Cada vez son más
numerosas las voces de organizaciones y personajes que se pronuncian
vigorosamente en contra de la iniciativa de reforma laboral de Felipe
Calderón Hinojosa, las cuales siguen creciendo día con día ante la
indiferencia y terquedad del gobierno y de muchos diputados y senadores.
La inconformidad y la indignación recorren a la sociedad mexicana. Esa
infame iniciativa denuncia claramente la irresponsabilidad política y el
odio profundo del actual presidente hacia la clase trabajadora
mexicana, en la cual se trasluce su parcialidad sumisa hacia los
intereses empresariales que en México han medrado con la explotación de
la mano de obra y los recursos naturales, hasta acumular riquezas de
unos cuantos que aplastan lo que debiera ser una distribución justa y
correcta del ingreso nacional.
Una comisión de la 61 Legislatura en la H. Cámara de Diputados se ha
apresurado para tener listo el dictamen sobre la propuesta de Calderón,
el cual se conocerá en medio del descontento que la iniciativa ha
despertado, por sus inocultables intenciones de condenar a los
trabajadores a una esclavitud disfrazada, cuyos efectos le habrán de
explotar, cual bomba de tiempo social, al siguiente gobierno. Sería una
irresponsabilidad tan grande como la de Felipe Calderón, que el nuevo
gobierno que se inicia el 1º de diciembre próximo asumiera como propia
ésta, que ha sido certeramente calificada como contrarreforma laboral.
Algunos de sus promotores no saben o pretenden ignorar los funestos
resultados que le traerá a la paz social de México, y obstinadamente se
empeñan en continuar en su indigno propósito de aprobarla.Ello ocurre porque se han negado a estudiar el fracaso y los efectos tan negativos que medidas similares han traído a países como Grecia, España, Irlanda o Italia actualmente, o Latinoamérica en años recientes. Esas naciones buscan regresar de donde a los mexicanos apenas nos quieren llevar.
Este intento de nueva agresión contra los trabajadores y los sindicatos es producto de la lucha de clases, pero en este caso al revés: no para favorecer el bienestar, sino para revertirlo en la historia hasta los tiempos del régimen elitista de Porfirio Díaz, cuando las mayorías mexicanas tenían la bota en el cuello de la explotación despiadada de los patrones ricos e insensibles. Estamos ante la negra perspectiva de un retorno a 1910. Históricamente, es una ignominia la que pretenden realizar Calderón, sus aliados políticos y sus jefes, los empresarios.
Siendo muy grave para la República este panorama, también lo es que la infame iniciativa de Calderón no plantea una
reforma patronal y gubernamental, esta sí muy urgente, que cambie la ideología de la ambición personal desmedida hacia la solidaridad entre los mexicanos, y que meta al orden legal al sector empresarial, a las instituciones y a los políticos que lucran con la explotación del trabajo humano y abusan desde hace décadas de su posición privilegiada.
Una
reforma patronal y gubernamentales absolutamente necesaria para la salud de la Nación. Los desmanes que frecuentemente cometen muchos empresarios e innumerables funcionarios públicos en su papel de empleadores, no sólo contra sus trabajadores sino contra la nación, son motivo desde hace muchos años de profunda preocupación. Las fugas de capital al extranjero son uno de ellos, con recursos que surgieron de la explotación abusiva de la mano de obra y del solapamiento de los gobiernos hacia esta nefasta práctica, que significa que esos capitales van a financiar el crecimiento de otras economías y dejan la nuestra abandonada a su propia suerte. Los muy bajos impuestos que pagan las empresas poderosas es otro abuso más, donde incluso esos gobernantes los premian, retornándoles cantidades increíbles de la muy baja tributación que aquellas pagan al fisco, con lo cual propician la corrupción y engañan a los trabajadores para evitar cubrir el 10 por ciento de las utilidades reales a que están obligados por ley. Los ejemplos están por todas partes. Es muy urgente, por lo tanto, una
reforma patronal y gubernamentalantes que una laboral, que obligue a los empresarios a transparentar las utilidades reales que obtienen y su pago proporcional a los trabajadores. El nuevo gobierno está obligado a gobernar para todos, y no puede hacerlo más que en esa línea de acción y de conducta.
La iniciativa de Calderón es absolutamente discriminatoria. Lo justo es que los patrones deben ser obligados al mismo régimen de transparencia de sus manejos y recursos que le están exigiendo a los sindicatos. La
reforma patronalque se necesita debe incluir la exigencia de la
toma de notapara los dirigentes de las asociaciones de empresarios y para los patrones que representan, con el fin de saber si todos ellos cumplen con las leyes, si transparentan y están al corriente en sus obligaciones fiscales, si acatan sus compromisos legales en materia de seguridad industrial y protección de la salud, así como en la siempre ausente protección del medio ambiente. Es preciso que su incumplimiento genere castigos penales verdaderamente severos a los patrones o funcionarios públicos que violen las leyes en cualquier ámbito de la actividad económica nacional.
Es exigencia social que los hombres de empresa se comprometan con el país, lo mismo que los funcionarios públicos que los solapan. Esa es la médula de un sistema democrático, lo demás son engaños y demagogia que seguramente generarán fuerte inestabilidad y crisis social para el país. Si desafortunadamente llegara a suceder, que nunca se nos olviden los nombres de los que hoy, por intereses personales o de grupo, están traicionando y actuando en contra de los derechos de la clase trabajadora, de la población y de México en su conjunto.
Vía,fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2012/09/27/opinion/020a1pol
No hay comentarios:
Publicar un comentario