(Por el doctor Andrés Carrasco, director del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA, para www.lavaca.org)
El avance de los agronegocios en la región latinoamericana hace
necesario señalar que a la voracidad de un sector productivo y a los
intereses estratégicos de las transnacionales y su propuesta
tecnológica, hay que agregar la actitud de gobierno nacional que no sólo
espera retenciones crecientes sino que se empeña en apostar a la
desnacionalización incrementado la dependencia con un modelo que hace
cada vez más frágil a la Argentina frente a las decisiones geopolíticas
de los países centrales.
Como forma de confrontar relatos, la contraofensiva descripta por Clarín,
se expresó en que mientras se esperaba la sentencia del tribunal
cordobés por la demanda de las Madres de Ituzaingó, la Secretaria de
Agricultura hacía pública la resolución firmada por su titular Lorenzo
Basso (ex Decano de la Facultad de Agronomía de la UBA) aprobando una
nueva semilla de soja: Intacta RR2 que contiene transgenes para
resistencia al glifosato y para producir toxina insecticida (Bt). Esta
semilla patentada por Monsanto, obligará a los productores a pagar
regalías de por vida mediante convenios de orden privado con la empresa
transnacional. Es transparente Norberto Yahuar, Ministro de Agricultura,
cuando anuncia, en la presentación de la semilla RR2 de Monsanto, una
nueva ley de semillas que limitará el Uso Propio (guardar parte de la
semilla para la próxima cosecha) para “demostrar al mundo que se
reconoce ese valor intelectual en tecnología, que desarrollan los
privados”. Según Clarín el acuerdo funcionará así: “Cuando el
productor compre semilla de soja certificada pagará el derecho fijado.
Pero si no lo hiciese, al vender sus granos se realizará un sencillo
test que permite detectar la presencia de los genes buscados. Y si el
resultado fuera positivo el comprador del grano cobrará a cuenta del
desarrollador las regalías pendientes, más caras que al principio”.
Trámite acelerado
Intacta RR2 es el evento número 27 aprobado por Agricultura en un
trámite que la misma empresa reconoce, se aceleró después de que la
Presidenta escuchó en su visita a Estados Unidos los anuncios de
multimillonarias inversiones de Monsanto en Argentina (1500 millones de
dólares en una planta productora de maíz, en Malvinas Argentinas,
Córdoba que producirá semillas para 3.5 millones de hectáreas, y 170
millones de dólares de dos plantas experimentales en Córdoba y Tucumán.
Sin embargo, menos publicitado es el hecho de que desde 2011 hasta la
fecha se aprobaron 10 eventos transgénicos de maíz y soja distribuidos
entre Bayer, Monsanto y Syngenta. Estas autorizaciones, que involucran
informes del INTA, están en registro con la lógica del PAN (Plan
Alimentario Nacional) que dispone para la próxima década un incremento
de la superficie agrícola del orden del 27%, incorporando al modelo
agrícola 10 millones a los actuales 34 millones de hectáreas, de los
cuales 71.5% está dedicada a producir el 100% de maíz, de soja y algodón
con semillas transgénicas. (Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca)
Control territorial y golpe
Este aumento de la superficie de cultivos transgénicos implica el
corrimiento de la frontera norte a expensa de deforestaciones de bosques
y selvas, desalojos de pueblos originarios e incremento del volumen de
agroquímicos. Todo en función de la voracidad de las transnacionales y
de las políticas de los países centrales en busca del control del
territorio y por lo tanto mayor control social con la producción
extractiva de alimentos. Los conflictos con los pueblos de las
provincias del norte, la instalación del Comando Sur en el Chaco con la
“misión de ayuda y desarrollo tecnológico” o el impúdico involucramiento
de las transnacionales asociadas a los agronegocios en el golpe al
Estado en Paraguay, hacen evidente la ofensiva de los negocios globales
que pretende cerrar las brechas de territorio norte de nuestro país en
un solo bloque con Paraguay, Uruguay, Argentina, Bolivia, Brasil y
Argentina unificando tecnologías y modalidades. Este devenir, en su
lógica, no es diferente a la campaña del desierto de Roca en los 80,
donde el objetivo del desalojo genocida y control territorial fue la
expansión ganadera con los Remington. Hoy se facilita en beneficio del
conglomerado productivo sojero y las corporaciones transnacionales, bajo
el paraguas habilitante del poder político.
