(APe).-
Mariana se acomoda el delantal azul de pintitas blancas. Tiene colitas
en el pelo, dedos de mandarina y ojos con miel. Después de almorzar en
la Casa del Niño de Avellaneda la combi que maneja Diego la dejará en el
jardín. Doscientos como ella, doscientos desde los seis meses a los 14
años juegan a vivir distinto todos los días entre las ocho y las cinco
de la tarde, fatigando pelotas y muñecas en un mundo aparte, donde la
utopía crece como florcita silvestre. Entre las rajaduras de la mala
vida. Hace meses que el Ministerio de Desarrollo Social no cumple con el
pago de las becas convenidas. Y los brazos largos que abrigan tanto
tiemblan. Y empiezan a caer.
“Queríamos contarles que a partir del
lunes 1 de octubre, lamentablemente nuestra casita cerrará sus puertas
hasta previo aviso, ya que no hemos obtenido respuesta del Ministerio de
Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires ni del señor
Gobernador de cuándo se harán los pagos adeudados del programa UDI
correspondientes a los meses de mayo, junio, julio, agosto y setiembre
del corriente año. Por esta situación quedarán sin el servicio de
guardería integral gratuita 66 niños y sus familias, exponiendo así a
una nueva vulneración de sus derechos a los niños y niñas de los
sectores más excluidos de nuestra ciudad”. La Casa del Niño Esperanza de
La Plata hacía el peor de los anuncios el 27 de setiembre a través de
Facebook.
El pastor evangélico Arturo Blatezky, conmovió
profundamente a Osvaldo Bayer. “El tiene en Quilmes un comedor infantil y
además instituciones pedagógicas en las que asiste a niños de villas de
extrema pobreza en esa localidad bonaerense. Yo he visitado esos
lugares y admiro a este hombre y a sus ayudantes. Dar de comer a los
niños más humildes de nuestra sociedad que tienen hambre. ¿Qué mejor
papel hay en la vida que eso? Los niños. Ver sus ojos. Llenarlos de
esperanza y mostrarles la mano abierta que le niega la realidad.
Me
explica: desde hace meses, el gobierno bonaerense no da la ayuda
estipulada a los comedores infantiles ni paga las becas para los
asistentes que mantienen con su trabajo esos lugares tan necesarios para
mantener la paz y alejar la violencia de nuestras ciudades: los niños
con hambre, los niños que necesitan sonrisa a través de las manos
docentes que los ayudan a soportar su destino no buscado”, escribió en
Página 12 el 29 de setiembre. El comedor de Quilmes es una más de las
1500 organizaciones que hacen agua por sus hendiduras, que como balsas
entre el oleaje, resisten la condena del naufragio.
Los hogares,
curiosamente, dependen de la Secretaría de Niñez, en línea directa al
Gobernador. Son becas de 1200 pesos para el desarrollo integral de un
niño solo. Puntada a puntada hay que zurcirle el alma. Y armarle un
mundo calentito y amable. Y cuatro comidas y el agua y el suéter y la
luz y el remedio y el educador y el que le ayuda a soñar un sueño ya
deshilachado. Algunos hogares no cobran desde hace un año.
Los derechos pasan a ser letra muerta en los bellos libros con dibujos al tono.
La
Fundación Pelota de Trapo presentó un recurso judicial el martes 25 de
setiembre ante el Juzgado Contencioso Administrativo Nº 2 de La Plata.
Ayer –lunes 1 de octubre- venció el plazo para la resolución de una
medida cautelar. Hoy en Mesa de Entradas se insistirá con otra
presentación. La evidencia abrumadora del incumplimiento de una de las
caras del Estado implica que otra de sus caras le ordene el pago
inmediato de los programas en deuda. Sin dilaciones.
