sábado, 10 de noviembre de 2012

Grecia da un paso más hacia una sociedad en ruinas a merced de sus acreedores..../ Pedro Olalla



La Vanguardia

Los nuevos recortes prevén el cese de 25.000 funcionarios, una legislación laboral más flexible, el copago sanitario, reducción de pensiones, más paro y más recesión

Ayer por la noche, mientras más de 100.000 personas nos manifestábamos bajo la lluvia y los gases lacrimógenos frente al Parlamento griego en contra del nuevo paquete de medidas, el pleno parlamentario mantenía el debate para su aprobación mediante procedimiento de urgencia. Si exceptuamos las acciones de un pequeño grupo de agitadores -fuertemente abucheados por la gran masa de manifestantes y “homenajeados” por las cadenas de televisión-, la protesta en Grecia fue declaradamente pacífica. Fuera del Parlamento ardieron algunos contenedores de basura; pero dentro, ardieron, como vienen ardiendo en los últimos años, derechos, prestaciones, ahorros, bienes públicos y esperanzas vitales de los griegos.
Cerca de la medianoche, tras la votación nominal de los 300 diputados, se procedió al recuento de los votos: 153 a favor, 128 en contra, 18 “presentes” y una ausencia. El Marco de Estrategia Financiera a Medio Plazo quedó aprobado. Acto seguido, mediante sendas notas manuscritas de Evangelos Venizelos y Antonis Samarás, se comunicó al presidente del Congreso que los diputados del PASOK y Nueva Democracia que, en el último momento, no habían votado a favor quedaban expulsados de sus respectivos grupos parlamentarios.
Toda una lección de democracia. Ni la nefasta marcha del país en los últimos años, ni el empobrecimiento progresivo de la sociedad griega, ni las más de 100.000 empresas que han dado el cerrojazo, ni los miles de movilizaciones de protesta llevadas a cabo por los ciudadanos, ni el probado fracaso de las recetas aplicadas, ni las fundadas advertencias sobre su inconstitucionalidad, ni los coherentes argumentos presentados por voces discrepantes, ni las evidentes fisuras que empiezan a registrarse entre los más declarados defensores de la teología neoliberal, ni siquiera la honradez de cada diputado frente a su propia conciencia, pueden justificar ante este Gobierno la “deslealtad al partido”. PASOK y Nueva Democracia -eternos rivales del tradicional bipartidismo- votan “sí” como un solo hombre y expulsan a los disidentes. La infidelidad a las promesas y a los electores siempre es excusable; lo que es sagrado es la fidelidad a los amos. Y así lo han demostrado.
Por su parte, Izquierda Democrática, el tercer componente de este gobierno al servicio de intereses privados, ha jugado también con especial patetismo su papel de bueno en la farsa. Fingiendo con nula credibilidad durante las “negociaciones” con la Troika su postura de defensor de los trabajadores y de paladín del bien común, a la hora de votar no dijo ni que “sí” ni que “no”: salvo dos honrosas excepciones, los 18 diputados restantes se limitaron a gemir “presente”. No importa; Dante, que visitó el infierno, nos dijo que a la entrada hay un sitio especial reservado a los medrosos y los tibios: “No hablemos de ellos: míralos y pasa”.
Así pues, por la mitad más tres de los votos, quedó aprobada la nueva fase del rescate. El plan para 2013 prevé nuevas medidas de recorte por importe de 13.500 millones de euros, el cese de 25.000 funcionarios más, mayor relajación de la legislación laboral, copago sanitario, nueva reducción de pensiones, incremento del índice de paro y aumento de la recesión. Del agresivo plan de privatización de bienes nacionales -que ya incluye hasta el agua-, el Gobierno esperaba obtener 50.000 millones: ahora, se conforma con sacar 10.000, y repartidos a lo largo de los próximos cuatro años. Es decir, vendemos el país y el Estado a precio de ganga para obtener 2.500 millones al año; y entretanto, del préstamo de los 36.000 que vienen con el nuevo paquete, 26.000 se irán directamente a capitalizar la banca, sin pedirle siquiera garantías de que esos fondos se destinarán al crédito. Y suma y sigue.
La democracia sigue debilitándose, la política del establishment es tan sólo un negocio privado, y, tras la deplorable votación de ayer, Grecia da un paso más hacia una sociedad en ruinas a merced de sus acreedores.

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