Silencio científico
Los 27 transgénicos aprobados comercialmente desde el 1996, un
verdadero ariete tecnológico, imponen prácticas inherentes del modelo,
No solo cuestionables por los efectos en los ecosistemas y demás
variables físicas de suelos, sino por el incremento de la contaminación
química con sus consecuencias en salud ambiental. Además, un futuro
impredecible aparece por la elusiva viabilidad y sustentabilidad de la
transgénesis. En particular por la ausencia de discusión acerca de las
incertidumbres del procedimiento tecnológico y por el silencio de la
mayoría de la comunidad científica acerca de las consecuencias de
intervenir el delicado natural equilibrio evolutivo de los genomas.
Sabemos demasiado poco para jugar a crear naturalezas alternativas o
pensar en acelerar o desviar procesos evolutivos con impunidad. (GMO Myths and Truths June 2012).
Ahora el glufosinato
Pero hay un aspecto interesante a considerar en lo inmediato en la
Argentina, es que 5 de esos 10 eventos transgénicos aprobados, 3 de maíz
y 2 de soja, combinan la resistencia al glifosato con otra al
glufosinato de amonio (un bloqueante de la síntesis del aminoácido
glutamina) para reforzar los efectos de aquel. La necesidad de asociar
en las nuevas semillas el glifosato con el glufosinato, da cuenta de las
inconsistencias de la tecnología de los transgénicos tanto en su
construcción y como en su comportamiento en el tiempo. Sin embargo se
sigue huyendo hacia delante intentando remediar las debilidades
conceptuales de la tecnología transgénica, con soluciones que tienden a
ser cada vez más peligrosas.
En Alemania no, afuera sí
Llamativamente Bayer, el segundo mayor productor de pesticidas del
mundo, recientemente anunció que retirará del mercado los pesticidas más
peligrosos de la clase 1. En ese marco, la organización Coordinación
contra los peligros de Bayer, pidió que se retirara de todo el mundo la
venta del herbicida a base de glufosinato (Liberty) que ya ha sido
clasificado como peligroso por provocar malformaciones e incluido en la
lista de 22 pesticidas que van a desaparecer del mercado en base de la
nuevas normas de la Unión Europea. Quizás por eso hace poco menos de un
año Bayer retiró a Liberty del mercado alemán. Aunque también, hace casi
tres años, Bayer inauguró en Huert cerca de Colonia, Alemania, una
planta de glufosinato para exportarlo a países fuera de la Unión
Europea. Es la muestra de las políticas de las transnacionales hacia los
países proveedores de transgénicos como el nuestro, que en un año
aprobó 5 semillas resistentes a la combinación glifosato-glufosinato.
(nota de prensa de Coordinación contra los peligros de Bayer, “Bayer
retira del mercado pesticidas letales”, 2011 y Documento de la European
Food Safety Authority Científica Report, paginas 13 y14, 2005, http://www.efsa.eu.int).
Efectos
Es lógico pensar que las nuevas semillas complicarán el panorama de
los impactos en salud animal y humana. El glufosinato en animales se ha
revelado con efectos devastadores. En ratones el glufosinato produce
convulsiones, estimula la producción de óxido nitroso y muerte celular
en el cerebro. Con claros efectos teratogénicos se han descripto
hipoplasia (reducción o pérdida) del prosencéfalo, arcos branquiales y
extremidades con o sin tubo neural abierto. Todos indicios de un serio
compromiso del desarrollo normal del neuroepitelio y probablemente de
las crestas neurales. (Watanbe and Iwase, Teratogenesis, Carcinogenesis
and Mutagenesis 16: 287-299, 1996).
Privatización del conocimiento
La adopción por parte del cientificismo productivista de encontrar en
la tecnología una virtud inmanente, responde a un modelo de ciencia que
en verdad está dirigido desplazar reflexión y critica sobre la
modernidad y fragmentar la propiedad social del conocimiento para
privatizarlo. La financiación de ciencia y tecnología con inversiones
estatales como las otorgadas al grupo Sigman para la fabricación de
vacunas o anticuerpos monoclonales son producto de un “capitalismo del
conocimiento” presentado como resguardo de la autonomía nacional. Pero
que en verdad está dirigida a naturalizar y afianzar mecanismos de
apropiación por la corporaciones y sobre todo lograr para ellas el
control del desarrollo del conocimiento.
Andrés E. Carrasco
Vía:
http://lavaca.org/notas/glufosinato-un-nuevo-veneno/
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