México DF. El
pago por hora; los contratos temporales, por periodos de prueba y
capacitación sin responsabilidad para el patrón; así como el despido
unilateral por correo electrónico y mensajes de texto, la productividad
como base para el ascenso en lugar de la antigüedad y la legalización
de la subcontratación mediante empresas de outsourcing,
forman parte de los cambios a la Ley Federal del Trabajo propuestos en
la iniciativa de reforma laboral de Felipe Calderón y aprobados en lo
general por la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados. Pero todo
esto aún puedo ser revertido “siempre y cuando la resistencia de la
clase trabajadora no sólo se mantenga, sino crezca”.
En entrevista con Desinformémonos,
Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y
Asesoría Sindical (CILAS), explica que “hay vías para para echar atrás
la reforma, pero eso exige un sujeto que lo reclame, un pueblo
movilizado y sindicatos independientes que exijan que se revierta el
proceso; todo depende de la reacción popular del movimiento social y de
la resistencia a estas nuevas medidas neoliberales”.
Amén de la
posibilidad de realizar a futuro una contrarreforma, es posible, en lo
inmediato, presentar una controversia constitucional, pues los patrones y
el gobierno, explica de la Cueva, “en aras de hacer pasar su reforma,
renunciaron a reformar la Constitución para no tener más problemas, y al
no haberlo hecho, la Ley reformada entrará en contradicción con la
propia Constitución y será violatoria del artículo 123, por lo que será
posible colocar una controversia constitucional que obligue a revisar e
incluso regresar la ley”.
Si la
reforma se aplica tal y como la planteó Felipe Calderón, habrá
consecuencias muy graves para los trabajadores. Durante más de 30 años
los empresarios han anhelado una reforma que no se ha podido aprobar,
pero en la práctica las violaciones a las garantías laborales que supone
la reforma sido llevadas a cabo por los patrones, con ayuda de las
autoridades.
La
informalización y la precarización del trabajo, la falta de seguridad y
la flexibilización ocurren en la práctica, es decir, se viola la ley y
la Constitución. Ahora, la reforma pretende cobijar con una ley federal
todos estos abusos.
“Lo más
grave”, apunta Héctor de la Cueva, “es que mientras el trabajador puede
recurrir a la ley y a la Constitución y tiene recursos jurídicos para
defender sus derechos, si la reforma pasa, los empleados quedarán mucho
más desprotegidos, porque no tendrán más el recurso de apelar a la ley
para defender sus derechos. Estará siendo legalizada la precarización”.
El
principal interés patronal está en aquellos cambios que acaban con la
estabilidad del empleo, es decir, aquellas modificaciones que permiten
que ningún trabajador tenga seguridad de que conservará su trabajo. Las
reformas también buscan que no haya derechos colectivos pactados entre
los trabajadores y los patrones, sino que las condiciones de trabajo las
fije el patrón y que a los trabajadores les sea muy difícil organizarse
en un sindicato auténtico. Para lograrlo, se flexibilizará la
contratación, de tal manera que el patrón pueda contratar a su gusto,
por el periodo que sea necesario; y también se flexibilizará el despido,
para reducir los costos de indemnización ante despidos injustificados.
Si a esto le agregamos la propuesta del salario por hora y los cambios que se quieren hacer sobre el outsourcing,
o subcontratación, que le restarán responsabilidad social a la empresa
que se beneficia del trabajo y dejarán la responsabilidad en la empresa
subcontratada, será legal que haya menores prestaciones de trabajo y más
facilidad para el despido.
Estas
medidas, en su conjunto, van en la misma dirección: legalizar el trabajo
precario, sin prestaciones, sin seguridad y sin contratación colectiva.
“Al no haber estabilidad en el empleo, es mucho más difícil para el
trabajador organizarse con sus demás compañeros y crear un sindicato
auténtico, de manera que el país se encamina a ser un paraíso precario y
los trabajadores se encaminan a perder sus derechos, a ver legalizado
el desempleo y el subempleo, el trabajo sin prestaciones, el trabajo
precario y, por lo tanto, a tener que ganar menos, a trabajar más, a
contratarse en varios empleos”, puntualiza Héctor de la Cueva.
Esto supone
un problema sobre todo para los jóvenes que estarían condenados a un
futuro laboral donde la estabilidad, la seguridad social y las
pensiones, como las que tuvieron sus padres, simplemente dejarán de
existir.
Una de las
propuestas de Felipe Calderón fue la “necesidad de transparentar las
actividades de los sindicatos”, pero esta propuesta de rendición de
cuentas, asevera el ex trabajador automotriz, “fue pensada tan sólo como
una moneda de cambio, que se retiró en cuanto se aprobaran los puntos
de la reforma que realmente interesan a los patrones. A ellos no les
interesa a la transparencia; son ellos quienes han prohijando a las
mafias sindicales, quienes les pagan el dinero y les pasan las cuotas de
los trabajadores; son los empresarios los que han creado a los mafiosos
y el gobierno los ha tolerado, les ha facilitado recursos. Es una
hipocresía que el gobierno panista esté exigiendo transparencia porque
son ellos quienes cobijan a las mafias sindicales”.
