Es el momento de preguntarse qué hacer al día siguiente de la huelga
porque las razones que la han justificado siguen ahí y las agresiones
contra la clase trabajadora y los sindicatos van a continuar y, no lo
duden, se harán más y más salvajes según vaya profundizándose la crisis y
acercándose el momento de quiebra definitiva de la economía española,
que entrará en este semestre en una nueva fase más aguda de depresión.
Cada medida antisocial de este gobierno acelera y da bríos a una
profundización en el camino de la quiebra y el rescate.
La Huelga General ha sido un éxito indiscutible, por mucho que lo
nieguen los piquetes tóxicos antihuelga de la patronal, su gobierno
natural y la Brunete mediática que les acompaña.
No quiero dejar pasar la ocasión sin felicitar a la clase trabajadora
del Estado español, a los huelguistas y al conjunto del movimiento
sindical, con la excepción de algunas siglas de esquiroles organizados
como la CSIF. Para estos todo mi desprecio.
El éxito de la huelga tiene un mérito extraordinario si tenemos en
cuenta que
· Los piquetes de la patronal CEOE y de sus empresas asociadas se han
dedicado a intimidar, coaccionar, atemorizar, chantajear y amenazar a
sus empleados que secundasen la huelga. Cientos de blogs y los propios
sindicatos se han hecho eco de cuáles han sido esas empresas, por lo que
son fácilmente identificables las más de 1500 grandes empresas
denunciadas, sólo la punta del iceberg del matonismo empresarial. En el
caso de las PYMES la presión a no secundar la huelga es aún mayor. El
aliento del patrón la sienten de contínuo sobre sus cogotes los
trabajadores precarios que ya están padeciendo la Reforma Laboral.
· Ha carecido de medios de comunicación masivos que la apoyen. La
práctica totalidad, con la excepción del digital del rotativo ya
desaparecido, Público, cuya plantilla amenazada de despido secundó la
huelga, ha intentado la desmovilización de los trabajadores, afirmando
la inutilidad de la huelga, la inevitabilidad de las medidas
antisociales y de la Contrarreforma Laboral del gobierno del PP, el
carácter antipatriótico de los huelguistas y ha llenado de insultos a
los líderes sindicales y a sus organizaciones.
· El Gobierno del PP ha intentado la desmoralización de quienes deseasen
secundar la huelga afirmando su mantenella y no enmendalla; esto
es, la inamovilidad de su posición y el carácter intocable de la
Reforma.
· La reproducción del discurso ideológico de la clase dominante por
parte de muchos trabajadores, carentes de conciencia de clase, les ha
llevado a asumir como propios los intereses de sus enemigos de clase,
los capitalistas, y a atacar a las organizaciones naturales de los
trabajadores, los sindicatos. Bajo el discurso de descalificación de los
sindicatos mayoritarios se buscaban indecentes excusas para no secundar
la huelga general. Lo importante para ellos dejaban de ser, de este
modo, las razones de la huelga para justificar su rechazo a la misma por
sus convocantes más conocidos, a pesar de que fuesen decenas las
organizaciones sindicales que, desde diferentes territorios del Estado,
la apoyasen. Es claro que, para estos analfabetos políticos, el problema
no son CCOO ni UGT sino cualquier cosa que huela a sindicato. Se trata
del tipo de tontos útiles que culpan a los sindicatos de la ruina del
país pero jamás critican a los capitalistas, a los que secretamente
admiran y respetan. Si la huelga la hubiera convocado el sindicalismo
alternativo, se hubieran negado a seguirla en base a la excusa de su
falta de representatividad. Cuando se nace con moral de esclavo, las
cadenas se antojan collares de oro.
· La propia actitud pusilánime de CCOO y UGT ha tenido cierto efecto
disuasorio respecto al seguimiento de la huelga. Ambas organizaciones se
han mostrado empeñadas en un planteamiento del conflicto de perfil
bajo, repitiendo de forma machacona su voluntad de diálogo y negociación
con el gobierno, de acuerdo a un modelo sindical que la muerte del
Estado del Bienestar y del pacto social han enterrado ya –al menos desde
las posturas de la patronal y su gobierno- y pactando servicios mínimos
para evitar que se los impusiesen. A esta huelga debiera haberse ido a
cara de perro, sin otra voluntad que la de exigir la retirada de la
Reforma Laboral y el fin de los recortes sociales y sin pactar ningún
servicio mínimo que no sea el de algunos servicios esenciales (sanidad,
bomberos y muy poco más). Asumir posturas contemporizadoras significa
partir de una posición débil que no da suficiente confianza de vencer a
quienes deben apoyar la huelga en un contexto social y de realidades
personales especialmente difícil.
