Mi nombre es
Camilo Ceja Durán, vengo de la comunidad de Tzintzuntzan, por la ribera
del lago de Pátzcuaro. Mi madre es ama de casa y trabaja por temporadas
en el campo; como la mayoría de los estudiantes de las Normales rurales,
soy hijo de campesinos.
Decidí estudiar en la Normal porque los
recursos económicos en mi familia no son suficientes para entrar a la
universidad, yo quería estudiar una carrera como Contaduría o Derecho.
La otra cuestión que influyó fue ver a los docentes en la comunidad, que
te impresionan y los alabamos porque tienen el mayor conocimiento. En
mi comunidad sí hay maestros que se merecen ese respeto de ser llamados
docentes, son personas representativas para las familias y la comunidad.
Antes de entrar a la Normal vivíamos en
unas condiciones que no eran satisfactorias para mi familia y para mí.
Vivía en un mundo de ignorancia donde nada más nos enfocábamos a lo que
los medios nos manejaban. Ahí en los alrededores del lago de Pátzcuaro
se vive un grado de violencia por el crimen organizado y la tala
clandestina del bosque; nosotros vivíamos fuera de los derechos que la
ley marca que debemos conocer y exigir.
Al entrar a la institución conoces cosas
que no sabías de los derechos que tenemos como seres humanos y como
estudiantes. Sientes la necesidad de tener una educación y que el resto
de la sociedad también la tenga -porque la mayoría de la comunidad no
tiene ese derecho-. Cuando somos jóvenes, por las condiciones económicas
tenemos que conseguir un trabajo para satisfacer las necesidades de la
familia. Yo nada más tengo a mi mamá, mi papá nos abandonó; entonces
tenemos que apoyar en lo que más se pueda y nos desviamos de la
educación.
Al entrar a la institución, valoramos
más las cosas. También conocemos el sufrimiento nuestro y de nuestros
padres porque nos dan temas de estudio donde analizamos e investigamos
lo que sucede con el sistema, lo que manejan los medios de comunicación y
la información que nos ciega a los estudiantes y a la sociedad. Las
Normales rurales nos brindan totalmente el apoyo de alimentación,
hospedaje y una educación laica y gratuita. No requerimos ningún gasto
porque así lo marca la Constitución.
Las Normales y la reforma
Las Normales rurales que hay en el país
son importantes porque son una creación del pueblo y una exigencia de la
misma sociedad a partir de la Revolución Mexicana. José Vasconcelos y
Álvaro Obregón dan la apertura a la educación, retoman la Constitución
de 1917 y se crean las 40 Normales para cubrir la necesidad de que haya
más docentes, porque no había quienes dieran esa educación. En ese
entonces la mayoría de las poblaciones eran rurales y ya hubo docentes
para ir a los lugares más alejados.
Sin embargo, al paso de los años las
Normales rurales fueron desapareciendo; en 1968 desaparecen más de la
mitad. Con esto disminuye el número de docentes y hay un declive de la
educación; ya no hay educación gratuita porque nos hacen falta espacios y
docentes, aunque el gobierno argumente lo contrario.
Las 16 Normales que existen hoy han
presentado un trabajo contra las propuestas neoliberales que presenta el
mismo gobierno, porque vemos las condiciones y hemos tenido la
experiencia de ir a las comunidades rurales donde vemos las
problemáticas de niños que van descalzos, sucios, porque no cuentan con
los recursos y las condiciones que deberían de tener.
Hay puntos a favor y en contra en la
reforma que quieren implementar. Estamos de acuerdo en que las
condiciones del mundo y del país se actualizan, pero si queremos
implementar la tecnología, en algunos lados no hay condiciones, no
cuentan con electricidad o con las aulas necesarias. Además, si
implementamos las tecnologías es como si los mismos medios de
comunicación dieran esa educación y nosotros como docentes nos
apartáramos. Si el niño tiene una pregunta, la televisión no se la va a
contestar. Las tecnologías sí son un medio de recibir información, pero
es en base al contexto.
Sí me gustaría aprender el purhépecha.
El plan de estudios maneja educación artística y las culturas, pero más
que nada como historia que ya pasó y no debemos retomar. Nosotros lo que
queremos es recuperarlo, porque ¿qué es lo que está haciendo el
sistema? Pues implementar otras culturas que no conocemos y no tienen
una identidad.
Un día en Tiripetío
Dentro de la institución el trabajo es
arduo. Manejamos cinco ejes durante el día: académico, cultural,
político, productivo y deportivo. Por las mañanas asistimos a clases;
por la tarde tenemos talleres, como carpintería y serigrafía, o clubes
de danza, rondalla o deportivos – futbol, basquetbol, natación y
atletismo-. En lo productivo tenemos nuestra parcela y nuestros módulos
de reproducción de puercos, borregos, conejos y codornices, que es lo
que tenemos en la Normal de Tiripetío. En las tardes trabajamos con
algunos veterinarios que tiene la institución; los fines de semana lo
abordamos en la comunidad y damos ese conocimiento a nuestros padres.
