Los
soles que pintaba Marita Verón eran cuadrados, triangulares, a veces
redondos, violetas, o verdes, o rojos... Casi nunca un círculo perfecto y
amarillo patito sobre el cielo celeste y blanco de la patria. De esa
patria prehistórica, de escuela almidonada y marmórea que solía exigir
que los soles siempre fuesen «normales»: perfectamente redondos y
amarillos.
Marita era apasionada por los soles. De modo tal que
cuando tuvo una hija le dio el nombre de Sol Micaela. Esta vez era un
sol en la tierra, un sol sonrosado y con forma de criatura.
Marita
Verón no paraba de crear soles. Hasta que en la tarde del 3 de abril de
2002, a los 23 años, fue secuestrada en Tucumán, provincia donde vivía.
Los testimonios indican que la trasladaron forzosamente a La Rioja,
para mantenerla cautiva y obligarla a prostituirse en un cabaret de la
zona. Nunca más apareció.
Para esa época, Sol Micaela tenía
apenas 3 años y no podía buscarla, pero su abuela, Susana Trimarco,
madre de Marita, emprendió una lucha que ya lleva más de diez años, en
los que se enfrentó a peligrosas mafias y autoridades indiferentes.
En
el curso de su odisea se fue haciendo tristemente experta en el tema de
la trata de personas y formó una fundación que ayudó a rescatar a 21
mujeres secuestradas de forma similar. Consiguió también que la
investigación progresase y que se detuviera y procesara a los supuestos
responsables de la desaparición de su hija. Pero sobre todo logró
sacudirnos la conciencia al hacernos saber que en nuestro país se
continuaba secuestrando niños y desapareciendo personas, en plena
democracia.
El 8 de febrero de 2012 se inició el juicio que
tiene como acusados a 13 personas; 7 hombres y 6 mujeres. Además, ya
participaron alrededor de 150 testigos. Cerca de esa fecha, y como una
manera evidente de recordar a su madre, Sol Micaela se realizó el
tatuaje de un sol en su espalda, debajo del cuello. Era una réplica de
un dibujo de su mamá. Una amiga le sacó una foto y la subieron a su
cuenta en twitter.
Este hecho común para millones de usuarios de
redes sociales, tuvo en estos días –ya finalizando el juicio–, un rol
protagónico en la estrategia de defensa de los imputados riojanos,
acusados de secuestrar, privar de su libertad y someter a la
prostitución a la madre de Micaela.
Según narró a Radio Fénix,
el abogado querellante Carlos Garmendia, fue patético el momento en que
el doctor Pérez busca en su IPOD la imagen del tatuaje y se la pasa a
los otros defensores, para luego levantar el aparato buscando que la
prensa filme aquel tatuaje del sol en la espalda. En ese instante,
Liliana Medina, dueña de cabarets e imputada en el caso, comienza a
gritar con sorna: «Así empiezan, así empiezan».
«Ahora me
pregunto yo -continúa Garmendia-, ¿a qué empiezan? ¿A qué se refiere
Medina?... ¿Así empiezan a secuestrar personas, a torturarlas, a
obligarlas a prostituirse, a asesinarlas?... Porque una adolescente de
13 años se realice un tatuaje, va a ser víctima de estas mafias... ¿Eso
debemos entender?», se pregunta o contesta el abogado de la Fundación
Marita Verón.
De existir sólo dos mentalidades antagónicas en
nuestro país, no creo que estas se encuentren representadas por los que
apoyan el 8N o los que auspician el 7D. Es más probable que si nuestra
sociedad estuviese dividida apenas entre dos tipos de personas, sea
entre aquellos de ideas marmóreas, que temen al Sol y obligan pintarlo
estrictamente redondo, amarillo, sobre un cielo celeste, y esos otros,
que pese a todas las tragedias, continuarán pintando soles multicolores.
Vía:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7493:soles-multicolores&catid=36:notas-en-el-home&Itemid=107
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