Parece que hay una epidemia de alergias y ronchas. Veo muchas personas
tomando antialérgicos, rascándose como condenados, medios dormidos con
los antialérgicos y con unas manchotas grandotas en el cuello o en los
brazos.
Converso con varias de ellas, porque sobre todo son mujeres, tratando
de ver qué pasa, y el factor común de todas, es una especie de gran
molestia mezclada con desazón. Desazón porque encuentran que este país
se ha convertido en una especie de lugar desafortunado, regido por
desubicados. Las noticias son todas calamitosas, la televisión es mala
con alevosía, nada es como dice ser, o tiene letra chica o te engañan y
tienes que andar viva del ojo el día entero.
Si vas a un Súper y ves una oferta, te la marcan mal y te cobran el
triple. Si tienes millaje en aviones que vencen el 31 de Marzo, te los
dan de baja el 25 de Marzo, y tienes que alegar. Si tienes una página
web de algún servicio que debieran darte por Internet, el sistema no
acepta tu clave, o tu carnet o tu fecha de nacimiento. El Administrador
del Edificio no existe y el Presidente del Comité de Administración,
tampoco. No se toman los seguros obligatorios ni se informa, a menos
que vayas al Juzgado de Policía Local a hacer denuncias.
Los precios de los alimentos están por las nubes y comes carne una
vez a la semana, y cualquier dieta equilibrada cuesta un censo. De modo
que el pan, los sanguches, y los fideos, más los aditamentos de la
comida chatarra y la ansiedad, tienen a tu hija de 15 como una ballena.
Y si vamos a un lugar concurrido, está lleno de señoritas con 20 Kg
de peso extra, víctimas de la dieta chatarra que está al alcance del
bolsillo, y de la ansiedad al sentir que están debiendo hasta el alma.
Los remedios se reajustan, y el Transantiago disminuye sus tiempos
en que el boleto sirve, y el gasto en locomoción sube misteriosamente.
Sientes que el Estado no te protege, sino que te agrede y se mete
en tus ritos más privados, aunque presume de neo liberal. Los
carabineros son entrenados para reprimir terrorismo y a la hora de
repartir palos, lo hacen contra cualquiera manifestación de descontento
de los ciudadanos con una mala leche impresionante, fruto de algún
entrenamiento en el extranjero.
Abro la puerta el Domingo a mi hijo que viene a almorzar, y antes de
decir ¡Hola! Coge el diario del suelo y me dice: Este gobierno me tiene
hasta…..Le dije antes que nada: No te voy a poder ir a dejar, porque
me voy a tomar una copa de vino al almuerzo. Transantiago habemus.
Él hojea el diario, ve lo del chico Zamudio, pateado y torturado por
ser homosexual, y me comenta: ¡Qué país más odioso! ¡Qué les importa a
esos desgraciados como viva Daniel Zamudio su sexualidad! ¿Por qué no se
preocupa el Estado de que en los colegios se enseñe a manejar las
emociones, a tolerar al prójimo en su individualidad, a vivir en una
democracia y sus valores? Con el cucharón en la mano le digo: Porque
los que gobiernan son prejuiciosos, aunque mencionen a Dios, venga o no
al caso, ya que el Dios de ellos es muy particular y es muy enojón e
intolerante. Y dime en que Dios crees y te diré quién eres y que es lo
que haces.
Después, cuando se va en micro, me quedo pensando, ¿Son realmente la
mayoría de los accidentes provocados por un par de copas de vino al
comer? ¿Y qué tal la coca y las anfeta? ¿No somos uno de los países
más consumidores de drogas duras en Sud América? Y eso es calladito.
¿No nos estamos convirtiendo en uno de los más represores donde la gente
es menos feliz? ¿No se habrá dado cuenta el Ministro puritano y
represor que se está agenciando una rechifla de por lo menos 12 millones
de personas?
En este país no hay carnaval, sabia fiesta de expansión donde el
pueblo suelta sus demonios. Si hasta los romanos sabían eso. No, en
Chile había patrones que temían que sus capataces se amigaran con sus
obreros en estas fiestas y fueron suspendidas ya en el siglo 19. Toda
manifestación pública es reprimida, y la burguesía, que adora el orden y
la limpieza en calidad de virtud teologal, lo primero que dice es:
Horror, ensuciaron todo…Y los manifestantes lo ensucian porque no lo
sienten propio y porque saben que esto les duele a los otros. Cosa de
ver los grafiteros, que adoran rayar las paredes…ajenas.
Y los reprimidos las emprenden con lo que de les pone por delante,
sea pared, un joven homosexual, un compañero de colegio, un
automovilista en la carretera, con un odio desatado y con ganas de hacer
daño.
Voy a cenar con dos amigas, una de ellas notable científica, la otra
experta en “coaching”, ambas muy viajadas y con largas residencias en
Europa, donde aparentemente son harto más amables que nosotros para
vivir en tiempos de paz. Al sentarnos, se sueltan la cincha, y empiezan
a contar su día, lleno de estas contrariedades que enuncié al
comienzo. Al fin, una de ellas, que suele ser una dama me espeta: Es
que estoy EMPUTECIDA, no indignada. Y la otra coreó: Esto, más que
indignación es emputecimiento con el sistema. Y ambas comenzaron a
rascarse el cuello y el brazo respectivamente, mientras intercambiaban
antialérgicos.
Yo, que manejaba, tuve que tomar una cerveza inalámbrica, como las
bauticé, mientras pensaba en la sonrisa satisfecha del Gerente de la
Cervecería y la cara larga de los viñateros que también deben estar
emputecidos, igual que mis amigas y yo y el resto del país.
Olga Larrazabal S.
Marzo 2012
Vìa:
http://www.piensachile.com/secciones/opinion/9804-iestamos-simplemente-indignados-o-algo-mas
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