Eduardo Ibarra Aguirre
El encuentro del viernes 24 entre el secretario de Gobernación y el
coordinador de Políticas Públicas de Enrique Peña, coloca en toda su
crudeza el altísimo aprecio que ambos tienen para con los procedimientos
constitucionales respecto a la declaratoria de presidente electo a
cargo del Tribunal Electoral, proceso jurídico que se encuentra en pleno
curso.
Alejandro Poiré y Luis Videgaray le hacen flaco favor a Felipe
Calderón –a 95 días de abandonar la Presidencia que obtuvo en más mala
que buena lid–, y a Peña Nieto. Pero sobre todo a la república saturada
de tensiones no sólo poselectorales sino también sociales, y agobiada
como nunca por el vigoroso y creciente poder fáctico del crimen
organizado, con todo y la aventura militarista, genocida, del general de
cinco estrellas que, como ninguno de sus antecesores, subordina las
necesidades de México a los intereses de los dueños y los gobernantes de
Estados Unidos.
Como es sabido, el Tribunal Electoral tiene como plazo límite el 6 de
septiembre para resolver sobre el proceso comicial, pero valiéndoles un
comino a Poire y Videgaray mandan “al diablo sus instituciones” y
durante dos horas deliberaran a escondidas sobre “los trabajos de
entrega-recepción” del gobierno de origen panista que está por concluir
con mucha más pena que gloria. La reunión, además, fue convenida con una
semana de anticipación. Es decir, tampoco pueden alegar los que hacen
bellos discursos sobre el estado de derecho, que la decisión de los
siete (no 11) magistrados está más que cantada.
Que así lo sabe y entiende bien el mexiquense queda claro el mismo
día 24, cuando en el discurso pronunciado a puerta cerrada “se asumió ya
como seguro presidente electo” y sus aliados del Partido Verde
–sobresalientes para hacer negocios y política en forma simultánea con
el partido gobernante que les brinde mejores dividendos–, lo saturaron
con el servil “señor presidente” y de una vez auguran que “será uno de
los mejores presidentes de México”.
Alejado físicamente de los reporteros, Peña ofrece conducir una
administración regida por principios “de ética, moral pública y de
respeto absoluto a la transparencia”, todo lo contrario a la experiencia
que hereda a Eruviel Ávila y el estado de México. Naturalmente que
nunca es tarde para cambiar y más si el horno no está para bollos,
aunque el presidente del arbitraje electoral no se entera y en
Matamoros, Tamaulipas, 30 jóvenes de #YoSoy132 lo obligan a salir por la
puerta trasera del hotel y rodeado por soldados.
El candidato del Revolucionario Institucional habla de la necesidad
de llevar al país por “una senda de desarrollo y transformación”, no
como la visión de Enrique Peña, sino “del proyecto de nación que tenemos
todos los mexicanos”. Justo éste es el nudo gordiano porque el gran
consenso programático se rompió. Y el que se impone de pésimas maneras
dividió a los nacionales, pero vigorizó a la plutocracia, sus monopolios
y alianzas globales.
Con la ruptura de las formas más elementales, acordadas por los que
hoy, como los doctores Poire y Videgaray, las usan de papel higiénico,
se abona con singular torpeza a ensanchar el camino del desencuentro y
de la confrontación, cuando además los mismos órganos electorales
realizan trabajos a marchas forzadas pero con una parcialidad que, todo
indica, profundizará el disenso poselectoral.
No se trata de que favorezcan a Andrés Manuel López Obrador sino de
que realicen su trabajo con imparcialidad, profesionalismo y
exhaustividad. Y si no son capaces los magistrados que se dediquen a
otra cosa y le ahorren a México este espectáculo bochornoso que no se
merece.
Acuse de recibo
“Excelente artículo, me quedo con la reflexión final… ‘mandar al
diablo a las instituciones todos los días del sexenio para convertir a
las fuerzas armadas en agentes de seguridad pública, subordinarlas a los planes geoestratégicos de Washington
y, en consecuencia, incapacitarse para auspiciar las llamadas reformas
estructurales que tanto desean y necesitan los poderes fácticos y sus
aliados políticos e institucionales’ que, a final de cuentas, ésa era la
encomienda del nefasto haiga sido como haiga sido”.
Lo anterior apunta el químico Luis Osiris González sobre En la recta
final (22-VIII-12)… Héctor Murillo Cruz transcribió en Cronolíneas de
Unomásuno (19-VIII-12) lo siguiente: “Fuero de guerra. ‘La abolición, no
el acotamiento del fuero de guerra fue propuesto con visión de largo
aliento por el general Francisco Gallardo, como uno de los temas vitales
para la modernización de las fuerzas armadas. Lo hizo desde la Prisión
del Campo Militar Número 1 y por medio de las páginas de la revista
Forum, desaparecida (en su versión impresa) en agosto de 2010 por el
persistente uso faccioso de la publicidad en el gobierno de Felipe
Calderón…’ (Utopía, Eduardo Ibarra)”. Gracias… “Asciende a 98 el número
de periodistas asesinados desde 2000”, denuncia la Fundación para la
Libertad de Expresión y hace el recuento de los dos sexenios panistas.
Vía,fuente:
http://apiavirtual.net/
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