En un artículo reciente indiqué
que las medidas que se están tomando para racionalizar el sistema
financiero en la Unión Europea no están teniendo un impacto en la
resolución de la Gran Recesi ón que la Unión Europea está experimentando
(“¿Qué está ocurriendo en la Eurozona?,
Sistema 30.11.12). Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la
economía española descenderá un 1,5% del PIB, la italiana un 2,3%, la
portuguesa un 3%, la griega un 5,2%, la británica un 0,6%, la alemana un
0,9% y la francesa un 0,1%. Para el promedio de la Unión Europea, las
predicciones de crecimiento económico son nulas, como señala la Comisión
Europea. En realidad, se calcula que el descenso de la economía europea
será de un 0,4% de su PIB. Un mal presente y un futuro peor. Las
reformas financieras parecen no estar mejorando la situación. Antes al
contrario, muchas de las medidas que se están tomando para mejorar el
sistema financiero, están empeorando, en lugar de mejorando, la
situación económica. El énfasis del Banco Central Europeo (BCE) y de la
Comisión Europea en continuar las políticas de austeridad es un claro
ejemplo de ello. Se argumenta que la disciplina fiscal (reducir el
déficit público de los Estados) es clave para recuperar la confianza de
los mercados financieros. De ahí que, como consecuencia, se están
realizando más y más recortes en las transferencias y en los servicios
públicos del Estado del Bienestar.
La inmensa mayoría de trabajos
científicos creíbles muestran el profundo error de tales políticas. En
realidad, tales políticas de austeridad han sido las responsables de que
se vaya cayendo más y más en esta Gran Recesión. Y la causa de que ello
sea así no es nada difícil de entender. El gran descenso de las rentas
del trabajo en la mayoría de países del mundo occidental (y muy en
especial Norteamérica y Europa occidental) ha creado un enorme problema
de escasez de demanda, que aún cuando fue paliada, en parte, debido al
enorme endeudamiento de la población (endeudamiento que benefició a la
banca), ha llegado a un límite que ha paralizado el crecimiento
económico. Pero la disminución de las rentas del trabajo se ha hecho a
costa del enorme crecimiento de las rentas del capital y de su
concentración en unos sectores de la población enormemente minoritarios
(el famoso 1% del Occupy Wall Street Movement). Nos encontramos así con
la aparente paradoja que vemos, junto a un enorme crecimiento de la
cantidad de dinero existente en manos de unos pocos, una gran escasez de
dinero para que la mayoría de la población pueda pagar los bienes y
servicios que necesita para mantener su nivel de vida. En realidad, la
pobreza está alcanzando dimensiones epidémicas, alcanzando grupos y
clases sociales que se habían siempre considerado inmunes a tal escasez
de recursos.
Lo que debería hacerse y no se hace
Parecería que lo más lógico es que se
repartiera la enorme concentración de dinero para que se transfiriera a
la población en general permitiéndoles que compren y atiendan a sus
necesidades, recuperándose así la economía. La solución a esta recesión
es extraordinariamente fácil de diseñar, si el conocimiento científico
fuera el que motivara las decisiones políticas. De nuevo, toda la
evidencia científica creíble existente señala que tal concentración de
las rentas está dificultando la resolución de la crisis. Y la manera de
corregir la concentración es la redistribución de tal dinero. Sólo en
EEUU, el dinero acumulado (por la élite económica) durante estos años de
crisis es de 2 trillones (americanos) de dólares. No hay, pues, falta
de dinero. Su redistribución hacia las clases populares resolvería
rápidamente el problema de falta de demanda en EEUU.
Que ello no se haga se debe al enorme
poder que tiene este 1% de la población en cada país y las alianzas que
se establecen entre ellos en varios países. Los argumentos que
constantemente se dan, incluso por autores de izquierda, para explicar
porqué no se hace tal redistribución y se estimule la demanda, es que
los economistas que dirigen o aconsejan estas políticas de austeridad
son incompetentes o ignorantes, argumentos que no son creíbles. Otro
argumento que se ha utilizado es que tales economistas están imbuidos de
una ideología, la ideología neoliberal que practican y promueven con
una fe mancada de base empírica que la sustente. Pero tal argumento
ignora que la fe siempre se reproduce porque beneficia a los que la
promueven y sustentan. Hay intereses muy poderosos –para los cuales
tales economistas trabajan- que apoyan la austeridad. Uno de ellos es el
capital financiero, pues la expansión económica, que resultaría de las
políticas redistributivas, afectaría la inflación. Y el enemigo número
uno de la banca es siempre la inflación. Si el lector tiene 100 euros y
la inflación anual es de un 10%, al final del año, su billete de 100
euros únicamente tiene un valor de 90 euros en comparación con los
iniciales. Y la banca tiene billones de euros. Eso significa que ligeras
variaciones de la inflación pueden tener impactos sumamente negativos
para el capital financiero. De ahí que las políticas de austeridad que
se están imponiendo en la Eurozona (y utilizo la expresión imponiendo
porque en ninguno de los países donde tales políticas se han llevado a
cabo éstas estuvieron en los programas electorales de los partidos
gobernantes), y que están dañando el bienestar de la mayoría de la
población, hayan sido las escogidas por el sistema de gobierno del euro
(el Banco Central Europeo y también la Comisión Europea), enormemente
influenciado por el capital financiero europeo (y muy en especial el
alemán). Estas políticas han sido muy exitosas para tal capital
financiero. La inflación en el promedio de la Eurozona ha sido alrededor
del 2% por año, el objetivo que se diseñó cuando se estableció el euro
(en noviembre fue el 2,2%).