· El papel esquirol y revienta huelgas que una parte de los “indignados”
–no todos, por supuesto- ha venido haciendo en los meses y semanas
previos a la huelga, entre ellos la plataforma DRY, que se sumó a la
misma a regañadientes sólo 9 días antes de su realización y como
consecuencia de la presión recibida desde amplios sectores, incluyendo a
una parte de sus propias bases. La cínica disculpa de que necesitaban
tiempo para discutirlo internamente, cuando ante otras cuestiones han
sido mucho más rápidos en sus debates, trataba de ocultar su deseo de
ganar tiempo para no dar su apoyo al paro. Por otra parte, en el entorno
del M 15M no ha sido inusual encontrar un discurso tanto solapado como
abiertamente antihuelga, más centrado en el ataque a los sindicatos que
más capacidad tenían de sacarla adelante que en razonar los motivos de
la huelga. En otros casos, bajo el aparente radicalismo de que una
huelga de 24 horas no servía para nada justificaban una parte de los
simpatizantes y miembros de dicho movimiento su rechazo a la misma. El
sustrato ideológico pequeñoburgués que está en la base de este
movimiento explica ese tipo de posturas de apariencia radical, en
ocasiones, y posiciones políticas reaccionarias, de fondo.
Por estos formidables obstáculos que la huelga general llegase a
realizarse, en un contexto de miedo a perder el puesto de trabajo por
las represalias empresariales, de pesimismo como excusa para la
desmovilización social, de ataques brutales desde los más variados y
diversos frentes, ha sido un éxito. Y que la huelga haya paralizado
sectores clave de la actividad económica del país ha sido un éxito aún
mayor.
Pero la huelga ya ha finalizado.
Es el momento de preguntarse qué hacer al día siguiente de la misma
porque las razones que la han justificado siguen ahí y las agresiones
contra la clase trabajadora y los sindicatos van a continuar y, no lo
duden, se harán más y más salvajes según vaya profundizándose la crisis y
acercándose el momento de quiebra definitiva de la economía española,
que entrará en este semestre en una nueva fase más aguda de depresión.
Cada medida antisocial de este gobierno acelera y da bríos a una
profundización en el camino de la quiebra y el rescate.
En primer lugar, es necesario romper con, denunciar y combatir el
discurso de conciliación de clases y de interés nacional. El pretendido
“interés nacional” es una trampa para cazar osos, el instrumento más
cínico para imponer a los trabajadores el sacrificio de las
consecuencias de una crisis que no han provocado ellos sino los
capitalistas.
Este discurso de conciliación de clases tiene un doble origen:
· Por un lado, el de los propios capitalistas y su partido natural, el
PP, que nos hablan de la inevitabilidad y la necesidad de las brutales
medidas contra la clase trabajadora. Frente a ello hay que decir que sus
salvajes políticas son inútiles para recuperarse de la crisis fiscal de
los Estados y de las economías nacionales porque debilitan el consumo y
ello incrementa el desempleo y profundiza la propia crisis económica.
El único objetivo que tienen la Reforma Laboral y los recortes sociales
en educación, sanidad, pensiones,...es el de derrotar a la clase
trabajadora, desarmarla de derechos, debilitar su capacidad
reivindicativa y empobrecerlos para enriquecer a los grandes
capitalistas. Nunca los ricos han sido tan ricos ni los pobres tan
pobres. En la Europa de los mercaderes está surgiendo un Tercer Mundo en
creciente expansión. Grecia es la vanguardia pero pronto España será
uno de sus mejores alumnos.
· Por otro lado, el discurso de los reformistas y los grandes
sindicatos, que pretenden un equilibrio en la exigencia de sacrificios y
un impulso a la economía a partir de la iniciativa pública de los
Estados. Esa iniciativa ya se ha dado repetitivamente...para salvar a
los bancos y para ayudar a grandes corporaciones empresariales. Hay que
decirlo alto y claro: no hay salidas a la crisis capitalista dentro del capitalismo,
ni por la vía liberal ni por la vía keynesiana (1). Esperar a la salida
de la crisis y, posteriormente, a una recuperación que devuelva a los
trabajadores los derechos hoy robados es tan inútil como esperar a
Godot.
Desde lo anteriormente expuesto, pretender un pacto social
que redistribuya equitativamente el peso de la crisis es, además de
estúpido, una traición de clase propia de cobardes. Y un discurso que ya
no se corresponde al nuevo ciclo sociopolítico generado por la crisis
capitalista, el cuál nos devuelve retrospectivamente a una dialéctica de
clases propia del siglo XIX. Entre otras cosas, porque el capital, y su
gobierno, ya no quieren el pacto social. LO QUIEREN TODO. Y
aceptar, sin luchar la dominación de clase que se nos impone desde el
terrorismo de los capitalistas es una salida propia de idiotas y
suicidas.
