Por: José Solano
Artículo publicado en Amauta con permiso de Equipo Crítica y del autor
Fuente: Equipo Crítica
Un Pensamiento Filosófico en tiempos de Cambio
El Ser, esa esencia ininteligible que mueve el espíritu humano hacia
la creación. Sin embargo, el ser es finito en tanto no recrea, en tanto
se mantiene estático en el mundo material. El Ser creador es fácilmente
influenciable, maleable o manipulable, puede ser transformado al antojo
de fuerzas externas a él sin percatarse si quiera de la existencia de
esos enajenables hilos que lo conducen.
El Ser, por más que lo intente, no puede escapar de sus propios
límites. Es capaz de prever, de comprender incluso, su propia realidad
limitada, mas no es apto de romper esas barreras que el cuerpo, la mente
y el alma le imponen. El Ser se autodefine en una verdad transgredida
por un poder superior, un poder explícito que causa los más inmensos
temores. El Ser puede mutilarse si las circunstancias apremian sin la
menor premura de sus actos.
El Ser no es, sino hecho. El Ser ha sido moldeado por la mentalidad
humana reunida en colectividad y el Ser se adapta para no Ser Más. Se
mantiene al margen de los procesos humanos porque no tiene la capacidad
de desenvolverse plenamente, por temor o por una servidumbre permisiva
que lo ata a una realidad imaginaria. El Ser, por tanto, deja de ser en
sí mismo y se convierte en un tentáculo más de otro que sí se permite
ser más.
Ese otro es quien tiene el poder del control. Manipula y encierra la
esencia de otros en banalidades y falsedades que lo alejan de sus
condiciones objetivas sobre el mundo, que lo hacen vivir en la premura
del consumo, del atontamiento y del pesimismo. Ha montado todo un
sistema que impide al Ser alcanzar lo eterno, es decir, su misma
naturaleza libre y creadora.
El Ser está hecho a la medida del sistema que lo aloja, pero vive la
latencia de la libertad en tanto sea capaz de posicionarse en el mundo
objetivo y de encontrarse subjetivamente con otros seres que, como él,
viven en el letargo de la inconsciencia material, que caminan como
marionetas sin rumbo fijo, sin esperanza, sin creación en un mundo dado
que impide el pensamiento profundo y la necesidad del Ser Más.
El Ser no tiene sentido en sí mientras se siga manteniendo en su
condición alienante. Peor aún si, conociendo las fuerzas que mueven el
mundo material, mantiene una postura de conformismo cómplice y no
reacciona hacia formas transformadoras reales de su situación en el
mundo; entra por tanto, en una paradoja existencial que lo sume en una
profunda tensión dialéctica, misma que solo puede ser desahogada bajo la
liberación del orden natural impuesto, creadas por las formas de poder
alienante. El Ser se maneja, pues, entre la plena consciencia de su
situación existencial objetiva de este mundo material cargada de una
opresión constante que debe ser aplacada, o bien, se mantiene como parte
de esa sustancia de alienación que subyuga bajo una situación de
dominación que aparenta ser más poderosa y rígida. En términos más
sencillos, o se libera en esa toma de consciencia con acciones de
transformación real, o se deja malear por el sistema, so pena de nunca
acabar con la crisis del Ser.
He aquí cuando el ser deja de ser. El mismo se ha trasladado, o se
deja trasladar, hacia un imaginario colectivo que no es real, que lo
mantiene formando parte de esa colectividad, misma que se encuentra
atada por las fuerzas que conducen el sistema opresor. No piensa, no
razona, no puede ver ni analizar, queda absorto frente a esa realidad
ilusoria y simplemente se deja llevar. En el peor de los casos conoce su
realidad, pero cierra sus sentidos ante el temor al cambio.
Mas quien ha alcanzado la liberación es más. Ha concientizado su
situación existencial en el mundo y ha logrado desatarse de las cadenas
de la complicidad enajenante, porque, como afirmé, no es suficiente con
reconocerse en la dominación u opresión, es necesario desarticular su
realidad para transformarla. El Ser Más es libre, plenamente libre. Pero
ahora se ha atado a una nueva situación existencial y es su
responsabilidad con el mundo tangible, porque el concientizarse implica,
irremediablemente, la lucha inagotable de la eterna liberación. Los
valores trascendentes cobran total sentido. Amor, solidaridad,
compromiso social son parte del Ser Más. Ahora es un ser plenamente
político cuyos principios se aferran a las ideas de transformación de la
realidad material por una nueva, más humana.
El Ser Más se eterniza en la medida que recorre el camino de la
concientización en medio de su situación existencial, en el momento de
trascender su realidad finita que lo ata al egoísmo de la enajenación
del poder. Al liberarse logra profundizar su realidad, la desmiembra y
la recrea en algo totalmente nuevo, revolucionario. Sus pensamientos
ahora divagan en la transformación del mundo, en terminar con las
condiciones materiales que deshumanizan desde la dominación como sistema
que aparenta ser infranqueable.
El Ser Más se desprende del mundo y de sus banalidades, de su ilusión
enajenante. Convive con ella pero espera el momento de destruirla desde
sus mismas entrañas. Cambiar, cambiar, cambiar. Eso es el Ser libre, el
Ser Más. Cambio constante, humanizado, solidario. El Ser es acción
cuando es más. No es solo pensamiento, es praxis política, social y
cultural. Se apoya en otros seres, no se impone, más bien se entrega. Su
plenitud y eternidad se alcanzan en darse a otros, en darse a los
sueños, al cambio, a la destrucción del sistema dominador y enajenante.
Fuente,vìa:
http://revista-amauta.org/2012/05/cuando-el-ser-deja-de-ser/
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