viernes, 26 de octubre de 2012

Argentina: Carne de votación ....Por Alfredo Grande

  
"El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”. La estafa política fundante es constitucional.
(aforismo implicado)


“Un proyecto de ley oficialista busca habilitar el voto desde los 16 años, inciativa que fue valorada por políticos y sectores universitarios por la ampicación de "la frontera de derechos" aunque recibió la advertencia de otros grupos por los "fundamentos" de la misma. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, valoró hoy que se “discuta” la posibilidad de que se pueda votar desde los 16 años, y señaló que, de aprobarse, “estaríamos ampliando la frontera de derechos a los más jóvenes”.
"Este Gobierno se ha caracterizado por ampliar la frontera de derechos y en este caso estaríamos ampliando la frontera de derechos a quienes son más jóvenes”, destacó.
Por su parte, el titular del bloque de diputados oficialistas, Agustín Rossi, aseguró hoy que “resulta totalmente razonable”, además de “relevante”, bajar a 16 años la edad "ya que amplía la participación de los ciudadanos en la política argentina”  (Diario Popular. 23/10/12)


(APe).-  Siempre propongo buscar en los discursos, en las acciones, incluso en las intenciones, aquello que nos permita horadar la superficie para encontrar lo latente. Que habitualmente está oculto, pero que también habitualmente no es difícil de encontrar. La herramienta es el analizador. En este caso, conceptual. Lo bauticé en una sencilla ceremonia: “carne de votación”. La analogía queda evidenciada con la referencia al conocido término “carne de cañón”. Como sabemos, aludía al sacrificio de los más vulnerables en aras de un interés superior, que siempre era el de las clases poderosas. Marx lo relacionó con el ejército de reserva de trabajadores, que permitía que aquellos que conseguían trabajo lo hicieran en situaciones de hiper explotación. La infantería, o sea, los niños y adolescentes, eran la carne de cañón de los majestuosos generales. En la masacre de Malvinas, vimos nuevamente como en aras de un “interés superior”, murieron jóvenes por la innoble causa de una dictadura genocida que necesitaba perpetuarse en un poder absoluto y por lo tanto necesitaba legitimarlo. Los tiempos han cambiado y la crueldad asesina de los tiranos ha sido reemplazada por la sonrisa complaciente de los gerenciadores de la democracia. No es lo mismo torturar que vetar. Sin embargo, el veto de nuestro Jefe del Operativo Deshaciendo Buenos Aires, es una forma cobarde de torturar a mujeres que ya fueron torturadas por la violación y embarazos no deseados. Aclaremos que si el embarazo es no deseado, más que embarazo habría que llamarlo injerto. Y además, injerto siniestro. En esa marca registrada de la derecha, que permite que las apariencias sigan engañando, el veto nuevamente convierte a las mujeres en carne de cañón. El Porteñazo se impone como cada vez más necesario.1 En la otra cara de otra moneda, se plantea la ampliación de la participación a partir de disminuir la edad para desear votar, ya que desde los 16 a los 18 no es obligatorio. La pregunta que me surge es: ¿Por qué esa diferencia? Que cambia para que a los 18 años sea obligatorio, o sea, un mandato? ¿Porque el deseo vale hasta los 18 y desde los 16, y luego deviene suntuario? Esta ventana de 2 años creo que es un importante analizador de lo que llamo “carne de votación”. Si bien la calidad no es posible sin la cantidad, ésta por si sola no garantiza la calidad. Millones de personas mirando por tv estupideces no garantizan la aparición de una mente brillante. Por lo tanto habría dos maneras de pensar la ampliación supuestamente buscada. Con más de lo mismo, o con más de casi lo mismo (sufragio universal, secreto y obligatorio desde los 18 y no obligatorio en la franja de 16/18) e intentando menos, pero de otra cosa. A pesar de las décadas de recuperación (o restitución) democrática, el culto a la personalidad es agobiante. La re re se inscribe en las peores tradiciones del Estado Bonapartista. A pesar del renacer de la política, ésta sigue en los carriles del sentimiento y pensamiento único. Escuche decir a un dirigente de importancia: “los peronistas no somos libre pensadores”. Que los macristas no sean ni siquiera pensadores, mucho no me preocupa, porque entre ellos y yo hay algo personal e institucional. Pero pensar no es algo privativo de nadie. Todo militante popular piensa y por eso actúa. Sin la palabra que une, la lucha termina separando. Por eso ampliar la participación, si eso es lo que se pretende, debe empezar en los vértices de la pirámide, no solamente en la base. Lo que ya necesitamos es mejor democracia, no más democracia de lo mismo. Lo mismo es: la democracia que consolida el mito de la representación. Mito encubridor y potencialmente depredador. Las tierras que arrasa la megaminería no podrán ser fertilizadas con los votos que saque el gobernador de turno. Por más votos que se cuenten en las urnas – altares de la democracia, los masacrados de Cromagnon, la estación de trenes de Once, las víctimas de la Trata, el saqueo a los pueblos originarios, no disfrutarán de los placeres mundanos del aumento de la participación. Pero la cultura represora suele discutir con vehemencia lo formal, para decretar sin discusión lo trascendente. ¿Cuántos años de democracia formal necesitamos para tener mecanismos de democracia directa? Calma radicales y calma peronistas. Todavía no estoy proponiendo que todo el poder sea de los soviets. Todavía. Pero mecanismos de plebiscitos vinculantes (porque los no vinculantes se parecen a las preguntas de mi abuelo cuando decía: “¿no es cierto que todos quieren comer fideos?”) revocación de mandatos, comunas que sean comunas y no camouflajes de partidos y de caudillos, presupuestos participativos y con auditorías populares sobre cómo y cuándo se ejecutan las partidas presupuestarias…O sea: democracia fundante, no una de las tantas formas de la democracia convencional encubridora. Siempre sostuve que se vota porque es democracia. Sin embargo, en el catecismo partidocrático burgués, es democracia porque se vota. Cada dos años el pueblo decide, cada cuatro, cada seis, cada ocho…y así hasta el próximo bizcocho. Se puede votar desde los 14, desde los 10, después de todo lo electoral también es un mercado de mercancías más o menos representativas. Representativas de que es otra cosa. Y niños y adolescentes votan cuando consumen. Los 16 es tan arbitrario como cualquier otra edad. No es aumentando cuantitativamente la cantidad de votantes que la democracia es más coherente, mas consistente, más creíble.  Yo pienso que el voto tiene que ser secreto, universal pero no más obligatorio. Se logran mayorías alucinatorias, especialmente por el arraigado folklore del voto castigo o de la curiosa teoría del mal menor. Y es peligroso, porque como los ventiladores de techo, todo vuelve. Sin ir mas cerca, el “per saltum”. O sea: la democracia se pone zancos para saltar cuando le conviene. Y cuando no le conviene, no hay saltum que valga. Se arrastra. Por eso Romina Tejerina cumplió toda la condena, a diferencia de los violadores, y la desaparición de Luciano Arruga fue caratulada como “averiguación de paradero”. Si aceptamos mansamente la “carne de votación”, poco y nada podremos hacer cuando la “carne de cañón” vuelva a ser necesaria. Y seguro que alguien dirá: “el calavera democrático no chilla”.


1 - En los trabajos PORTEÑAZO (1 y dos) publicados en la Agencia, hago algunas consideraciones sobre este tema.


Fuente,vía:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7454:carne-de-votacion&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

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