Otras causas de las políticas de austeridad
Pero hay otra razón por la cual se
continúan las políticas de austeridad. Y es que la enorme cantidad de
dinero que se está utilizando por parte de la banca en prácticas
especulativas tiene también sus elevados riesgos, como la banca es bien
consciente. De ahí que lo que desea es buscar nuevas áreas de inversión
que no sean especulativas, tales como la Seguridad Social y los
servicios públicos del Estado del Bienestar. Se necesitan, pues, medidas
de austeridad que empobrezcan las transferencias públicas (como las
pensiones) y los servicios (como sanidad o educación), y que estimulen
su privatización. Ello ofrece nuevas posibilidades para la banca y para
las compañías de seguro de realizar amplios beneficios en actividades
menos arriesgadas que las especulativas. Esta es la explicación de las
medidas de austeridad. Y si no se lo cree, mire quien se está
beneficiando de las privatizaciones de la sanidad en Catalunya, la
Comunidad Autonómica de Madrid, donde tales políticas de privatización
han sido más acentuadas. Entre muchos intereses financieros, existen
inversiones de alto riesgo, compañías de seguro, consultorías afines al
capital financiero y un largo etcétera. Es la “americanización de la
sanidad”, es decir, la extensión del modelo sanitario estadounidense
gestionado por las compañías financieras con afán de lucro, que han
determinado el sistema sanitario más caro, más ineficiente y más
impopular de los sistemas sanitarios existentes. En EEUU el sector
sanitario es un campo de expansión del capital financiero. Y este es el
objetivo de las políticas de austeridad en Europa (ver mi libro Medicine
under Capitalism para analizar las consecuencias de este sistema de
financiación de la sanidad).
Otra causa de la persistencia de tales
políticas de austeridad es que está debilitando al mundo del trabajo y a
los sindicatos. El caso español es un caso claro. Por primera vez en
época democrática, las rentas del capital superan a las rentas del
trabajo. Y la enorme influencia del capital financiero junto con la
patronal, en el estamento político gobernante, hace y explica que, a
pesar del descenso de la demanda y del escaso crecimiento económico, las
rentas del capital continúen creciendo, ayudados por unas políticas
fiscales que garantizan sus amplios beneficios (ver mi artículo “El
“expolio” social del que no se habla”. Público. 06.12.12). La alianza
del capital con el Estado garantiza la prioridad de unas políticas que,
mientras benefician a una minoría de la población, dañan enormemente el
bienestar de la mayoría.
No es sólo el 1%
Cuando escribo una minoría no me refiero
sólo al 1% al cual el movimiento Occupy Wall Street hace referencia.
Este 1% (los propietarios y controladores del gran c apital) tiene un
poder decisivo y determinante. En realidad, su porcentaje sobre la
población, tanto en EEUU como en España, es mucho menor que el 1%. Pero
este grupo controla los medios que configuran lo que uno de los
analistas más agudos de las sociedades capitalistas, Gramsci, definió
como hegemonía ideológica, que incluye desde las escuelas y las
academias hasta los medios de información y persuasión, y que determinan
la sabiduría convencional del país, que incluso hoy, tras tanto dolor y
daño causado en la población, continúa dominando: el neoliberalismo.
Toda una batería de fundaciones, centros de estudios o proyectos de
investigación, están financiados por el capital, y muy en particular por
el capital financiero. Los mayores bancos del país tienen centros de
estudios, organizan conferencias, financian diarios y revistas llamadas
científicas, donde el dogma se reproduce y se promueve a través de
amplias cajas de resonancia, medios radiofónicos o televisivos, o prensa
escrita, a su vez endeudada y dócil a tales poderes. El 1% para poder
mandar necesita el aparato ideológico que lo sustente, Y de ahí que, a
pesar del daño que tales políticas están causando, se continúen
promoviendo.
Vicenç Navarro
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2012/12/17/61692/las-causas-reales-de-las-politicas-de-austeridad-en-espana/
http://www.elciudadano.cl/2012/12/17/61692/las-causas-reales-de-las-politicas-de-austeridad-en-espana/
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