Es un internado y tu tiempo lo ocupas en
el fortalecimiento de talleres. Eso es en un día. Yo me quedo toda la
semana; a mi casa voy cada mes o cada vacaciones para no ocasionar tanta
molestia en mi casa en cuanto a los gastos.
Es muy grato pertenecer a las Normales
porque te desarrollas. No tienes que estar encerrado todo el tiempo,
como en algunas ocasiones se menciona, sino que puedes salir a algunas
comunidades para conocer y difundir conocimientos. En las prácticas, vas
a las comunidades y conoces contextos indígenas donde hablan su lengua y
te quedas impresionado, porque en mi caso yo no hablo algún idioma. Al
escucharlos te motivas y quieres aprender qué es lo que significa, es lo
que quisiéramos conocer dentro de la institución.
En las cuestiones organizativas tenemos
un espacio como base estudiantil por los problemas muy fuertes que se
presentan contra las Normales. Se entra por convicción y tenemos que
investigar reformas, leyes y planes que perjudican a la educación y al
artículo tercero de la Constitución, para poder enfrentarlos. Así como
nos ponemos a estudiar en cuanto al desarrollo docente, también nos
ponemos a estudiar la cuestión educativa y los derechos de la sociedad.
La convivencia con los compañeros es
diaria, nos conocemos todos y somos una familia de alrededor de 500 o
600 compañeros. La Normal Rural es nuestra segunda casa. Al permanecer
ahí, nos conocemos más a fondo, compañero tras compañero, los lugares de
donde somos; inclusive hay compañeros de otros estados. A cualquiera
que le pase algo, cuenta con apoyo.
Cada año que paso en la Normal es una
experiencia muy grata y muy importante para el desarrollo integral como
docente. Conoces de todo, toda la situación mundial, nacional, estatal,
en los diferentes contextos que vive la sociedad.
El gobierno contra las Nomales
Estas Normales rurales en todo el país,
desde el norte hasta el sur, impactan a la sociedad porque de ahí se
fortalece y ahí envía a sus hijos para que ellos mismos le brinden
educación a su propia comunidad. Al ingresar, establecemos un pacto
entre comunidad, estudiantes e institución.
El papel de un normalista es fundamental
porque tiene el trabajo de quitar la venda de los ojos a la sociedad;
si no hubiese docentes o normalistas, seguiríamos oprimidos y con una
gran ignorancia. Es fundamental que los normalistas salgan a los lugares
más más recónditos del estado, atravesando sierras y ríos.
Tienes que pasar por esta experiencia
para sentir la necesidad del pueblo, tal y como nos lo manejan los
ideales que trabajamos. Si no sentimos ese amor y esa necesidad, no
seríamos normalistas rurales y no tendríamos una razón de ser.
Los ataques que recibimos son porque
exigimos, alzamos la voz y brindamos apoyo a diferentes organizaciones
para que hagan los mismo; damos la orientación a las organizaciones, a
las comunidades o a la sociedad de cómo exigir una audiencia, de cuál es
el proceso.
Actualmente eso es lo que desarrollamos
en las comunidades que son autónomas o que quieren serlo porque sus
derechos son violentados; algunos son despojados de sus tierras, les
quitan hogares, les quitan todo lo que tienen. Entonces, el gobierno ve
que organizamos a la sociedad y dice que somos un foco rojo, y que las
Normales rurales tienen que desaparecer o transformarse, como sucedió en
el 68.
El futuro
Me gustaría que las Normales rurales
siguieran con su trabajo y que funcionaran con esas mismas ideas que
manejaban Emiliano Zapata y Francisco Villa; si no, seguiríamos
decayendo. Manejamos la consigna de que mientras exista la pobreza, las
Normales rurales seguirán existiendo. En México hay pobreza en gran
porcentaje; entonces, las Normales tienen que funcionar porque es una
educación gratuita que nos brinda todas las oportunidades y todos los
beneficios.
Anteriormente, un maestro normalista
cursaba tres años de estudio, saliendo de educación secundaria, para ser
docente. Actualmente son cuatro años de formación docente egresando del
bachillerato, tres años de estudio y uno de práctica.
El sueldo varía, pero es de entre 2 mil
500 y 3 mil pesos al mes. Al compararlo con otros sueldos, como los de
funcionarios, que son excedentes, parece poco, pero si tienes ese amor y
esa necesidad, no importa. A mí no me importaría recibir ese sueldo
siempre y cuando apoyara a la sociedad, porque la misma sociedad te
apoya con alimentación, con algún taco. Eso es lo importante.
Saliendo de la Normal me veo en una
comunidad donde realmente pueda desarrollar mi trabajo como docente
rural y la comunidad me tome en cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario