Septiembre es el mes que concentra, más que cualquier otro, fechas
conmemorativas de carácter nacional. Luego de la fatídica jornada del
11, que recuerda el último quiebre institucional, nos concentramos en
todo lo contrario: la consolidación republicana que comenzó a forjarse
luego de la Primera Junta Nacional de Gobierno. Al día siguiente, el 19,
y en un acto cargado de rigurosa solemnidad, el país rinde honores a
las Glorias del Ejército de Chile. Pero ¿cuánto de gloria hay en su
historia? El historiador Gabriel Salazar y el sociólogo Manuel Antonio
Garretón hallan en su línea de tiempo más vergüenzas y miserias, las de un Ejército que cada año pide a Chile reverencias.
El 19 de septiembre es un día dedicado a las Fuerzas Armadas desde
1915, cuando el mandatario Ramón Barros Luco le otorgó una jornada
completa a la Parada Militar, donde los soldados, bajo la dirección
oficial, ejercitaban y simulaban batallas. Hoy las Glorias del Ejército
se celebran en feriado nacional y el Parque O’Higgins recibe en su
explanada el paso de tanques, patrullas y contingente militar. Un
escenario coronado por los modernos aviones y helicópteros de guerra que
surcan el cielo.
Según dicta nuestra carta fundamental en su Capítulo X, artículo 90,
las Fuerzas Armadas y de Orden –acepción que incluye a Carabineros-
están mandatadas a “garantizar el orden institucional de la República”,
como cuerpos armados “esencialmente obedientes y no deliberantes”. Así
lo refrenda también la misión consignada en el sitio web del ejército de
Chile, donde se establece como su razón de ser el “preservar la paz” y
luego de la integridad territorial, el “proteger a la población”.
Cumpliendo esto, la gloria que dicen caracterizarlos, sería una
consecuencia natural de su misión.
Poniendo atención en aquella labor encomendada a las Fuerzas Armadas,
de Orden y Seguridad Pública, y revisando las minucias de su historia,
probablemente encontraremos episodios lejanos a las glorias que se
conmemoran el día 19. Pues si bien, son muchas las batallas en donde la
victoria fue obtenida con valor y arrojo, consolidando la independencia
de la corona española y los límites territoriales, también son muchos
los acontecimientos que el historiador Gabriel Salazar cataloga como
vergonzosos y que fueron promovidos por “la alta oficialidad, que
políticamente decidió atacar a su propio pueblo, todas las veces que el
ejército fue conducido a matar a chilenos, no a extranjeros”.
La historia, según Salazar, guarda registro de varios de estos
episodios. “Eso ocurrió en 1829, cuando Diego Portales, Joaquín Prieto y
Manuel Bulnes atacaron al ejército de ciudadanos, los derrotaron, los
descuartizaron, los mataron a hachazos, los metieron prisioneros. La
batalla de Lircay no es una gloria, es una vergüenza de un ejército que
fue conducido por una oligarquía para masacrar a su propio pueblo”.
Asimismo, el historiador recordó “las masacres de trabajadores y obreros
a partir de 1890 y que llegan hasta 1973”. En este último caso,
entrañable es la matanza protagonizada por efectivos militares en 1907,
en Iquique. “Allí al pampino pobre mataron por matar”, versa la letra de
la Cantata Santa María, interpretada por Quilapayún.
Una gloria más modesta
El contingente realista enviado desde España para impedir nuestra
emancipación de la corona fue combatido por tropas que estaban
conformadas, según el historiador, “por ciudadanos, en especial
artesanos. Fue el ejército de rotos, reclutado a través de levas en los
campos chilenos”. Por tanto, estas glorias “corresponden en estricto
rigor a los soldados. El peón gañán que fue reclutado por la fuerza” y
no al alto mando, el que “solo ha acumulado vergüenzas indescriptibles
que ellos mismos no se atreven a reconocer y por eso no lo ponen en las
páginas de la historia que ellos dirigen”, precisó.
Gabriel Salazar hace referencia a una historia ausente. Aquella de la
que el mismo Ejército guarda registro y pone a disposición pública en
su sitio web, donde trazan una línea de tiempo que comienza con la
llegada de Diego de Almagro a estas latitudes, en 1540 y finaliza con la
celebración del bicentenario, en 2010, pasando por alto todos los hitos
históricos a los que el historiador refiere, neutralizando su propia
memoria institucional.
Pero no solo el siglo XIX fue testigo de estos acontecimientos. Un
día después del 18 de septiembre se honra y rinde pleitesía al mismo
ejército que, con solo una semana de diferencia, bombardeó La Moneda y
tomó el control del país durante 17 años. Al respecto, el sociólogo y
Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanidades, Manuel Antonio
Garretón, asegura que “junto a los triunfos militares, el Ejército tiene
enormes déficit con la sociedad chilena. Entre otros, el crimen
cometido en el bombardeo a La Moneda, el palacio que expresa el símbolo,
la institucionalidad, la historia de Chile, se bombardeó por parte de
militares terroristas”, aseguró, encontrando una contradicción elemental
cuando “un país que no ha hecho el juicio histórico a un acto criminal
al mismo tiempo celebre glorias”.
Pues para Garretón “el territorio no es solo territorio. Está también
el componente de organización de la República y las Fuerzas Armadas lo
destruyeron, a sangre y fuego, matando, torturando, haciendo
desaparecer. Las Fuerzas Armadas se volvieron contra el país, contra la
República. En términos estrictos, el acto de bombardeo a La Moneda es
una traición a la patria”, concluyó.
La historia puede contar muchas historias, algunas de triunfos otras
de derrotas, pero es necesario reconocer aquellas que de alguna manera u
otra han sido acalladas. El Ejército, la Fuerza Aérea, Carabineros y la
Armada cumplieron un importante rol en la conformación material de
nuestra nación, mas las balas no siempre apuntaron hacia el enemigo. Por
ello, para analistas sociales como Garretón, la modestia parece ser el
valor que debe guiar las celebraciones del día del ejército. Hoy con
mayor razón, cuando las aspiraciones expansionistas han cesado y los
diferendos territoriales o marítimos se zanjan en cortes internacionales
y no en el campo de batalla.
Vía,fuente:
http://radio.uchile.cl/noticias/172056/
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