*****
El
sistema de becas que el estado provincial destina a los tumbos y
erráticamente a centros de día, casas del niño, Centros de Apoyo
Integral (CAI), Centros de Desarrollo Infantil (CDI) y comedores
(integrados en el Programa UDI) suele ser el agua fresca que se niega en
el desierto. La eterna variable de ajuste que descompone el cajero
automático antes de que salgan los cien pesos del Plan Vida. La decisión
política premeditada de no gastar en los excedentes del sistema.
Aquellos a los que de hecho se abandonó a la buena (o mala) de dios y a
los que se les niega, después, la frazada en la escarcha: es imposible
que las organizaciones populares, las únicas que desde los barrios y los
colectivos sostienen por fuera del Estado la vida y la dignidad, puedan
sobrevivir si el dinero de las becas no llega desde mayo. Los valores
son de 600 pesos, 450, 350 u 86. Según los horarios de funcionamiento o
el destino que les haya tocado en las reformulaciones a medias o los
perversos olvidos de las estructuras burocráticas del Ministerio de
Desarrollo Social. Ana, en José C. Paz saca las cuentas desde los
propios números oficiales: sostener todos los programas con regularidad
le cuesta a la Provincia 40.500.000 pesos mensuales. El presupuesto 2012
de la Provincia se pautó en 114 mil millones de pesos. El de Desarrollo
Social, llega a los 4 mil millones. Es una moneda en la inmensidad. Son
cien mil chicos que dependen de esa moneda.
*****
Martín
Ferré es el Ministro. De Producción a Desarrollo Social. La mirada
economicista de los dramas populares y del fracaso educativo (Nora de
Lucía viene de Economía) no son más que sinceramientos, honestidades
brutales en la identidad del sistema. Su antecesor, Baldomero Alvarez de
Olivera gastó -en 2011- 330 millones en su Unidad Ministro cuando se le
habían pautado 11. El presupuesto del Programa UDI probablemente
financie publicidad, erogaciones ministeriales. Prioridades en síntesis.
Por eso el Ministro (Ferré) lo dejó muy claro ante las organizaciones
que juntaron cuatro mil frente a su Ministerio. “No hay plata y no se
sabe si va a haber hasta el año que viene”. Y “se pagan todos los gastos
fijos y con lo que sobra…” Con lo que sobra, guirnalda y antifaz para
el Día del Niño. Y un huevo de chocolate en abril. El resto es
invisible. Son los suburbios de la tierra. La gente que se apila del
lado de afuera, detrás del murallerío de los que quedaron adentro.
Mientras los pibes van perdiendo los sueños como piedritas, por el
bolsillo roto de la esperanza. Cada vez más chiquita la esperanza. Más
flaca. Más alimentada a polenta y cebolla en el barrio Satélite de
Moreno. Donde las madres piquetean porque ya no saben qué hacer.
Pero
sí saben que el Estado es una entelequia, un fantasma que quita,
golpea, dispara por la espalda. Las políticas públicas, las genuinas,
están sostenidas fatalmente por las organizaciones. Son el corazón del
funcionamiento social y no late en el Estado. Que no hace más que tomar
lo que el campo popular genera como respuesta y devolver una mínima
cuota, como arenilla en el mar, de lo arrebatado históricamente a los
niños y niñas de los siglos. A las criaturas en banda de este tiempo. A
sus desayunos de harina y agua. A sus futuros cortitos, de persiana
baja.
Las organizaciones que sostienen centros de día, comedores y
CAIs y CDIs no cumplen una función supletoria que les concede el Estado.
Hacen, inexorablemente, el camino de aridez y ternura que jamás
pavimentará ese Estado. El abrazo, el cemento de cacao y azúcar, de
dolor y de amor para reconstruirse, es la materia de los colectivos. El
Estado es el colchón para el piso inundado. La chapa para un techo que
no existe.
Pero –dice Alberto Morlachetti- nadie está al resguardo de
la esperanza humana. Que suele ser aluvional cuando se desata. Y es la
salvia de todas las primaveras.
Vía,fuente:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7419:-becas-impagas-otra-condena-a-la-infancia&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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