En la literatura sociológica,
desde principios del siglo XIX, la llamada clase media ocupa un lugar
destacado. Los franceses Comte y Tocqueville incorporaron el concepto en
sus análisis. Igualmente, los alemanes Marx y Lassalle. Los
funcionalistas norteamericanos Parsons y Merton fundaron una escuela de
pensamiento que colocó la clase media en el centro de la “acción
social”. Con motivo de un informe reciente del Banco Mundial sobre la
“clase media” en América Latina, todos los medios comerciales del
continente (incluyendo EEUU) se han abocado a la tarea de resucitar este
viejo concepto abandonado por los ideólogos neoliberales.
América latina se encuentra envuelta en
las telarañas de un conglomerado de instituciones trasnacionales creadas
por EEUU para (des)orientar a la opinión pública. Las más antiguas son
el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Otras
más recientes son Moody’s, Heritage Foundation y la USAID. En la década
de 1960, el BM fue transformado para “combatir la pobreza” y crear una
nueva clase media. Fue un rotundo fracaso y terminó apoyando los
regímenes militares de la época.
La USAID está ahora mismo en una etapa
de transformación (metamorfosis) de la cual pocos saben cómo va a
terminar. El Heritage Foundation promete convertirse en un guerrero
defensor universal de los postulados conservadores más sagrados. Moody’s
es una empresa dedicada a emitir opiniones políticas sobre la solvencia
de empresas, bancos y países. En 2008, cuando colapsaron todas las
empresas bancarias de EEUU, Moody’s las calificaba como sobresalientes.
En la actualidad, Perú y México – políticamente afines a Washington –
ocupan las posiciones más altas en la lista de Moody’s, mientras que
Venezuela y Argentina – mal vistos por la Casa Blanca – ocupan los
lugares más bajos.
En la literatura sociológica, desde
principios del siglo XIX, la llamada clase media ocupa un lugar
destacado. Los franceses Comte y Tocqueville incorporaron el concepto en
sus análisis. Igualmente, los alemanes Marx y Lassalle. Los
funcionalistas norteamericanos Parsons y Merton fundaron una escuela de
pensamiento que colocó la clase media en el centro de la “acción
social”. Con motivo de un informe reciente del Banco Mundial sobre la
“clase media” en América Latina, todos los medios comerciales del
continente (incluyendo EEUU) se han abocado a la tarea de resucitar este
viejo concepto abandonado por los ideólogos neoliberales.
La clase media en los textos
norteamericanos es en teoría quien garantiza la estabilidad social que
necesita todo país para que los inversionistas puedan extraer sus
ganancias. La afirmación es algo pretenciosa y, además, no refleja la
realidad histórica. Cuando en América Latina las “clases medias”
llegaron al poder mediante gobiernos populistas (Perón, Castro, Goulart,
Allende, Torrijos y muchos otros), EEUU los declaró sus enemigos y no
descansó hasta eliminarlos físicamente o derrocarlos. Por gobierno
populista se entiende el poder compartido, en forma de alianza, por una
clase empresarial (dominante), capas medias (hegemónica) y trabajadores.
El proyecto de los gobiernos populistas es afianzar el desarrollo
capitalista mediante pactos sociales.
Según el informe reciente del BM, “la
clase media en América Latina aumentó entre 2003 y 2009, hasta llegar a
constituir un inédito 30% de la población”. (Se olvida los períodos
donde predominaban gobiernos populistas). La institución bancaria con
sede en Washington anuncia triunfalmente que entre los años mencionados,
“la clase media aumentó en 50 por ciento, pasando de 103 millones
habitantes a 152 millones”.
De un plumazo, el Banco Mundial declara
que América Latina se ha vuelto “segura” para las inversiones de los
capitalistas norteamericanos. EEUU está buscando fórmulas para mantener
su nivel de ganancias (“crecimiento económico”) a flote. El gobierno del
presidente Obama anunció que privilegiará a la cuenca del Pacífico para
realizar inversiones. El BM (tal como lo hizo el candidato perdedor
Mitt Romney) le pide al mandatario norteamericano que no se olvide de
América Latina.
El BM hace cálculos aritméticos poco
convincentes para llegar a la conclusión que en la región de Nuestra
América el 30 por ciento de la población es clase media. La “clase
pobre” – que divide en dos – representa el 68% de la población. Los
ricos son el restante 2%. El BM asegura que “el panorama es alentador si
se compara con 1995”, cuando un 78% de la población era pobre y un 20%
era clase media”. (Durante la década de 1990 los neoliberales
destruyeron las economías de muchos países de la región – Argentina,
México, Perú, Venezuela, entre otros – con políticas de “austeridad”).
Según el BM, la riqueza producida en la
región (PIB), creció a una tasa anual de 2,2% en la década de 2000.
Agrega que hubo “una mejor distribución de esos ingresos”. El BM no
menciona el hecho de que este crecimiento y mejora en la distribución en
muchos países fue gracias a las políticas de estímulo y no de
austeridad recomendados por sus programas neoliberales.
Durante el período en que reinó la
política del BM y del FMI en América Latina (1985-2005), la pobreza se
agudizó. Los números positivos que presenta el BM a escala regional son
producto, en gran parte, de las políticas sociales – contrarias al
neoliberalismo – del presidente Lula de Brasil, país con el 40% de la
población de América Latina. Durante el período de Lula (2000-2010) se
repartieron aproximadamente mil millones de dólares a través de
programas para los pobres. Las políticas mitigaron la pobreza pero no
crearon una nueva clase media. El BM alega equivocadamente (con una
agenda política que pretende cambiarle la imagen negativa al
neoliberalismo) que ahora los habitantes de las “favelas” son clase
media. Igualmente, los pueblos indígenas en sus comarcas son clase
media. Los campesinos sin tierra también. Obviamente, la aritmética del
BM no suma ni resta.
Marco A. Gandásegui
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2012/12/19/61888/la-clase-media-del-banco-mundial/
Foto: Obra de Duane Hanson
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