Este 1 de mayo se recuerdan 126 años cuando cientos de obreros estadunidenses, llamados los Mártires de Chicago,
fueron golpeados, encarcelados y asesinados por demandar libertad de
reunión y expresión, jornadas de ocho horas y el derecho de huelga. Fue
el eco de la convocatoria: “¡Proletarios del mundo, uníos!”, del Manifiesto Comunista
de Carlos Marx y Federico Engels. En 1889, los trabajadores organizados
crearon en París, Francia, el Día del Trabajo en honor a esos mártires luchadores.
En 1892 se celebró esa gesta en Chihuahua. Y hasta 1913, en pleno golpe
de Estado de Victoriano Huerta, los trabajadores mexicanos desafiaron
el golpismo con una gran concentración y una marcha al Zócalo de la
capital del país (existe una documentación mundial de varios autores,
dirigida por Louis-Henri Parias, en cuatro tomos, titulada Historia general del trabajo, editorial Grijalbo).
En nuestro país, los trabajadores formalmente contratados y los que sin papelito habla
invierten su fuerza de trabajo, sobreviven una de las peores
situaciones laborales, porque el calderonismo y el Partido Acción
Nacional (PAN) se han aliado con los patrones para explotarlos inmisericordes,
por ya no estar vigente plenamente el Artículo 123 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y desde el priísmo
delamadridista, han esclavizado a los trabajadores hasta tenerlos con
salarios de hambre, casi sin prestaciones (al abolir los mínimos del
Estado de Bienestar) y prohibirles las huelgas por la intermediación
represiva de las Juntas de Conciliación y Arbitraje que se han puesto al
servicio de sindicatos blancos, gestores patronales “rompehuelgas” y una Secretaría del Trabajo que mantiene bien puesta la soga al cuello del obrero.
Con esos trabajadores están los desempleados, los despedidos y
quienes, egresados de escuelas de estudios superiores, no tienen acceso a
ninguna plaza, ya que lo único que ha generado el calderonismo es
desempleo y ese fenómeno nini (jóvenes que ni estudian ni
trabajan), aunado a que “no hay cupo” en universidades o escuelas e
institutos tecnológicos públicos. Las instituciones privadas han
encarecido las colegiaturas para que ingresen sólo los hijos de los
ricos… Pues los hijos de los millonarios y multimillonarios se van al
extranjero para luego regresar a ocupar las plazas en las empresas
familiares. Así, desempleados y trabajadores habrán de unirse para salir
a las calles y demandar soluciones laborales, exigir el cumplimiento de
la obligación gubernamental de crear espacios para satisfacer esa
demanda de trabajo como lo establece la Constitución. Si empleados y
desempleados no salen a la calle, al margen de las marchas controladas
por el sindicalismo cómplice, entonces se vivirán días muy tensos a
causa del hambre, pues ni siquiera los que sí perciben un salario
alcanzan a comprar lo que estos mismos patrones encarecen. Ha llegado el
momento de celebrar con demandas el Día del Trabajo. Se trata de honrar
la gesta de Chicago. Y para eso nada como la unión obrero-campesina (lo
urbano y lo rural), para un frente común de lucha por el trabajo con
todos sus derechos y conquistas.
*Periodista
Autor: Álvaro Cepeda Neri *
Vìa:http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/04/27/trabajadores-mexicanos-unios-con-los-desempleados/
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