1.
Los más de 300 mil estudiantes de la UNAM, que lucharon contra la
privatización y la imposición del sistema de cuotas en la Universidad, e
iniciaron una huelga desde el 20 abril de 1999, fueron salvajemente
reprimidos por la policía y el ejército el 6 de febrero de 2000. La
huelga, como puede verse, duró casi 10 meses porque el rector Francisco
Barnés adoptó una estrategia cerrada de no negociar y su sucesor desde
el 17 de noviembre, el rector Juan Ramón de la Fuente, fue presionado
para reprimir al movimiento. Los estudiantes mantuvieron movilizado al
estudiantado y realizaron unas 50 marchas en las avenidas principales de
la ciudad de México; por esas acciones fueron acusados de terroristas y
ultraizquierdistas y, por eso, fueron recogidos en la UNAM en camiones
militares para encerrarlos en las cárceles.
2.
¿Podían acaso confiar los dirigentes estudiantiles de la UNAM en un
gobierno como el de Ernesto Zedillo, que había favorecido a los más
grandes banqueros por medio del Fobaproa, que había asesinado a
indígenas zapatistas de Acteal y que a los dos meses de tomar posesión
de la Presidencia pretendió apresar a los líderes del EZLN mediante una
traición? o ¿Podían confiarse en un ambiente político en el que aparecía
candidatos presidenciales de todos los partidos (Labastida, FOX,
Cárdenas, Muñoz Ledo) que exigían garantías para sus campañas políticas?
La realidad es que el movimiento estudiantil recibía todo tipo de
acusaciones porque ponía en cuestión a la UNAM, a sus autoridades, al
gobierno federal, a la clase “intelectual y política”. Y dado que los
estudiantes repartían denuncias a diestra y siniestra, eran temidos.
3.
Grupos de “intelectuales”, dueños de periódicos, curas, empresarios y
demás, firmaron varios desplegados exigiendo que el gobierno de Ernesto
Zedillo ponga fin a la huelga de la UNAM para que los estudiantes
regresen a las aulas; algunos de ellos se deslindaron o se arrepintieron
de firmar porque el gobierno reprimió con salvajismo aquella madrugada a
los estudiantes huelguistas. Allí aparecen personajes que hoy
seguramente les daría vergüenza haber firmado, pero como explicó muy
bien el escritor José Agustín: “Buena parte de la comunidad cultural del
país suscribió un desplegado en el que legitimó el plebiscito
organizado por el rector Juan Ramón de la Fuente que llamó “minoría
intolerante” a los paristas y recomendó al CGH la devolución inmediata
de las instalaciones. Es mejor que se laven la cara a que sean cínicos”.
4.
Se pensaba que la alimentación, la salud, el vestido, la vivienda, la
educación, deben ser derechos mínimos asegurados para cualquier
comunidad humana; sin embargo ninguno de esos derechos son garantizados
en el 90 por ciento de la humanidad. Por tanto habría que luchar de
manera permanente para que los diferentes gobiernos y Estados entreguen a
sus poblaciones la parte que les corresponda. El problema básico era
siempre de distribución del presupuesto público que se destina en
beneficio de la población mayoritaria o se reserva para bienestar
privado. Por ello los estudiantes, desde los años 20 del pasado siglo,
no habían dejado de luchas por mayores presupuestos y por la autonomía
de su administración. En 1929 se luchó por la autonomía, pero en 1968,
1986, 1999 y 2012, los estudiantes no habían dejado de batallar por sus
derechos, siempre pisoteados.
5.
Supimos de muchos dirigentes y estudiantes de los años 1929-33 que
después de lograr la autonomía universitaria se convirtieron luego en
profesores, altos funcionarios universitarios y luego de gobierno. Hemos
sabido de decenas de dirigentes estudiantiles de 1968 que se
transformaron en modestos profesores, en funcionarios del PRD y algunos
del PRI; los dirigentes de 1986-87 también se trasformaron en profesores
y muchos llegaron a altos cargos de la dirigencia del PRD; sin embargo
los que batallaron en los 10 meses de huelga de 1999-2000 fueron poco
conocidos y muchos de ellos continuaron en el movimiento social. La
ventaja del movimiento estudiantil de ahora (2012) es que es un
movimiento horizontal, sin dirigentes y lo probable es que se disuelva
en otras luchas sociales.
6.
El movimiento Yo soy 132 aún no logra alcanzar su máximo desarrollo y,
dado que su demandas centrales son: a) lucha contra la imposición de
Peña Nieto en la Presidencia y b) contra la manipulación del monopolio
Televisa, lo más seguro es que una vez que sea impuesto Peña, empezará
un persecución contra ellos; buscando primero comprarlo, dividirlo luego
y reprimirlo en caso necesario. Parece que su tarea esencial es
analizar y discutir a fondo su futuro buscando lograr la mayor unidad
posible, tanto dentro del movimiento estudiantil como con otras grupos
sociales y políticos. No se puede confiar en la clase dominante porque
como en 1968 y luego en el 2000, buscará destruir cualquier oposición.
(27/VIII/12)
Pedro Echeverría V.
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