Si se asume la certeza de esta perspectiva, es de prever un largo
ciclo de luchas sindicales sostenidas en el tiempo. La brutalidad de los
recortes que el gobierno del PP nos va a imponer a los trabajadores a
través de los más draconianos Presupuestos Generales del Estado que
hayamos conocido desde la mal llamada transición política va a ser el
elemento convocante de las siguientes movilizaciones, protestas y luchas
laborales de este 2012. Pero esto es sólo “el principio del principio”,
como en Diciembre pasado señaló la portavoz del Gobierno Soraya Saénz
de Santamaría ante las primeras medidas “anticrisis” del equipo Rajoy.
La terca realidad se impone. Será ella la que irá radicalizando las posiciones de los grandes sindicatos mayoritarios –no la voluntad de sus ultrarreformistas dirigentes, que continúan mendigando diálogo-,
de sus bases y, en consecuencia de amplios sectores de la clase
trabajadora. No puede ser de otro modo puesto que los capitalistas y su
gobierno natural han dinamitado el territorio del sindicalismo de
concertación. Ya no hay espacio para el pacto social porque nada quieren
ofrecer, ni siquiera prebendas para las cúpulas sindicales.
La realidad es dinámica. Todo cambia, nada permanece. Los sindicatos,
no pueden ser, por definición revolucionarios porque sus objetivos son
inmediatos y se centran en las condiciones de trabajo y salariales de
los trabajadores pero sí pueden llegar a ser combativos. Tras la larga
modorra de la conciencia de clase que generó el Estado del Bienestar y
su ficción de que todos éramos “clase media”, se abre un período en el
que se dan las condiciones objetivas para la recuperación de esa
conciencia de clase entre los trabajadores. Es la crisis económica, como
afirmaba el marxista Georg Luckács, la que la instiga, aunque la labor
ideológica es un complemento imprescindible.
Pero por mucho que quepa esperar, a medio plazo, un giro a la
izquierda en las posiciones de los sindicatos mayoritarios, éste corre
el peligro de ser espoleado por un mero oportunismo nacido de la
necesidad de supervivencia de las cúpulas sindicales, ante el emerger de
movimientos desde la base para provocar dicho giro.
Para evitar dicho riesgo, la posición más coherente desde el
sindicalismo situado a la izquierda de CCOO y UGT no puede ser la de
separarse de las bases de ambas organizaciones sino la de impulsar una
unidad de acción que fuerce la solidez de la radicalización que
previsiblemente va a darse en este nuevo ciclo de las luchas de los
trabajadores.
En el llamado sindicalismo “alternativo”, referente de los
indignados, hemos visto la tentación, durante las movilizaciones que
prepararon la Huelga General y durante esta misma, de separarse de las
acciones que debieran haber sido conjuntas para permitir una toma de
contacto con esas bases sindicales de CCOO y UGT que, en buena medida,
están a la izquierda de sus direcciones. Ello no sólo no beneficiaba a
la huelga sino que, de hecho, la debilitaba, al dar excusas a quienes no
tuvieran clara la necesidad de secundarla, de un movimiento sindical
dividido, en el que cada tribu india actúa por sus lado y frecuentemente
lanzándose flechas unas a otros.
De sus direcciones podemos pensar muchas cosas, creo que muy pocas
buenas, pero marchar en las luchas divididos, no sólo debilita al
conjunto del movimiento sindical sino a una clase trabajadora necesitada
de demostraciones de la fuerza de la unidad en los momentos decisivos
de la lucha.
En otras muchas cuestiones esa unidad de acción es casi imposible,
salvo que se caiga en un acriticismo seguidista de la acción sindical
que en muchas empresas vienen practicando de largo los sindicatos
mayoritarios. Pero en esta cuestión nadie está capacitado para tirar la
primera piedra.
Pero en lo fundamental, en parar las agresiones más brutales al
conjunto de la clase trabajadora, no marchar juntos en los piquetes, en
las movilizaciones, es renunciar a izquierdizar, por contacto, a las
bases de sus sindicatos, impulsando una dinámica que imponga una
combatividad basada en la convicción ante el giro y no en el
oportunismo.
De lo contrario, si a unos se les puede acusar de nostálgicos del “pactismo” a otros es posible hacerlo de sectarios.
No están los tiempos para caer en la estupidez de las liebres de Iriarte que, discutiendo si eran galgos o podencos...“En esta discusión acalorada estaban cuando los perros —galgos o podencos— se les echaron encima, dando buena cuenta de ellas.”
(2)
PS: Al vuelo de las últimas reflexiones de este texto sugiero la lectura
del interesante artículo “¿A DÓNDE NOS LLEVA EL “ALTERNATIVISMO” DE LA
IZQUIERDA SINDICAL?” (3)
NOTAS:
(1) http://marat-asaltarloscielos.blogs...
(2) Iriarte, Tomás. “¿Galgos o podencos?”
(3) http://arevolucionarianopasaran.wor...
http://marat-asaltarloscielos.blogs...
Vìa:
http://tercerainformacion.es/spip.php?article35522
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