Los
defensores de la reforma laboral afirman que la flexibilización de las
condiciones de trabajo traerá al país más empleos y que los salarios
aumentarán. Esto, insiste Héctor de la Cueva, “es tan sólo otro de los
mitos ridículos del neoliberalismo; todas las premisas que éste ofreció
al país, han demostrado a través de los años ser falsas: cada vez hay
menos y peores empleos, y los salarios han perdido cerca del 80 por
ciento de su poder adquisitivo. Los años de neoliberalismo han sido los
de menos crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, ha
habido desindustrialización y con las estadísticas oficiales se
demuestra que la privatización, el libre comercio y la flexibilización
del trabajo, no han traído desarrollo ni mejor poder adquisitivo o más
empleos. Por lo tanto, que la flexibilización del empleo pueda traer más
empleos es una mentira completamente cínica. Lo que se necesitaría para
que pueda haber mejores condiciones de vida es otro modelo, no sujeto a
un modelo regulado por las grandes potencias como al que está sometido
México”.
La reforma
laboral no resultará en más y mejores empleos, sino en un aumento de los
empleos precarios, que además ayudará a que las cifras de la tasa de
desempleo se reduzcan mañosamente: si un joven trabaja tres horas a la
semana, no figurará en la estadística de desempleo, y además el Estado
podrá asegurar que aumentó la creación de empleos. “Es una trampa
absoluta: no van a crear más empleos, sino a disfrazar el empleo
precario, de supuesta generación de empleos”.
“De
cierto modo, Calderón le está haciendo el trabajo sucio a Peña Nieto, de
tal manera que la reforma laboral pase antes de que Peña Nieto tome
posesión el 1 de diciembre y tenga luego la posibilidad, al ser
presidente constitucional, de decir: ‘Yo no estaba en el poder, yo no
era presidente’ y tendrá la posibilidad de dar otras salidas si la
situación se complica demasiado. Por eso les urge que pasen iniciativas
tan impopulares como ésta antes de que Peña Nieto tomo posesión, para
que llegue ‘limpio’”.
Una de las
medidas más preocupantes que el Ejecutivo planteó en su iniciativa de
reforma laboral es la “regulación del tiempo de huelga” que coartaría la
libertad de los trabajadores para defender condiciones dignas de
empleo. Esta medida aparentemente fue retirada de la Comisión
dictaminadora, pero el coordinador del CILAS advierte que “puede
retornar a la discusión de la reforma, y, si de por sí México es un país
donde hay pocas huelgas, si ahora se suma la falta de condiciones de
empleo seguro y regularmente remunerado la organización colectiva se
verá muy afectada, y la huelga pasará a ser prácticamente inexistente
porque no habrá quien la ejerza”.
Las
consecuencias de las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo que
aparentemente afectan sólo los derechos individuales de los
trabajadores, repercuten automáticamente en los derechos colectivos
porque las bases objetivas sobre las que se basan los derechos
colectivos están minadas, y con las bases del sustento de los sindicatos
minadas, todos los sindicatos, incluso los corporativos, se verán
afectados con la reforma laboral. Explica de la Cueva que “no puede
haber sindicatos con trabajadores que no tienen un empleo fijo. Es muy
difícil que haya sindicatos con trabajadores que apenas si sobreviven
con el trabajo que realizan, que tiene que trabajar todo el día, que no
tienen prestaciones que les permiten sobrevivir, que van saltando de
trabajo en trabajo, que es muy difícil que firmen un contrato colectivo,
que tengan condiciones bilateralmente pactadas con el patrón.
Al crecer
la informalidad, el subempleo y el empleo precario se ha minado la
injerencia de los sindicatos en México; una ley que permita estas
prácticas va a derriba completamente el piso sobre el que se asientan
los sindicatos y, con este tipo de condiciones de trabajo, va a ser
mucho más difícil que los trabajadores se organicen. Ése es uno de los
objetivo neoliberales: acabar con la organización colectiva”.
Pero las
regresiones en materia de derechos laborales que significan la
aprobación de la reforma laboral aún pueden ser revertidas. La nueva Ley
Federal del Trabajo contradice la propia Constitución y es violatoria
del artículo 123 constitucional. Además, contradice los convenios
internacionales firmados por México, en especial el artículo 87 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), y como la Suprema Corte y
el Congreso ratificaron explícitamente que los convenios internacionales
tiene rango constitucional, ahí existe otra posibilidad para exigir que
sea refutada. Como insiste Héctor de la Cueva: “Sí hay vías para echar
atrás la reforma, pero eso exige un pueblo movilizado; todo depende de
la reacción popular, del movimiento social y de la resistencia que todos
estos actores opongan a las nuevas medidas neoliberales”.
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