viernes, 6 de julio de 2012

Argentina: Fabricio y el jardín sin flores Por Ignacio Pizzo

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Fabricio se hermana con Barbarita. Los une la misma suerte perversa, a unos cuantos años, cuando la desnutrición era noticia y nadie la podía negar, actualmente no hay noticia, pero la niegan, la ocultan o al menos hacen el intento. Los vestigios sanitarios de un modelo que arranca desde el tallo los sueños, reaparecen para decirnos que el hambre existe, y de la peor manera, ya que la ilusión de que nuestro país está mejor es una semilla sembrada que no crece en realidades en las barriadas de los anónimos. Por lo tanto para el modelo, la responsabilidad de la desdicha es individual, no hay infierno más hipócrita y soberbio que el mediático emanando cadenas oficiales que nos tiñen una nación pujante.

Las políticas gubernamentales sólo agregaron otra pizca de mentira y demoraron apenas un tiempo más el destino marcado para los hambreados que siempre tienen la mano tendida para emprender el viaje a la fosa común del olvido. Otra vez Tucumán, el jardín republicano, donde las flores se marchitan antes de nacer porque les espera un desierto plagado de cizaña y espinas. Con un gobernador subido a la veleta de los impunes, pasando del radicalismo al peronismo, pero sin olvidarse del poder. Ese poder que es el común denominador del caudillismo feudal, y al ejercerlo, mediante aprietes, amedrenta a trabajadores de salud para que no utilicen la mala palabra: desnutrición, hambre. Pero Alperovich también se hermana con sus pares como Urtubey de Salta quien afirmó que “la muerte de niños en el norte de esa provincia es un problema cultural, no sanitario ni social ya que los aborígenes no concurren al hospital”, o Maurice Closs de Misiones quien en el 2010 nos deleitó con su frase: “obviamente que alguno de estos chicos se nos van a morir porque la mortalidad infantil es un problema “.

Cuando las acciones destinadas a disminuir la tasa de desnutridos, tales como la asignación universal, o la táctica de manipulación de datos y el cambio de instrumentos de medición (al cambiar en forma apresurada las curvas de crecimiento nacionales por las curvas de la O.M.S.) son insuficientes, hace falta una vez más la “mordaza interior” como titula el diario El Tribuno de Tucumán el 11 de junio del corriente año.

La asignación universal, una larga deuda luego de un proceso de lucha de masas, vino a resarcir un daño que aún marcha a lo irreversible, si no comienzan a surgir programas que acompañen a nuestra infancia de manera integral.

Según datos del observatorio de la deuda social, en relación a la Asignación Universal por Hijo, en el 2007 en la Argentina había un 81,3% de hogares con niños que no recibían asistencia social y en 2010 esa cifra se redujo al 32,7%. Sin embargo, señala que por el efecto de la inflación el mayor impacto de la AUH se observó sobre los hogares más vulnerables reduciendo la indigencia, pero no la pobreza estructural.

A la vez, el riesgo alimentario no bajó, en 2007 el 8,7% de los hogares con niños tenía un riesgo "severo" de alimentación, y un 11,6%, un riesgo "moderado". En 2010, con la AUH de por medio, esas cifras no variaron demasiado, sino que, por el contrario, crecieron. El 9,1% de los hogares tiene un riesgo alimentario severo, y el 13,9%, moderado.

Aportar evidencia acerca de la manipulación de datos es complejo, ¿Dónde buscar fuentes sobre la mentira?, Nos ayuda un poco el informe del 2010 de la comisión de desarrollo social de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y el Centro Latinoamericano Y Caribeño de Demografía (CELADE), aquí se puede observar que Argentina no da cuenta del nivel de pobreza en áreas rurales, únicamente de las zonas urbanas. Aunque sí se reconoce que el NEA y el NOA, son las zonas mas postergadas. Por otro lado si bien el informe es del 2010 la argentina aporta datos del 2006, previamente a la intervención técnica y política del INDEC.

Con respecto a las curvas de crecimiento de la OMS, las mismas fueron introducidas en nuestro país, mediante la resolución ministerial 1376/07, en reemplazo de las nacionales, apelando a la excelencia estadística ya que constituyen un “modelo a seguir”. El ministerio de Salud, a cargo de Manzur, ex vicegobernador de la provincia de Tucumán de donde es Fabricio, publica en un documento de apoyo que este nuevo instrumento reduciría en un 50% la desnutrición global. Es decir a falta de intervenciones del Estado que erradiquen el hambre, buenos son los instrumentos que nos indiquen que hay menos desnutridos.

El resultado de estas políticas reluce hoy con los casos de desnutrición -unos 22 mil- según una denuncia pública en el periódico El Tribuno de Tucumán, realizada por el médico Eduardo Gómez Ponce. Mientras tanto, el gobierno provincial aceptó 3.690 casos en boca del mandatario José Alperovich y de su ministro de Salud, Pablo Yedlin. En el entretiempo de la disputa acerca del número -si son 22 mil o 3690-, Fabricio Vallejo es tapa de diarios. Por su cuerpo vejado por el hambre no sonó una sola de aquellas cacerolas que piden billetes. Mientras la ruleta rusa de las estadísticas entretiene a las élites dominantes, que hacen alarde de su veracidad a través de medios y de miedos oficialistas y opositores, los pibes que quieren nutrirse improvisan bocanadas de entusiasmo en cada cántico que resuena aún por cada callecita donde pasó y seguirá pasando la Marcha Nacional de los Chicos del Pueblo para denunciar la criminalidad del hambre. La bronca y la ternura han logrado que hoy a diez años Barbarita Flores sea una adolescente con una sonrisa que dispersa las semillas para que  Fabricio y el resto de los pibes de la Argentina tengan justicia y los jardines regresen a Tucumán.

Vìa,fuente:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=7215:fabricio-y-el-jardin-sin-flores&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

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