Neomaltusianismoes una palabra que molesta al Vaticano y a la izquierda tradicional. Designa, según ellos, un complot para acabar con los pobres, una política de esterilización de mujeres sin aviso previo, una apoteosis del racismo. Tienen alguna razón. Recuerden la llamada
ética del bote salvavidaspropugnada en 1970 por el biólogo Garrett Hardin: a quienes quieran subirse a la barca de los países ricos hay que golpearles los dedos y que se ahoguen en el mar (o se mueran en el desierto de Arizona). Ellos tienen la culpa de sus males por sus excesos reproductivos.
Amaos más y no os multipliquéis tanto. Eso no le gustaba ni le gusta al Vaticano.
Maria Lacerda de Moura escribió, pensando en una parte de la izquierda de su época:
la mujer no es otra cosa que una máquina destinada a fabricar carne de cañón o de barricada. Para ellos, no existe el problema femenino. La mujer, para ellos, está al servicio de la procreación irreflexiva e inconsciente.
El neomaltusianismo de Mara Lacerda de Moura era radical, feminista, anarquista. Había llegado de Europa a Estados Unidos, Argentina y Uruguay a partir de 1890. Se oponía en un punto crucial a las doctrinas de T.R. Malthus, que en 1798 había publicado su influyente libro El principio de la población. Malthus aseguraba que mejorar la situación de los pobres era tarea inútil. La población crecería exponencialmente si había comida disponible. Pero la producción de alimentos estaba sujeta a
rendimientos decrecientes. A menos que hubiera guerras o pestes, o a menos que la gente dejara de amarse y procrear, íbamos a lo que llamamos una
crisis maltusianade subsistencias. Malthus se equivocó. La producción de alimentos ha crecido mucho, entre otras razones por los insumos mayores de fertilizantes y por el agua de riego. Por tanto, el rendimiento energético de la agricultura industrial moderna ha disminuido. Pero no hay crisis de subsistencia. El hambre no es por falta de alimentos, sino por mala distribución.
Además, en contra de Malthus, sabemos que la población mundial se acerca ya a su pico, unos 9 mil millones hacia el año 2050. Los humanos decidieron colectivamente dejar de crecer. La población humana probablemente baje algo después de 2050.
Hubo en la Europa mediterránea, pero también en Suecia,
también en América, grupos anarquistas que defendieron el control de la
natalidad hacia 1900. Este movimiento neomaltusiano reinterpretó las
teorías de Malthus.
Mientras Malthus decía que el crecimiento de la población tenía lugar
en progresión geométrica, ellas y ellos concluyeron que era necesaria
una reducción de las tasas de natalidad para frenar el excesivo aumento
de la población mundial. Malthus propugnaba la abstinencia sexual, sin
llegar a preconizar los métodos anticonceptivos. La ruptura del
neomaltusianismo de 1900 con las ideas de Malthus estriba en la
divulgación de la anticoncepción como forma de control de la natalidad.
Quienes se llamaron neomaltusianos fueron perseguidos y encarcelados
como enemigos de la Iglesia y del Estado (Paul Robin, Madaleine
Pelletier, Marie Huot, en Francia; Luis Bulffi –apoyado por Francisco
Ferrer y Guardia– en España; Emma Goldman y su discípula Margaret
Sanger, en Estados Unidos…). Sostenían con razón que el reverendo
Malthus era un reaccionario incapaz de entender que las mujeres podían
escoger el número de hijos que querían tener. Para eso hacía falta que
tuvieran libertad. Hacía falta que hubiera una
procreación consciente. En España, la mayor parte de las y los neomaltusianos eran anarquistas, aunque no todos los anarquistas fueran neomalthusianos. (El mejor estudio histórico sobre el neomaltusianismo anarquista es de Eduard Masjuan.) Me pregunto qué decían los Flores Magón sobre este tema de la población.
Neomaltusianos como Sebastian Faure hablaban y escribían sobre el
problema de la población. Una conferencia con este título, celebrada en
París el 16 de noviembre de 1903, fue presidida por Nelly Roussel y
traducida inmediatamente en Barcelona como volumen 1 de la Biblioteca de
Amor y Maternidad Libres. Tiempos aquellos. Al contrario de Malthus,
los neo-maltusianos pensaban que no había fatalidad alguna en el destino
demográfico de la humanidad. Era posible regular la natalidad y eso iba
unido a la libertad de las mujeres. Madaleine Pelletier en Francia fue
recluida por defender la libertad de aborto. Los neomaltusianos
italianos tuvieron que exiliarse cuando Mussolini llegó al poder. En la
década de 1930 todavía el Estado francés quiso prohibir los primeros
ensayos de vasectomías.
* Investigador, pionero en el campo de la economía ecológica
http://www.jornada.unam.mx/2012/07/30/opinion/021a2polN
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