Cuando en el año 2006, Felipe Calderón Hinojosa toma el poder en los
Estado Unidos Mexicanos, -tras un escandaloso fraude electoral-, la
nación padecía ya un proceso de más de sesenta y cuatro años de
aniquilación de la identidad y la soberanía nacional ...
Cuando en el año 2006, Felipe
Calderón Hinojosa toma el poder en los Estado Unidos Mexicanos, -tras un
escandaloso fraude electoral-, la nación padecía ya un proceso de más
de sesenta y cuatro años de aniquilación de la identidad y la soberanía
nacional que caracteriza la “Mexicanización de los Estados Unidos
Mexicanos”. Las condiciones de sumisión del estado mexicano a los
intereses económicos extranjeros se presentaron dos años atrás (2004),
al punto del absurdo, cundo el propio Calderón (siendo legislador) quien
dirigía la bancada del PAN en el Congreso propone que se cambie el
nombre el país, de Estado Unidos Mexicanos, a sólo “México”, bajo el
pretexto de que así es como nos conocen en el extranjero, demostrando el
nivel de ignorancia del próximo presidente.
La Mexicanización de los Estados Unidos
Mexicanos, como modelo de sumisión y de control al capital extranjero,
es vergonzosa y propia de una colonia comercial en el siglo del
neoliberalismo, se ha dado de una manera profunda e impune en todo el
territorio nacional. Hay que decir que se han presentado momentos de
resistencia a estos embates a lo largo de estos últimos setenta y dos
años, los más importantes en las décadas del cincuenta y sesenta del
siglo XX, ambos momentos se expresaron de forma pacífica, y en todos
los caso se respondió, desde la dictadura imperante, con la más brutal
represión, situación que dio paso a una década de luchas guerrilleras,
de 1970 a 1980 en todo el territorio nacional, sofocadas a sangre y
fuego en una guerra de exterminio de los luchadores sociales y
revolucionarios.
Para 1985, tras el terremoto de la
ciudad de México, el movimiento universitario vuelve a tomar las calles e
inaugura un periodo de izquierda institucional en el centro y sur del
país, a lo que siguió el un fraude electoral en 1988 que vino a
instaurar un sexenio neoliberal en la última década del siglo XX con
Carlos Salinas de Gortari, y tras el Magnicidio de Luis Donaldo Colocio
en 1994, la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León.
El sexenio de Salinas de Gortari,
plagado de atropellos y asesinatos, concluyo con el levantamiento armado
en Chiapas del EZLN, el 1 de enero de 1994; un momento importante en la
resistencia de los mexicanos ante la aniquilación del estado nacional
pactado en el tratado de libre comercio con los Estados Unidos.
La tenaz resistencia de los pueblos
indígenas del sureste mexicano, le da rostro a una guerra sorda, que
pocas veces podemos tipificar como de “baja intensidad”, por la
impunidad con las que se masacra a los indígenas por los hacendados y
terratenientes a finales del siglo XX en México.
Para el año 2000, y tras la borrachera
de la “transición” política, la llegada de Vicente Fox a la presidencia
del país sólo confirmó el vacío de identidad en el que se asumía el
siglo XXI por los mexicanos, para entonces, los poderes facticos del
dinero hacían de las instituciones el festín de los apetitos personales y
los diez minutos para resolver los problemas del país, se volvieron una
frase más de las ocurrencias para moneros del sexenio.
Para el año 2006, la formula se repetía
nuevamente, un fraude electoral, el país se despierta con el gobierno
del más mexicano de los mexicanos, el prototipo del títere del
extranjero y de los intereses empresariales que los representan en
México, Felipe Calderón Hinojosa, para sostenerlo se toma como pretexto
la pérdida del control del territorio en manos de los grupos
delincuenciales y se saca al ejercito a la calle con tal de detener el
descontento social generalizado por el fraude electoral repetido; lo que
llevo a Los Estado Unidos Mexicanos a un sexenio de sangre y fuego que
hizo ganar millones de dólares a la maquinaria bélica norteamericana
para sostener la invasión a los países árabes.
La transición se hizo añicos para el
2012, el proceso de aniquilamiento de la identidad nacional y la
soberanía se profundizaron a lo largo de los dos sexenios panistas, al
punto que las instituciones del país son una carga onerosa e inútil que
poco o nada aportan a la definición del futuro de la patria.
La Formula del “estado fallido”, la
mexicanización de México, les resulto de maravilla a los operadores de
la CIA en el sexenio de Felipe Calderón, un periodo de opacidad, que
para el 2008, ante la crisis económica mundial, no tenia respuestas sólo
el maquillar cifras y seguir asesinando.
Referencias
18 años de Guerra Sucia en México
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