fe, según un informe de la Secretaría de la lucha contra la Droga y
el Narcotráfico (Sedronar).
El uso de la marihuana aumentó diez
veces entre pibas y pibes que tienen entre 13 y 17 años y la
investigación asegura que el 10,2 por ciento de los alumnos consultados
consumió alguna droga ilícita en el último año.
Los mismos medios
de comunicación también destacan las preocupaciones de dirigentes
políticos que ahora descubrieron el narcotráfico y el lavado de dinero y
hasta dan cátedra sobre la materia ante cualquier micrófono que se le
ponga delante.
No está mal, más vale tarde que nunca, dicen las voces populares.
Pero
es necesario, ante tanta sangre derramada en los barrios de la Chicago
Argentina, preguntar: ¿dónde estaban cuando el Banco Provincial de Santa
Fe fue privatizado y entregado a los hermanos Rohm, acusados,
procesados y detenidos por lavadores de dinero y con vínculos con el
narcotráfico?
¿En qué lugar se encontraban estos descubridores
tardíos del narcotráfico y el lavado de dinero cuando el Banco Central
fue acusado de tal manera por la sindicatura de la quiebra del entonces
Integrado Departamental con sede en la ciudad de Venado Tuerto, en 1995,
que permitió la evaporación de mil millones de dólares y la pesadilla
de por lo menos quince mil ahorristas en las provincias de Santa Fe,
Córdoba y Buenos Aires?
¿Qué dijeron cuando la AFIP promovió una
causa por lavado de dinero contra el ex presidente de Ñuls, Eduardo
López, en el año 2000 y el tema, además, se debatió en la Cámara de
Diputados de la Nación?
Tampoco escucharon a los sacerdotes que a
finales de los años ochenta ya denunciaban las matanzas silenciosas que
se producían en los barrios rosarinos como consecuencia de las disputas
entre bandas dedicadas a la venta de cocaína y marihuana.
A
principios de los años noventa, el sacerdote Joaquín Núñez,
sobreviviente de las mazmorras de la dictadura, sostenía que en Villa
Banana y Bella Vista, oeste de la ciudad, “el 95 por ciento de los
adolescentes está desocupado. Hay que encontrarlos entre si porque si no
caen en la droga”.
Decía Joaquín, apenas iniciada la década del
noventa, que “en los últimos tiempos se llegaron a dar peleas entre
distintos grupos de muchachos que llegan a la muerte. Desde una esquina
de una cuadra a la otra esquina se han dado peleas con resultados
mortales. Hay enfrentamientos entre familias. No es que simplemente se
putean o discuten, sino que están a los tiros limpios. Hay muchos chicos
muertos por eso, por la policía, muchos que quedaron parapléjicos por
heridas y muchos están presos. Es un panorama muy duro y totalmente
incierto”, sostenía el sacerdote franciscano hace más de veinte años.
En
esos días, otro cura, Claudio Castricone, desde Puente Gallego,
sostenía: “Acá no hay secundario. Los chicos, entonces, no pueden seguir
estudiando. Empieza un círculo vicioso. No tienen estudio, no tienen
trabajo, no tienen nada que hacer. Se juntan en una esquina, allí toman,
se drogan y eso lleva a la delincuencia”, analizó.
En la zona
norte de barrio Ludueña, Edgardo Montaldo, sacerdote salesiano, viene
peleando desde hace más de cuarenta años. A fines de los 90 describía el
paisaje humano: “Desde muy chicos los introducen en la droga. No hace
falta que dejen la escuela para acercarse a ella. Acá en el barrio hay
una “Yabrán” femenina. A veces la veo pasar aquí al lado de la vía
acompañada de pibas y pibes a las doce o una de la mañana y vuelven a
las cuatro o cinco. Lleva prostitución a domicilio. Hace poco le
incendiaron la casa y tuvo el coraje de venir a pedir que le hiciera una
nota a la municipalidad para que le reconstruyera la casa. El
porcentaje de chicos en la droga se va agrandando cada vez más”,
denunció Montaldo.
Los hoy expertos en narcotráfico y lavado de
dinero deberían, por lo menos, hacer una mínima autocrítica ante tanta
sordera, ante tanta ceguera en los últimos veinte años. Porque el
regreso de la Chicago Argentina también tiene que ver con esa forma de
complicidad que es la indiferencia.
Fuentes de datos:
Diarios
“La Capital”, “Rosario/12”, “El Ciudadano”, del domingo 20 de enero de
2013 y los libros del autor “Impunidades y esperanzas”, 1997; “Ciudad
blanca, crónica negra”, 2000; “La ciudad goleada. Fútbol, lavado de
dinero y poder”, 2005 y 2007 y “País narco”, donde colaboró en la
investigación sobre narcotráfico en Córdoba y Santa Fe junto a Mauro
Federico, del año 2010.
Vía:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7599:la-complicidad-de-los-expertos-en-narcotrafico-y-lavado-de-dinero&catid=36:notas-en-el-home&Itemid=107
No hay comentarios:
Publicar un comentario