La organización WikiLeaks lleva más de un año siendo asfixiada por un
bloqueo internacional económico y político. Esa beligerancia está
encabezada por Estados Unidos, las grandes potencias y las mayores
compañías financieras del mundo que están empeñados en acabar con
WikiLeaks y con su fundador, Julian Asange.
A pesar de ese acoso, la organización vuelve a poner a la luz los
“tejemanejes” mafiosos de los poderosos del mundo. En esta ocasión se
trata de millones de correos electrónicos internos de Stratfor, la
empresa conocida como "la CIA en la sombra", una compañía de espionaje
privada cuyos clientes incluyen a los servicios secretos, los
ministerios de Defensa y de Exteriores, y las embajadas de la mayoría de
los países industrializados, además de las más grandes multinacionales
del planeta.
WikiLeaks ha facilitado la información a medios de comunicación
progresistas de una veintena de países que irán difundiendo contenidos
de esos mails y de los miles de documentos adjuntos que contienen, a
menudo informes reservados de las grandes corporaciones, como
Goldman-Sachs o la Unión de Bancas Suizas (UBS), y de centros de
inteligencia y contra-terrorismo como los de Estados Unidos.
Pero profundicemos sobre qué es Stratfor:
A mediados de los años 90, George Friedman decidió desarrollar el
sueño de su vida: una agencia de espionaje privada con cientos de oídos y
ojos por el mundo que le diera fortuna y gloria. Esa visión se llamó
Stratfor (de Strategic Forecast) Global Intelligence, una empresa
estadounidense que ofrecía a sus clientes una información de calidad
sobre los escenarios estratégicos del planeta.
La compañía se basaba en dos premisas para ganarse respeto y
clientes: proteger la confidencialidad de las fuentes y el anonimato de
sus abonados. Así se fue generando una lista de miles de personas,
empresas, embajadas, ministerios de Exteriores y organismos oficiales
que pagaban miles de dólares al año por recibir informes sobre futuros
conflictos internacionales o evoluciones de la economía.
Todo se presentaba para que al recibir el informe, el abonado a Stratfor
sintiera como si la propia CIA o el MI6 británico estuvieran trabajando
para él. Y así acabó por recibir el nombre de "la CIA en la sombra",
acuñado por el semanario financiero norteamericano Barron’s.
Para cumplir con la agencia de espionaje de la que presumían ser
reflejo, también hacían trabajos por encargo. La empresa Dow Chemical,
preocupada por su imagen como buena multinacional que se precie, es uno
de los patrocinadores oficiales de los próximos Juegos Olímpicos de
Londres 2012. Union Carbide (UCC), una de las filiales de Dow Chemical,
es la responsable del vertido de gases tóxicos en Bhopal, India, que
mató a miles de personas en 1984 (más de 3.000 en el momento de la fuga y
miles más por las consecuencias en los años siguientes).
Desde el verano de 2010, numerosas ONG y activistas han lanzado una
campaña para boicotear el patrocinio de Dow Chemical. Para controlar
estas campañas, Dow Chemical encargó a Stratfor que le realizara
informes diarios sobre la actividad de estos grupos. Los informes que
realizaron los agentes de Friedman incluían capturas de pantalla con los
comentarios contra Dow Chemical de cientos de ciudadanos en redes
sociales como Facebook.
Los mails a los que ha tenido acceso WikiLeaks revelan los métodos
trabajo de Stratfor. La empresa cuenta con cientos de informadores por
el mundo que envían sus "secretos" a sus contactos en la empresa. Estos
lavan la cara a la información recibida y la presentan a los analistas
en la sede de la compañía en Texas, añadiendo en su informe la
credibilidad que dan a la fuente y a la documentación recibida.
En los correos se puede apreciar cómo la calidad de las fuentes de
las que presume Stratfor son interesadas y poco fiables. La propia
empresa lo sabe, como consta en los mails que se mandan entre ellos los
analistas y Friedman, el máximo responsable y creador de Stratfor: "El
problema con las fuentes de los analistas es que están poco
cualificadas. Esto supone que no podamos evaluar la situación con
claridad". En otro de los correos, Friedman instruye a los agentes
afirmando que "si crees que una fuente tiene valor, tienes que tenerla
bajo control. Eso significa controlarla económica, sexual o
psicológicamente".
"La CIA en la sombra" se financia en gran parte con dinero público de
los países occidentales, pues sus cuotas son pagadas por muchísimos
ministerios y organismos oficiales de todo el mundo (aunque está
fundamentalmente al servicio de EEUU desde su base en Austin, Texas), y
al mismo tiempo se nutre de la información que le proporcionan los
mismos a los que luego se la vende. Un negocio redondo surgido de la
doctrina neoliberal de externalizar todos los servicios públicos
(incluidos los secretos) y que consiste en privatizar hasta el
espionaje. Pero un servicio de espionaje fuera de toda regulación, que
actúa sin el respeto a las leyes internacionales y con total ausencia de
escrúpulos, quizás debería ser llamada como organización mafiosa
internacional
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Audio publicado en Más Voces : www.masvoces.org
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